Reforma en materia de transparencia
¬ Alejo Sánchez Cano lunes 10, Feb 2014Como veo, doy
Alejo Sánchez Cano
En los últimos años hemos sabido de grandes historias en materia de opacidad, corrupción e impunidad en cuanto al manejo de los dineros públicos, que al paso del tiempo muchos de esos relatos aparecen entre las nuevas generaciones como verdaderas leyendas urbanas, unos las creen, otros no.
Entre los casos más recientes podemos ejemplificar con lo que en la administración del ex presidente Felipe Calderón se conoció como el monumento a la corrupción, aquella que en el marco de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución se erigió sobre avenida Paseo de la Reforma en la ciudad de México, y que hoy la ciudadanía la conoce simplemente como la “suavicrema” por su enorme parecido a una galleta.
El cómo se le conozca a esta obra es lo de menos, lo cuestionable son las grandes cantidades que en ella se invirtieron sin control presupuestal, al grado que a la fecha seguimos sin conocer cuánto le costó a las arcas públicas la galletita. Al respecto, se dice que en la misma se unieron ineptitud, inexperiencia y mucha corrupción, donde unos constructores la iniciaron y otros la concluyeron; primero, se presupuestó la cantidad cercana a los 500 millones de pesos y al final se dijo que tuvo una inversión cercana a los 900 millones. Qué tanta verdad o mentira hay en esta historia, ojalá algún día el asunto se aclare, pero de lo que si no dudamos es que detrás de esta obra, que inició mal y terminó peor, falta mucho por escribirse en materia de corrupción, opacidad y transparencia.
Y sí de historias poco transparentes hablamos en cuanto al manejo de fondos públicos, en la parte sindical se habla mucho de un personaje que vive y se comporta como rey, nos referimos al senador y dirigente petrolero, Carlos Romero Deschamps, de quien por todos lados se habla por la vida extravagante que se da y donde salen a relucir relojes, joyas, ranchos, viajes y otros privilegios obtenidos a costa de las cuotas sindicales de los trabajadores petroleros de la República Mexicana.
Aunque Romero Dechamps ha sido diputado federal y senador en varias ocasiones, la gente muy poco lo conoce por su actividad legislativa y más bien lo identifican por acciones asociadas con la corrupción, donde lo que se dice de él raya en todo tipo de historias, pero se asegura que son reales, porque hasta para miles de sus representados les queda claro que la dirigencia del sindicato de Pemex huele a corrupción y lo menos que piden para sus dirigentes es la cárcel.
La llamada izquierda mexicana no se queda atrás en cuanto a falta de transparencia en el manejo de sus recursos se refiere, y el ejemplo más claro es la actividad política que realiza el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Las historias oscuras en torno a este personaje no son precisamente por los cuantiosos recursos que ha manejado en las dos campañas presidenciales que ha encabezado, no, de él mucho se ha dicho -sin que hasta ahora nadie diga lo contrario- en el sentido de que el gobierno del entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, con Manuel Camacho Solís al frente, le entregaba grandes cantidades de dinero para financiar sus marchas desde Tabasco hasta la capital de la República y viceversa.
Desde esos ayeres, el ahora líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ha caminado en la oscuridad financiera, porque siempre ha sido cuestionado por la forma poco clara de la procedencia de los recursos que respaldan su actividad y las estructuras paralelas que ha formado en torno a los partidos políticos que lo han apoyado, eso a pesar de que en sus discurso las palabras honestidad y austeridad siempre van por delante.
Pero como son historias que la gente cuenta, pues es un hecho que nunca sabremos qué tanto dinero, del que maneja AMLO, es de procedencia ilícita, no lo sabremos, pero nos lo imaginamos, pues es poco creíble que alguien pueda financiar una campaña de manera permanente, muy activa por cierto, en los últimos 12 años. En este caso se habla de evasión fiscal, desvío de fondos públicos, triangulación de recursos, y muchos otros delitos. Ojalá algún día haya transparencia al respecto.
Pero a qué viene todo lo anterior, pues al hecho de que hace unos días se promulgó la reforma en materia de transparencia, la cual busca incrementar la rendición de cuentas en todos los órdenes de gobierno y con ello evitar historias como las que hemos relatado, porque como bien lo dijo el presidente Enrique Peña Nieto, en el marco de la firma de la promulgación de dicha reforma, los ciudadanos tienen derecho a saber en qué se gasta el presupuesto público.
Entre otros aspectos de los nuevos lineamientos jurídicos, podemos destacar que la importancia de esta reforma radica principalmente en que el catálogo de sujetos obligados se amplía a cualquier autoridad, entidad, órgano, y organismo de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial; a partidos políticos; órganos autónomos, fidecomisos y fondos públicos que reciban y ejerzan recursos públicos o realicen actos de autoridad y a cualquier persona física, moral o sindicatos en el ámbito federal, estatal y municipal.
También mandata la creación de un organismo encargado de la transparencia y el acceso a la información pública como un ente autónomo, con facultades para emitir su normatividad interna y además sienta las bases para crear organismos similares de carácter local en las 32 entidades federativas.
En sí, lo que se ve venir es de todo un sistema nacional de transparencia y es una lástima que esta reforma no aplique retroactivamente para quienes durante años se beneficiaron de la inexistencia de la misma, por lo que entre más pronto se aplique será mejor.