No entienden
Ramón Zurita Sahagún viernes 5, Sep 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los priístas perdieron la Presidencia de la República en julio del 2000 y entendieron que tenían que olvidar agravios y caminar juntos en la recuperación de los espacios perdidos.
Así lo hicieron y en los siguientes comicios (2003) reanudaron el camino y consiguieron recuperar algunas posiciones.
El camino no fue fácil, ya que los tricolores tragaron sapos, luego de una reñida contienda por la presidencia y secretaría general del partido entre dos fórmulas antagónicas: Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, ganadora, y Beatriz Paredes-Javier Guerrero, derrotada.
Se dijeron de todo, las descalificaciones y acusaciones fueron de alto calibre, pero entendieron que debían caminar juntos los grupos en pugna.
Tuvieron su prueba de fuego en los comicios de 2004, manteniendo a sangre y fuego los estados más importantes en disputa.
Veracruz, Puebla, Oaxaca, Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa se refrendaron, algunas de ellas por márgenes pequeños, pero favorables todas.
Los priístas marchaban bien y los pronósticos era que recuperarían la Presidencia de la República un sexenio después de ser desalojados de Los Pinos.
Surgió entonces la disputa por la candidatura presidencial, entre el entonces presidente del partido, Roberto Madrazo Pintado y los miembros del TUCOM, donde se alojaban los poderosos gobernadores del Estado de México (Arturo Montiel), Coahuila (Enrique Ramírez), Tamaulipas (Tomás Yarrington), Nuevo León (Natividad González), Hidalgo (Manuel Ángel Núñez), Sonora (Eduardo Bours) y el líder de la fracción priísta en el Senado de la República (Enrique Jackson).
La tensión entre ellos creció, se atacaron con todo y los priístas inconformes con la nominación de Madrazo Pintado entorpecieron el regreso del PRI a la Presidencia de la República.
Nuevamente se tuvo que tejer fino entre los grupos de priístas y fue entonces cuando comprendieron que para recuperar el Poder Ejecutivo federal tenían que caminar juntos con ese propósito, sin empedrar la ruta.
De esa manera se pavimentó el camino que recorrió Enrique Peña Nieto y 12 años después de perderlo, los tricolores regresaron para despachar en Palacio Nacional y habitar Los Pinos.
Esa lección no parecen entenderla los panistas, que dos años después de perder la elección presidencial y ser enviada su candidata al tercer lugar de las preferencias, mantienen las disputas por las migajas del poder público que les corresponde.
Como los priístas en su momento, surgieron los grupos en disputa y la elección del presidente del partido dejó heridas que en el caso de los tricolores cicatrizaron pronto o fueron atendidas con urgencia, pero que en la situación de los panistas supuran todavía.
Los grupos en disputa se mantienen en pie de guerra y los perdedores de todas las batallas se atrincheran en el Senado de la República, obstaculizando cualquier intento para establecer acuerdos.
Pero tampoco desde el otro bando se facilitan las cosas y con la elección federal en puerta, la situación entre los grupos panistas se endurece.
El riesgo es muy grande, ya que en 2015 se eligen 9 gobierno estatales, de los que dos (Baja California Sur y Sonora) mantiene en su poder Acción Nacional y se presenta la oportunidad para triunfar en cuando menos tres más. Para ello, tendrían que establecer una tregua los grupos en disputa o llegar a acuerdos en beneficio del partido y sus candidatos.
Uno de los personajes que ha tratado de mediar entre los grupos en pugna es Luis Felipe Bravo Mena, quien desde la presidencia del partido se convirtió en el primer dirigente nacional en ganar una elección presidencial, aunque contó a su favor con la figura de un buen candidato (Vicente Fox) y de un partido (PRI) en plena caída.
Bravo Mena dice que a su partido (PAN) “se le quebró el alma” y a punto está de convertirse en unas siglas, en un membrete. En una entrevista concedida al diario “El Universal”, el ex embajador de México en el Vaticano, precisa que su partido se ha ido desgastando, perdiendo la esencia de su fundación, ocurrida en 1939.
La crisis interna que vive el partido y la degradación moral de algunos de sus miembros, es criticada por el ex dirigente nacional del partido y recuerda que los estatutos exigen cuidar la buena fama y el prestigio del organismo político.
Sin embargo, esos señalamientos de Bravo Mena no parecen ser observados por algunos de sus militantes que continúan echando más leña al incendio.
Las acusaciones van de un lado a otro y versan sobre sobornos, cochupos, cobro de cuotas y negociaciones oscuras, sin dejar de lado el lado moral.
Son pocos los meses que separan al partido de los comicios federales del año próximo (junio) y de la definición de candidaturas, por lo que tendrá que acelerar su recomposición, si es que quiere competir con posibilidades de triunfo en ese proceso electoral. Ellos tienen la palabra y sentarse, dialogar y establecer acuerdos que les permitan contender unidos los grupos en disputa, los pondría en la ruta que transitó el hoy partido en el poder.
Cierto es que los electores son los que definen en las urnas los ganadores de cada una de las contiendas, pero en el ánimo ciudadano permean estas diferencias que mantienen los partidos y más cuando son incapaces de llegar a acuerdo interno y muestran un lado que no gusta a los votantes.
PROSPERA
La nueva joya de la corona en materia de política social es el programa Prospera, que sustituye a Oportunidades.
Según el presidente Enrique Peña Nieto, el programa destinará mayores apoyos en materia educativa, de salud, nutrición y economía de las familias beneficiadas.