El Príncipe de Persia vence a Perseo
Cine viernes 4, Jun 2010Vértebras del cine
Luis Diego Hernández Romero
La última producción de Jerry Bruckheimer, El Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo, se coloca con justicia como una de las mejores adaptaciones cinematográficas sobre un videojuego. Y la tarea no era sencilla pues, El Príncipe de Persia es uno de los pioneros de las grandes sagas de entretenimiento virtual, cuyo legado abarca un amplio número de seguidores a lo largo de tres décadas.
Para la dirección se contó con la pericia de Mike Newell, quien se caracteriza por su versatilidad temática en títulos que van desde Donnie Brasco, La Sonrisa de Mona Lisa y por supuesto Harry Potter y el Cáliz de Fuego. La unión de estos dos titanes de Hollywood (y es que Bruckheimer es quien ha producido la saga de Piratas del Caribe) puede considerarse a priori como un resultado certero. Sin embargo, por si fuera poco, a la cinta se le suman personalidades de capacidades actorales extraordinarias, como son Jake Gyllenhaal (Secreto en la Montaña), Ben Kingsley (Ganador del Oscar por Gandhi) y el carismático Alfred Molina. También vemos a la ascendente actriz Gemma Arterton, cuya interpretación, aunque para muchos, agradable a la vista, se queda muy por debajo de la solvencia de Gyllenhaal.
La comparación con Furia de Titanes es inminente; aunque ésta última no esté basada en un videojuego, ambas son cintas de aventuras, que recrean una época remota y con la presencia de objetos o seres fantásticos. Pero entre las dos, existe una amplia distinción de construcciones psicológicas en sus personajes principales. El príncipe Dastán (Gyllenhaal) no da explicaciones sobre cómo logra sus piruetas en el aire, ni trata todo el tiempo de manifestar las emociones que desarrolla, sino que, a través de sus acciones, el espectador arma la idea de su carácter. Por el contrario, Perseo, encarnado por Sam Worthington, se esmera en expresar su inconformidad ante los Dioses y su propiedad mortal de semidiós a todo momento, lo que desata inverosimilitud, y es que, mientras se aportan más explicaciones dentro de una historia, curiosamente, se da paso a que se le cuestione más.
Respecto a la similitud entre el juego y la película, el manejo de cámara recuerda a los acostumbrados giros y tomas en las consolas, incluso muchas hazañas del príncipe Dastan se van realizando por pasos, y a través de objetos como, desatar una cuerda, balancearse de un lado a otro, etc., como resolviendo acertijos al estilo Tomb Raider, el cual también tuvo un par de fallidos intentos cinematográficos.
Aunque se ha criticado a El Príncipe de Persia por no alcanzar el nivel de la otra gran saga de Bruckheimer: Piratas del Caribe, lo cierto es que son tratados muy distintos y que no pueden compararse más que en las consecuencias económicas, a pesar de que las dos entran en la categoría de palomeras. La diferencia se nota desde el título de ambas: el hecho de que Piratas del Caribe esté en plural, indica la posibilidad de múltiples personajes, que desemboca en variados senderos argumentales, en cambio el singular de El Príncipe de Persia apunta al camino heroico que va a tener un solo individuo. Lo anterior no demuestra que alguna sea mejor que la otra, simplemente denota una clara diferencia entre sí.
Disney ha conseguido satisfacer a los seguidores del videojuego sin perder de vista al mercado que lo desconoce, prueba de ello es la inmediata escalada de popularidad que ha dejado a Robin Hood, Iron Man 2 y Furia de Titanes fuera de la contienda. El Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo es la prueba viviente de una excelente película de verano, que lejos de despertar reflexiones espirituales se concentra en el entretenimiento, con sus adecuadas dosis de dolor y humor.
Cuadro por cuadro
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