Prensa nacional y medieval
¬ Juan Manuel Magaña lunes 29, Abr 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Un centenar de periodistas y simpatizantes con la lucha por el respeto a la libertad de expresión colgaron ayer en la reja exterior de la Secretaría de Gobernación pequeños manteles blancos con los nombres bordados en rojo de periodistas asesinados.
“Con esto –dijo uno de ellos-, lo que queremos es visibilizar a los compañeros que ya no están con nosotros y que fueron asesinados como parte de la estúpida guerra de Calderón”.
La lista de informadores desaparecidos era larga y entre algunos nombres estaban el de Marco Antonio Ávila García, reportero de la fuente policiaca del periódico El Regional, de Sonora; José Miranda, de El Sur, de Veracruz; Mauricio Estrada Zamora, de La Opinión de Apatzingán, Roberto Marcos García de la revista Testimonio; Jacobo Jesús Michel, de El Sol de Sinaloa.
Además se cumplía un año del asesinato por estrangulamiento de la periodista de la revista Proceso, Regina Martínez, en Xalapa, Veracruz.
La exigencia era “no más asesinatos, desaparecidos y agresiones contra los trabajadores de los medios de comunicación”.
Casi todos los congregados fueron los mismos que hace un año se colocaron en el Zócalo de la ciudad de México y que siguen esperando una respuesta de justicia por parte de las autoridades estatales y federales.
Frente a la puerta principal de Gobernación, colocaron una osamenta de utilería con un micrófono y varias cámaras que los fotógrafos depositaron como muestra de solidaridad con los periodistas desaparecidos.
A un costado, se dejó un letrero con la leyenda “No + Sangre” y otro más, con la frase “No se mata a la verdad matando al periodista”.
Esas escenas daban la impresión de un país estacionado en una mala época en que la gente muere y la justicia no nace.
Máxime tratándose de periodistas de provincia, los más expuestos a una realidad medieval. Nada que ver con la famosa prensa nacional, evadida en su mayoría de esa dura cotidianidad.
En una carta entregada al gobierno se destaca que en 2012 hubo al menos 15 asesinatos contra integrantes del gremio y en los primeros cuatro meses de 2013 son tres las víctimas.
El texto exige una investigación para todos los homicidios, castigo a los culpables y cese a la impunidad.
En los primeros cuatro meses de este año, al menos un periodista fue asesinado, otro más está desaparecido, cuatro medios de comunicación fueron atacados y una organización dedicada a la defensa de los periodistas fue amenazada.
“Cada día se suman denuncias de periodistas perseguidos judicialmente por difamación o presunto daño moral, agredidos por policías, acosados por el crimen organizado, despedidos por no seguir “la línea” oficial, criminalizados por funcionarios u obligados a salir de sus estados o del país por la inseguridad para ejercer su trabajo”, se consigna en la carta.
Por eso no tiene nada de curioso que mañana martes los diputados entreguen sin discusión ni debate ni memoria la medalla al Mérito Cívico Eduardo Neri a un personaje del periodismo como Jacobo Zabludosky, conductor de radio y por años la estrella de los noticiarios de Televisa, pero sobre todo alguien de una época —la de la línea y fidelidad al sistema— que no se quiere ir, aunque mucho se simula que esta es otra era.