Vaya enredo de Maduro
Augusto Corro jueves 14, Nov 2013Punto por punto
Augusto Corro
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ya dio muestras de que está no solo verde, sino muy verde. Por lo menos, sus discursos son irreflexivos y se convierten en dardos políticos lanzados sin ton ni son. Llenos de un populismo a ultranza, Maduro les habla a los venezolanos como si estos aún vivieran en la época colonial.
El presidente, demagógico natural, pregona una ferviente adoración por el líder Chávez, quien murió víctima del cáncer.
Ese reconocimiento a su antecesor se tornó enfermizo a grado tal, que Maduro encuentra la imagen del difunto hasta en las piedras. ¿Qué formalidad o seriedad puede ofrecer un hombre que se apoya en la imaginación para engañar al pueblo que gobierna?
Eso de ver aparecidos y escuchar voces del más allá para impresionar a la sociedad venezolana son trucos en los que nadie cree. Pero Maduro supone que le funcionan y no escatima esfuerzo alguno para usarlos como arma política.
El populachero mandatario no tuvo el interés de manejar las relaciones diplomáticas de acuerdo con los protocolos establecidos internacionalmente.
El pésimo manejo de dichas relaciones se evidenció en el manejo de la información de un avión con matricula mexicana obligado a aterrizar, y luego quemado en territorio venezolano.
Según el propio Maduro, la nave iba cargada de cocaína. Es digna de aplaudirse la acción de las autoridades venezolanas. Lo criticable es el enredo que propició Maduro por algo tan sencillo de entender. Todo comenzó cuando Vladimir Padrino, alto funcionario, publicó la imagen de los restos de un avión quemado. Esto se registro el 6 de noviembre pasado.
La nave tenía matrícula mexicana y se avisó del incidente a México luego de que se público la foto del avión destruido y del anunció de Maduro a los medios de comunicación. El mandatario dijo que recientemente en aguas nacionales fue derribado el avión número 30, el tercero que se derriba de esa forma, vinculado al narcotráfico.
Fue hasta el 8 de noviembre cuando la Cancillería mexicana recibió la comunicación oficial de Venezuela sobre el hecho mencionado. En el comunicado se explicó que el avión no fue propiamente derribado, sino que habría sido obligado a aterrizar y después quemado como medida para “inhabilitarlo”.
¿Qué fue lo que ocurrió realmente? Eso solamente lo saben las autoridades y es posible que, extrañamente, guarden el secreto.
Solo que Venezuela está obligada a informar detalladamente qué destino tuvieron los tripulantes y los pasajeros del avión.
En su atropellado discurso Maduro mezcló los datos de los treinta aviones derribados sobre aguas nacionales con el caso de la nave mexicana.
Entre las acciones precipitadas de las autoridades está la de destruir la prueba del delito. El avión fue quemado y seguramente con esto desaparecieron huellas importantes para una investigación posterior. De las contradicciones del vuelo de la nave mexicana ni hablar. Se dijo que el avión fue encontrado “full de cocaína” y su origen era México, ¿qué se debe entender? ¿Qué México es ahora exportador de droga a Sudamérica? Algo no cuadra.
¿La cocaína se quemó junto con el avión? ¿Donde está la droga? Estas preguntas son planteadas por los diferentes medios.
Como no se tiene a la mano la información oficial de los hechos relacionados con el avión mexicano quemado, la especulación se ha dejado sentir.
No se sabe realmente cuantas personas viajaban en la nave además de la tripulación y su ruta de vuelo.
¿Qué les pasó a los tripulantes y pasajeros? ¿Alcanzaron a escapar de las fuerzas armadas venezolanas? Ahora, esperamos que Venezuela rectifique sus errores e informe con veracidad de lo ocurrido. Conocer la verdad a nadie hace daño. El populismo de Maduro no encaja en las relaciones diplomáticas internacionales.