El tamaño (reducido) del infierno
¬ Juan Manuel Magaña jueves 20, Dic 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
El país está hecho para delinquir. Así se le ha mantenido durante mucho tiempo.
Los gobiernos panistas así lo recibieron, pero también lo “perfeccionaron” al acabar de destruir los órganos de justicia y seguridad de la nación, dígase el Cisen, la PGR, la contraloría, la policía o el ministerio público.
Al ejército lo han dejado más que abollado. Por eso no es extraño que la delincuencia tenga un incentivo tan alto, como acaba de reconocerlo el nuevo secretario de Gobernación: “en México se castiga sólo uno de cada cien delitos”. Ese es el reino verdadero de la barbarie.
No es que Miguel Osorio Chong haya descubierto algo, pero sí es interesante que lo diga porque como alto representante del nuevo gobierno está asumiendo la nueva realidad heredada por el fracasado panismo.
Acusa recibo del tamaño aproximado del infierno que según los priístas serán capaces de cambiar. Vamos a ver.
Es aproximado porque los recién llegados como Osorio o Murillo Karam -ayer hablábamos de él- dan la impresión de que aun buscan datos debajo de las alfombras de sus dependencias y de que no tienen todas las respuestas para los reclamos que tocarán a sus puertas.
Suponen que hasta 2011 fueron 70 mil los muertos de la guerra de Calderón -éste decía que 44 mil 500-, creen que ya hay entre 60 y 80 cárteles más violentos y peligrosos que los cinco de antes, pero no tienen idea del número de desaparecidos, ni de las miles de muertes de migrantes que han intentado cruzar el país y se lo pensarán muy bien antes de ponerle una cifra a las denuncias por violaciones a los derechos humanos en el teatro de esa desastrosa guerra.
De lo que sí están seguros es de que este es un país en el que las ejecuciones son ya la segunda causa de muerte en México y de que entre 2006 y 2011 se cometieron aquí 10.6 millones de delitos. Y también de que el secuestro aumentó 83 por ciento; el robo con violencia, 65 por ciento; la extorsión, 40 por ciento, además de que se duplicaron los robos en carretera y de vehículos asegurados.
Lo que las abultadas cifras de este diagnóstico indican es que en este país ha triunfado la injusticia, patrocinada sobre todo por la corrupción y la impunidad gubernamentales. Y así es como arranca el presente gobierno.
Su propio diagnóstico es la fotografía de un país que con el tiempo se verá si recibió los cuidados suficientes para sobrevivir o para finalmente sucumbir a sus vicios.
Difícil comenzar si no se llama a comparecer al pasado inmediato.