Un pueblo aguantador
Francisco Rodríguez miércoles 17, Ago 2016Índice político
Francisco Rodríguez
México es infinitamente generoso en documentos, filmes, testimonios, historias y libros que han desenmascarado la corrupción de las clases gobernantes. Un país como el nuestro, dotado hasta lo inaudito de inmensas riquezas naturales, ha sido injustamente explotado por lo peor de sus hijos protegidos por la impudicia, hasta ahora ha generado un pueblo exánime y aparentemente quieto.
Siempre hemos convivido con la corrupción y sus perversas mañas. La hemos sentido hasta en miembros de nuestra familia. Nunca se ha ido, siempre ha estado tomando el café en nuestra sala, comedor o recámara.
Se disfraza de cacique atrabiliario, poderoso coyote, señor de horca y cuchillo, de vidas y haciendas, funcionario corrupto, rastacuero y vendepatrias, confesor religioso y chismoso entregado al mejor postor, periodista taimado, mentiroso y arrastrado.
Vivimos en un estado catatónico, influenciados hasta la médula por la confusión e ignorancia que provoca la distracción informativa, la ignorancia interesada, catapultada al extremo por medios que no paran mientes en adular a los gandayas.
Nos conformamos con la única vida que conocemos
La confusión se reproduce, pues somos un pueblo aguantador, agachado, decía Rius, con tradición de protectorado maquilador, productor y proverbial expulsor de migrantes, violado y vejado constantemente, a lo largo de los siglos, por invasores ignorantes, desalmados y corruptos.
Nos refocilamos en la impotencia. Nos conformamos con la única vida que conocemos, la que se desarrolla plácidamente entre lo mullido de nuestros fantásticos microclimas, vulgares parodias televisivas de la peor factura, pésimos espectáculos, generosos paisajes…… reductos virginales, selváticos, montañosos y costeros de la llanada. Excelentes cocinas y gastronomías regionales, que sacan sus jugos de una excepcional combinación de culturas, con alimentos condimentados por la paciencia y el amor de nuestras heroicas mujeres, acompañados por el cariño entrañable de nuestros hijos y el calor familiar de nuestros ancestros.
Ocultan que alguna vez existió una sociedad benefactora
Para nosotros, pactar con el diablo, es casi lo mismo que tratar con la muerte. Si a esta última la hemos agasajado con la fina cortesía conque apapachamos a La Catrina en la explosiva festividad de Todos los Santos y en los jolgorios que hacemos con sahumerios de eróticos olores, el convivio con los farsantes nunca nos ha tomado por sorpresa.
La corrupción nunca ha dejado de acompañarnos en nuestra apretada vida, ni en los momentos miserables de la muerte, cuando empeñamos hasta los retratos de la familia para comprar el cajón y la fosa y poder enterrar o incinerar a nuestros seres queridos.
Vivir en medio de la feracidad y ser colmados por la exuberante vegetación, los frutos silvestres y los rincones paradisíacos, ha sido confundido con vivir en el bienestar. Las nuevas generaciones no saben, porque se les ha escamoteado la información…… porque se les ha ocultado que alguna vez existió una sociedad benefactora que brindó, a través del Estado, mejores condiciones de existencia y recreación, donde para conservar el empleo nunca fue indispensable perder la dignidad o arrastrar la cerviz.
Los que se burlan del sentido común y de nuestra convivencia
Todo aquél que tenga algo importante que decir está obligado a hacerlo, aunque con ello se cierre todas las oportunidades y las puertas fáciles de la vida muelle que, comúnmente, creen los agachados, sólo se abren con genuflexión y lisonjas para los poderosos en turno.
Por el contrario, deben callar y dejar de mandar, urgentemente, los que cada vez que abren la buchaca y ordenan, se burlan del sentido común y hacen temblar las paredes de la frágil convivencia. Los que equiparan el entreguismo petrolero con acciones soberanas, los que se roban, como los mexiquenses…
… los dólares de la reserva, distribuyéndose los beneficios, para luego comprarlos más caros, con cargo al presupuesto, con nuestros impuestos, en cualquier ventanilla de Manhattan.
Imbéciles que creen que Hillary es mejor que Trump
Los pensamientos que ayudan a construir un mejor colectivo, no son propiedad de nadie. El que quiera tragárselos en solitario conseguirá sin duda envenenarse. Es igual a lo que le pasa al cretino o al codicioso que se dedica a acumular dinero, obstaculizando que circule entre quienes lo han generado. Tarde o temprano deben confinarlo, aunque sea para curarle la indigestión.
Igual que los que creen que Hillary es mejor que Trump. Los dos persiguen, con diversa prosa, que desalojemos el país, para chupar de un solo popotazo toda nuestra riqueza mineral, petrolera y hasta la biodiversidad. Si no son ellos, serán otros de los mismos, no porque tomen soluciones personales, sino porque obedecen a los mismos empresarios de siempre.
O los que creen que uno u otra favorecerán sus ambiciones presidenciales. Sin reparar en que el gobierno ha bastado para que sus patrones trasnacionales desconfíen de sus pobres habilidades de encubrimiento, recelen de sus múltiples torpezas, de sus noñerías provocativas y delicadamente peligrosas para su expoliación con tranquilidad social.
Somos producto de las ocurrencias de nuestros depredadores
Cuando un país está mal, lo han dicho todos los clásicos, en todos los tonos, va mal todo. No puede ser que un país explotado, vacío, sin programa ni idea del mundo y sus alrededores, produzca algo de provecho, en ningún renglón de la actividad industrial, comercial, agropecuaria… o humana.
Querámoslo aceptar o no, México es producto de las ocurrencias de sus depredadores. Siempre hemos insistido en copiar, a lo bizarro, las expresiones jurídicas, constitucionales, regímenes del extranjero, creyendo que ayudan más a la explotación de nuestros dirigentes.
Pero nunca habíamos conocido, como pueblo, a un grupo en el poder tan descastado. Rayan en la demencia ignorante, en su ilimitado afán de codicia atentan contra sí mismos, contra todo sentido del mínimo pudor, de la mínima vergüenza, del íntimo decoro, López Velarde dixit.
De Río de Janeiro, ni las “gracias por participar”
La exhibición en las olimpiadas de Río de Janeiro, no deja lugar a dudas. El mismo comisionado para la Seguridad que destrozó Michoacán a sangre y fuego, el que traficó y se adueñó de las armas asesinas, el primo del asesor jurídico presidencial —que no es otro que Humberto Castillejos Cervantes—, Alfredo Castillo Cervantes…… pasea el palmito de una edecán habilitada como atleta del mayor rendimiento, mientras su país no obtiene de esos juegos ni las “gracias por participar”, revelando la inmundicia y el saqueo de los presupuestos deportivos en todos los niveles de la burocracia olímpica.
Diario, exhibimos ante el azorado mundo, lo peor de nuestras flaquezas. Lo que nos identifica más con los dictadores haitianos del pasado, como Papá Doc Duvalier y sus tonton macoutes, que con una republiquita bananera.
¡Urge que se vayan! Pero antes, urge que paguen por sus atrevimientos y desmanes. Que respondan ante un país enfurecido, al que han sacado de sus casillas, al que han levantado de su modorra, a base de estropicios de toda calaña.
Urge que sean exhibidos ante el mundo como la peor claque de desclasados que han pretendido manipular a México, en bien de nuestra conciencia como pueblo. Esto sería el mejor ejemplo de que no somos un pueblo adocenado e inconsciente como se esmeran en demostrarlo estos palurdos, que en mala hora llegaron a los puestos de mando.
No es cierto que el país se desestabilizaría con sus renuncias. Al contrario, reasumiría lo poco de dignidad que le queda. Sólo serían exhibidos ante la opinión pública sus cómplices y lacayos.
¡Ya es hora! ¡Nuestro pueblo está hasta la madre con estos sinvergüenzas! ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Los atletas de la delegación mexicana presentes en los XXXI Juegos Olímpicos no son suizos, ni cubanos, tampoco australianos. Reflejan lo que somos. Una sociedad abusada, sin la nutrición adecuada desde la infancia misma —aún antes, desde el vientre materno, si usted me apura—; sin la enseñanza adecuada, debido a los programas educativos de la SEP; sin oportunidades de trabajo, con salarios misérrimos, muy por debajo de la línea de sobrevivencia; carentes de programas culturales y deportivos que llenen los espacios de ocio… mientras que la Conade refleja con toda fidelidad: sin preparación ni ganas de aprender, inmersos en la corrupción hasta por unos trapos –sean o no de Hugo Boss—. + + + “Ustedes proyectarán, justamente, mucho de este proceso de transformación que México está viviendo”, dijo EPN a la delegación mexicana hace un mes, cuando los abanderó en Los Pinos. Y sí. ¿A poco no?
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