Sin autocrítica ciudadana
¬ Claudia Rodríguez lunes 11, Jun 2012Acta Pública
Claudia Rodríguez
A tan poquísimos días de la elección federal, los mexicanos nos encontramos en un estado en realidad y de muchos tonos depresivo.
Tenemos una gran incertidumbre sobre nuestro voto. No sólo a quién otorgárselo, sino también qué hacer con él. Son millones de electores que a estas alturas de la campaña presidencial están convencidos por cuál candidato no votar, más que por cuál de ellos sufragar.
Hemos aterrizado en conclusiones tales como que cualquier candidato es lo mismo, al igual que los partidos políticos.
Esas premisas nos llevan al terreno de que todo lo que tiene que ver con la estructura de acceso al poder en México a través de los institutos políticos es nefasto, tal como si todo lo que no estuviera en éstos tuviera la etiqueta de angelical.
Partiendo del anterior indicio de inmoralidad de todo lo que tiene que ver con “políticos”, tanto personas como instituciones, es nefasto, en tanto que los ciudadanos somos la antítesis de ellos, hemos llegado a creernos que lo ciudadano es lo ético, lo moral, lo honesto, lo idílico.
Hemos llegado al grado de crear institutos organizaciones y comités ciudadanos y hasta optar por candidaturas ciudadanas. Pero nosotros mismos, en ese tenor, no nos hemos atrevido a la autocrítica.
Los ciudadanos somos electores, pero no por ello ángeles.
Ahí está el caso de la propia autoridad electoral que nació con la idea de “lo ciudadano” y desde hace tiempo y hoy en día, tiene varios visos de parcialidad y sobre todo de intereses políticos de partidos y del mismo poder reinante.
Hay activista que han crecido entre el colectivo con bandera ciudadana y hoy pelean un puesto político con los mismos valores de utilidad y ganancia propia que la de cualquier aspirante de un partido político.
Pensar que los ciudadanos nunca nos equivocamos y que somos la antítesis del político, es una verdadera falacia.
Debemos ser realistas y verdaderos. Me asustan aquellos que despotrican de Televisa y/o TV Azteca y que con el mote de ver los noticieros nocturnos, terminan siendo asiduos de los tele-dramas anteriores, pero sobre todo consumidores de lo que subliminalmente aportan esas grandes corporaciones que no sólo venden imagen, sino contenido que forma o deforma –según el cristal con que se mire.
Los ciudadanos cuando apoyamos o aborrecemos, no podemos dejar de ser humanos. Pero en este colectivo depresivo, ojalá y fuésemos éticos y auténticos.
Acta Divina…la pensadora española Adela Cortina afirma que: “los protagonistas de la vida moral son las personas normales y corrientes y, por eso, la moral cívica la harán ellas, o no se hará”.