Se acabó la fiesta
Freddy Sánchez martes 4, Abr 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Circo, maroma y teatro (a falta de vigencia, confianza y consistencia), le hará falta hacer al Partido de la Revolución Democrática, si sus actuales dirigentes, junto con sus famosas tribus, no quieren desaparecer del mapa político electoral en las próximas elecciones presidenciales.
No sólo podría ser iluso pensar que este instituto político (de grandes glorias en los últimos sexenios, primordialmente en la Ciudad de México), encontrará y logrará postular a un candidato con posibilidades de ganar la Primera Magistratura, sino simple y llanamente hacer efectiva su supervivencia como fuerza política a tomar en cuenta en el futuro.
Claro que en política nada está escrito.
Habrá quien ponga de ejemplo al Partido Verde Ecologista, por años y años, menospreciado entre diversos actores políticos con membresías mucho más poderosas electoralmente, que no obstante su propio caudal electoral, en ciertas circunstancias debieron buscar una alianza para ambos y los beneficios políticos no fueron poca cosa.
El panismo logró echar al PRI de Los Pinos y después el Revolucionario Institucional regresó a la casa presidencial, tras dos sexenios de castigo electoral y una sorpresiva recuperación de su influjo social, aunque esto sólo haya sido entre un tercio del electorado, (en los últimos tiempos factor suficiente para que un instituto político pueda darse el lujo de ganar la presidencia con bastante menos de la mitad de los electores participantes en una elección presidencial), siendo justamente lo sucedido de manera casual y al mismo tiempo paradójicamente en la tres últimas elecciones presidenciales, en las que los ganadores (PAN y PRI) hicieron una alianza con el partido Verde Ecologista.
Amplios, medianos o menores los apoyos sociales hacia este instituto político, sobreviviente e incluso actor importante en decisiones cruciales para el país, en distintos momentos de la vida nacional, al lado del partido gobernante, tal como ocurre en la actualidad (dado que el verde abandonó al PRI cuando perdió la presidencia y volvió a ser su aliado al recuperar la silla presidencial), constituyen un acervo de cultura política electoral imposible de no visualizar
Como seguramente lo estará haciendo el Partido de la Revolución Democrática, al que de manera anticipada y posiblemente errónea, en diversos círculos políticos y sociales se le augura su defunción electoral en el 2018 y por lo tanto su desaparición en las lides políticas después de la contienda presidencial.
Empero, el perredismo sencillamente cuenta con las mismas opciones que a lo largo de muchos años con astucia (algunos quizás digan que más bien con evidente oportunismo), aprovechó el Verde Ecologista.
O sea, aliarse con el partido político que menos difícilmente le pueda ganar a López Obrador en su nuevo intento por llegar a Los Pinos.
Cualquiera con un mínimo de intuición política sabe que sumarse a Morena, si acaso le permitirá a unos cuantos dirigentes del PRD obtener un cargo electoral futuro, pero como partido político con influencia y poder ciertamente se estaría dirigiendo a “su tumba”.
Algo distinto podría ocurrir si los perredistas que mandan en este instituto político se las ingenian para apoyar a los panistas o priístas, según les convenga más.
De otro modo, lo único que les quedará a los actuales dirigentes, asociados, incrustados, simpatizantes y demás voceros de las distintas y dispares izquierdas que hay en México con el emblema perredista, será decir con nostalgia y pesar: se acabó la fiesta.