Peña Nieto le perdió el miedo al miedo
Roberto Vizcaíno miércoles 1, Feb 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El precandidato cada vez se mete más entre la gente, ante la resistencia de su equipo de seguridad
- Ayer, inesperadamente bajó del estrado y se fue a darle vuelta a la plaza de toros
- Al principio del sexenio se le pidió a los panistas gobernar, pero ese tiempo se acabó
La plaza de toros de Apizaco, Tlaxcala, rebosaba ayer al medio día de sol, de mujeres y hombres del campo.
Estaban ahí para recibir y convivir con el precandidato presidencial único del PRI, el mexiquense Enrique Peña Nieto.
Acostumbrados al aire libre y a la caída plena de los rayos del sol de invierno, esos que queman apenas a los 2 minutos después de estar bajo de ellos, los tlaxcaltecas venidos de varios municipios aledaños estaban contentos y celebraban la música y las ocurrencias de los animadores de esta incipiente campaña.
No pocos esperaban que Peña Nieto llegara acompañado por su esposa, Angélica Rivera, mejor conocida como “La Gaviota”, por aquella inolvidable telenovela.
Pero no, el mexiquense llegó sólo acompañado por Beatriz Paredes y la secretaria general del CEN del PRI, Cristina Díaz.
La verdad es que a los cinco minutos ya nadie reclamó a la esposa del candidato, pues todos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, estaban metidos hasta el tuétano en el carisma de este personaje a quienes sus opositores insisten en restarle méritos.
Enrique Peña Nieto llegó como siempre lo hace a todos sus eventos: por el pasillo central, ese lleno desde antes al tope de priístas de todas las edades, pero especialmente de mujeres.
Y como siempre a lo largo ya de mes y medio, el candidato no evadió a nadie, saludó a todo aquel que le estiró la mano y se sacó la foto con aquellas que lo abrazaron y le exigieron parar un momento para obtener esa imagen que de seguro ocupará lugar preferente de hoy y por algún buen tiempo en sus casas u oficinas.
Peña Nieto simple y llanamente se entregó a todos y todas. Respondió a los gritos y se subió a cuanto pretil o barandal que se encontró en el camino, para saludar a todos y se estiró lo que pudo para dejarles en claro que si fuera de chicle llegaría hasta el último sitio para tocarlos y abrazarlos.
En respuesta, los tlaxcaltecas lo vitoreaban y agitaban sombreros y gorras, para llamar su atención.
Así llegó hasta el estrado, donde ya lo esperaban otros dirigentes y cuadros de su partido.
El acto no fue para nada diferente de los que siempre encabeza: un discurso de bienvenida de algún joven priísta del estado quien habla en representación de todos los tricolores del lugar, luego la intervención de la dirigencia del partido y finalmente las palabras del abanderado.
Como ya lo hizo las semanas pasadas en Veracruz, Yucatán, Chihuahua, Campeche, Michoacán, Puebla, Nuevo León, Querétaro, Jalisco, Durango, Sinaloa e Hidalgo, ayer en Tlaxcala Peña Nieto se comprometió a encabezar un gobierno eficaz y con sentido de justicia social.
Ese gobierno que termine con la violencia e inseguridad y que brinde empleo y bienestar.
No más de 15 minutos de palabras. Luego de regreso a la gente. A saludar y estrecharse con los del pueblo.
En este tramo es común que baje y salude a quienes están cerca, pero ayer Peña Nieto hizo algo que no estaba programado y que metió en una gran tensión a su equipo de seguridad: se fue a dar la vuelta al ruedo.
Alegre, franco, con la camisa clara arremangada hasta los codos, sudoroso, se metió entre la gente y se dejó llevar por la ola del pueblo.
Pronto estaba hasta arriba, en la última fila, y seguía dándole la vuelta al ruedo mientras sus agentes cruzaban instrucciones y luchaban por quedar cerca de él, protegerlo.
Ante la escena, alguien recordó que era una paradoja de la vida, la política por supuesto, que Luis Donaldo Colosio fuese a perder en un lugar llamado “Lomas Taurinas” y que Peña Nieto le estuviera dando la vuelta al ruedo en otro ruedo taurino.
Lo único cierto de la lección de ayer es que Enrique Peña Nieto no le tiene miedo al miedo. Que es un personaje que se mete entre la gente sin temor alguno.
Yo creo que eso va a acentuarse conforme se acelere este proceso. Su decisión de ir a tocar y saludar a los más posibles, está tomada. De ahí en buena medida surge, se entiende, esa atracción que ejerce sobre grandes masas.
El problema es que esta campaña presidencial y federal corre en medio de una grave descomposición política, marcada esencialmente por la obsesión del presidente panista Felipe Calderón de no querer reconocer que debe dejar libre el proceso.
A partir de eso, muchas son las cosas que pueden ocurrir no sólo alrededor de Peña Nieto, sino también del otro opositor, hablo de Andrés Manuel López Obrador.
Ojalá y que al final prevalezca la cordura. Pero no hay duda que hoy la decisión de Peña Nieto lo lleva a correr grandes y graves riesgos. Su equipo de seguridad lo sabe, lo sufre.
Ajenos a todo esto, los tlaxcaltecas reunidos en la plaza de toros de Apizaco se fueron contentos, pues lograron tocar y comentarle algo a ese precandidato que se metió franco, de lleno en medio de ellos.
SE LES ACABÓ EL TIEMPO
Puntillosa, directa, la secretaria general del CEN del PRI, Cristina Díaz, quien ayer acudió al evento de Peña Nieto en Tlaxcala, en representación del presidente de este partido, no se anduvo por las ramas a la hora de su discurso.
“Hoy en México hay grandes pendientes… mientras el sueño de un mejor México se quedó a la deriva gracias a estos incompetentes gobiernos de la alternancia, hoy estamos convencidos que la opción que representamos le devolverá la esperanza a todos los mexicanos, y eso sólo se puede lograr con carácter y decisión y con un proyecto como el que tiene el PRI…
“No tendremos empleo si no tenemos crecimiento económico, y no tendremos inversión si no hay estabilidad social y ésta no existirá si no generamos confianza… y no podemos generar confianza si seguimos sumergidos en la inseguridad y no podemos combatir a la inseguridad mientras los órganos encargados de la justicia los quieran ocupar en una contienda electoral y los quieran convertir en instrumentos de partido”, subrayó en un enredoso pero fundamentado juego de palabras.
La dirigente, diputada federal por su natal Nuevo León, indicó que el país requiere hoy de recuperar competitividad, reducir el desempleo que afecta a unos 15.6 millones de mexicanos.
El otro gran reto lo plantean la informalidad y abatir la pobreza que viven 57 millones de mexicanos.
Uno más es el problema que plantea el enorme rezago educativo que afecta a unos 36 millones de jóvenes, subrayó.
“De seguir así, nuestro país tiene su futuro condenado a seguir en la pobreza… necesitamos un nuevo pacto social para salir adelante y convertir a México en un país de oportunidades, en el que podamos prosperar y en el que podamos reactivar al campo, a la industria, el comercio y el federalismo.
“Eso sólo lo podremos lograr con liderazgo y ese lo tiene nuestro abanderado Enrique Peña Nieto”, concluyó en medio de la gritería de los asistentes al evento.
Recordó que hubo un momento en que de todos los sectores y partidos se le pidió al gobierno panista gobernar.
“Ese tiempo ya se les terminó… ya se les acabó. Hoy es el tiempo de México, es el tiempo del PRI, es el tiempo de Enrique Peña Nieto”, concluyó.