SCJN y CNDH, mensajes para reflexionar
¬ Alejo Sánchez Cano lunes 15, Dic 2014Como veo, doy
Alejo Sánchez Cano
Dicen los especialistas en el análisis del discurso que todo acto discursivo puede ser comprendido si los oyentes o lectores tomamos en cuenta no sólo los elementos expresivos y el contenido presentado, sino también el contexto en que se produce.
Pues bien, la semana pasada escuchamos y dimos lectura a noticias en torno a los mensajes que transmitieron en su discurso los titulares de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en el contexto de los lamentables hechos de Iguala, Guerrero, donde el país aún sigue demandando justicia para los Jóvenes desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa.
En ese contexto, el presidente de la SCJN, Juan Silva Neza, señaló que la nación se encuentra afectada y no será el transcurso del tiempo ni el silencio de las instituciones lo que permita superar la adversidad y añadió que ante los recientes acontecimientos dolorosos y lamentables, el Poder Judicial de la Federación (PJF) no permanecerá al margen, no será nunca ajeno a lo que pasa en la sociedad y, como parte del Estado mexicano, llevará a cabo las acciones que le correspondan.
Así, en el marco de su IV Informe de Labores, el Ministro Silva Meza señaló que frente a la situación que atraviesa el país, de violaciones graves a los derechos humanos, cometidas por quienes deberían brindar seguridad a la población, “todos los servidores públicos debemos escuchar, aplicar las normas que justifican nuestra existencia y rendir cuentas de nuestros actos”.
El representante del poder judicial añadió que “quienes damos vida a las instituciones debemos ser sensibles a todos estos reclamos. Debemos encauzar las consecuencias del dolor y la tragedia, por la vía institucional, mediante la adopción decidida de una actitud transparente, de servicio y cercanía con las personas”. Y que será el reconocimiento de los problemas sociales, económicos y de justicia, así como la determinación de hacerles frente, lo que podrá devolver la paz a un México, hoy en día, lastimado.
Por su parte, el presidente de la CNDH, Raúl González Pérez, durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de los Derechos Humanos 2014, señaló que “los derechos humanos están en crisis en algunas regiones de nuestro país”.
Y reconoció que a 66 años de la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el anhelo por vivir bajo el paradigma de respeto pleno a la dignidad humana sigue vigente. Que “la conquista y reconocimiento de estos derechos aún enfrentan desafíos múltiples y en México atraviesan una etapa muy compleja”.
Dijo que en todo el territorio mexicano existe un malestar social muy difundido, principalmente por hechos dolorosos como los ocurridos en Iguala, pero no necesariamente tiene su origen y se limita a estos casos, que más bien han catalizado un largo proceso de frustración de expectativas iniciado años atrás, pero que no fue advertido con oportunidad en sus diferentes vertientes económicas, sociales y culturales.
Añadió que “las manifestaciones son una expresión de hartazgo ante la impunidad, de indignación por la complicidad entre algunas autoridades y delincuentes, y de inconformidad ante los abusos de poder y la falta de respuesta de las autoridades a las demandas por un país más justo e incluyente”.
Aceptó que desafortunadamente “este ejercicio legítimo de derechos se ha visto afectado por las acciones de grupos minoritarios violentos que, ante las circunstancias que atravesamos, quisieran generar un contexto de ruptura y polarización social”. Y sentenció que la injusticia, la mentira y la violencia, sea cual sea su origen, agreden y debilitan a México.
Sin duda dos mensajes que invitan a la reflexión y más allá de los recursos retóricos que quisiéramos encontrar para el análisis discursivo, como los gestos, la entonación de las palabras o el movimiento corporal, la estética o la poética, más allá de todos esos elementos de estudio, hoy nos quedamos con las palabras, al parecer sinceras, de quienes desde la autonomía de sus funciones también se ven como parte del problema de lo que está sucediendo en nuestras calles y lo mejor, son parte de la solución.
Qué bueno, porque para nadie es un secreto que los impartidores de justicia, llámese SCJN, tienen fallas; que la corrupción también ha llegado a sus filas y que la rendición de cuentas y transparencia no los ha dejado bien parados.
En cuanto a la CNDH, pues sólo decir que con sus actuaciones nos da la impresión de que lo de ellos es velar por los derechos humanos de quienes delinquen y poco les importan los derechos de una ciudadanía que cotidianamente se ve afectada por manifestaciones, robos, violaciones y todo tipo de fechorías. Eso parece.
Pero vemos que hay reconocimiento tácito de la existencia de una problemática en lo que a seguridad, derechos humanos e impartición de justicia se refiere, ahora sólo falta ver que hacen para que todo lo malo cambie. Sabemos que no hay soluciones fáciles, pero siempre es mejor hacer el intento. En fin, que nos quede para la reflexión.
VA MI RESTO.- Para los que buscan culpables del caso Ayotzinapa, pues que volteen sus miradas a quienes levantaron y tal vez asesinaron a los muchachos; también en quienes ungieron candidato a José Luis Abarca, el ex presidente municipal coludido con la delincuencia organizada; culpable el gobierno estatal que no actuó a tiempo para detener a toda esa bola de bandidos; culpable Andrés Manuel López Obrador que presumía la trayectoria de políticos delincuentes levantándoles la mano… Y hasta ahí, porque como veo, doy.