Edil, en huelga de hambre
Augusto Corro jueves 10, Oct 2013Punto por punto
Augusto Corro
Un presidente municipal michoacano, Ygnacio López Mendoza, inició una huelga de hambre hace cinco días a las afueras del Senado, en demanda de dinero para satisfacer las solicitudes de servicios de sus gobernados.
Desde luego, no es el único edil que enfrenta una crisis económica, porque no le llegan los recursos suficientes para resolver los requerimientos de la población.
A lo anterior debe agregársele el sinnúmero de conflictos que padecen los alcaldes en zonas controladas por el crimen organizado.
Y como si lo señalado no fuera suficiente, decenas de presidentes municipales se enfrentan al problema de la reconstrucción de sus pueblos, luego del paso de las lluvias provocadas por “Manuel” e “Ingrid”.
En fin, el panorama no es nada halagüeño para los mandatarios municipales sometidos a carencias económicas y a los embates de la naturaleza.
Sin embargo, también debe tomarse en cuenta que las pugnas políticas tampoco generan beneficios para los adversarios.
En casos concretos, cuando el gobernador es de extracción partidista diferente a la del munícipe, este último recibirá a cuentagotas la ayuda económica oficial. En algunos casos ni lo tomarán en cuenta.
Claro, no todos los municipios son pobres, aunque una mayoría de ellos se manejan en un ambiente de absoluta miseria. Para no ir tan lejos, en Oaxaca, más de 500 municipios viven con presupuestos raquíticos.
Volvamos al principio. Ygnacio López Mendoza es alcalde de Santa Ana Maya, Michoacán. Se armó de valor y decidió venir a la capital a exigir recursos económicos.
Según se sabe, México tiene la mayor inequidad distributiva de recursos económicos en América Latina.
La federación concentra 80 por ciento de los recursos presupuestales de todo el país; el 16 por ciento los estados y sólo cuatro por ciento es ejercido por los gobiernos locales.
En los municipios de Michoacán y en el estado en general no ha sido fácil gobernar para ningún partido.
Las mismas luchas políticas, la presencia del crimen organizado (“La Familia Michoacana” y “Los Caballeros Templarios”) y la ineptitud de los gobernantes tienen al estado de rodillas.
Desde que asumieron el poder gubernamental los perredistas, los michoacanos no han podido vivir en paz. Entre otras cosas, porque se incrementó la violencia a raíz de la fallida guerra contra la delincuencia organizada de Calderón.
Durante el calderonato, el entonces presidente, desorientado como él solo, pretendió erradicar los cárteles de la droga que se habían adueñado de la zona, pero lo único que hizo fue el ridículo. La historia todo mundo la conoce.
Michoacán, por múltiples razones, ha estado a punto de la ingobernabilidad. Sometido a la delincuencia organizada y a los fenómenos naturales, la crisis política también se dejó sentir.
El gobernador, Fausto Vallejo, recientemente electo, apenas si pudo hacerse cargo del gobierno. Debido a padecimientos físicos tuvieron que hacerle un trasplante de hígado.
Mientras se decidía a atenderse de su enfermedad, Michoacán vivió varios meses sin mandatario estatal, hasta que a alguien se le ocurrió designar a un interino para el cargo. La responsabilidad cayó en Jesús Reyna García.
El desempeño de Reyna García ha sido desastroso, por decir lo menos. Los conflictos de diversa índole le estallan en las manos. Basta con señalar su ineptitud en los casos de las guardias comunitarias y los conflictos magisteriales.
El gobernador con licencia, Fausto Vallejo, del PRI, ya anunció que superó su mal hepático y que se encuentra en condiciones de regresar al poder.
Como quiera que sea, Reyna García empieza a tomar las riendas del gobierno y la llegada de Fausto Vallejo en nada mejoraría la situación de Michoacán.
Por lo pronto, el alcalde Ygnacio López Mendoza continuará en huelga de hambre en demanda de más recursos económicos. Allá él.