“Unicorniomanía”
Ángel Soriano miércoles 26, Abr 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Inunda a México, Estados Unidos y Canadá, otra bebida asesina del imperio del mal: “unicorn frappuccino”.
La juventud en el primer y tercer mundo vive en plenitud la unicorniomanía. Con todo el poder del capitalismo salvaje, la empresa gringa, Starbucks Corporation, ha introducido en México, una bebida multicolor y brillante, elaborada a base de leche, chocolate, crema y jarabes frutales, más venenosa que las aguas negras del capitalismo salvaje.
Starbucks Corporation, que cuenta con más de 17, 800 establecimientos repartidos en 50 países, llegó a invadir México en septiembre del 2002.
Esa trasnacional, tiene la particularidad de personalizar con su nombre, las bebidas de los asiduos consumidores, que al ver su identidad plasmada en un vaso, adoptan una actitud de élite. Sus precios están por las nubes, pero los elitistas jóvenes amantes de lo novedoso, los pagan con los ojos cerrados.
La dichosa bebida asesina, en opinión de nutriólogos, irrumpe sin ningún control del Estado mexicano, puesto que su contenido nutrimental no lo define la empresa y los estudiosos llegan a la conclusión de que un vaso con dichos componentes, equivale a nada más y nada menos a 410 calorías, que para sacarlas del cuerpo y evitar que se conviertan en obesidad, se requiere realizar alguna actividad física por más de una hora.
La nueva bebida asesina, causante de la “unicorniomanía”, se ha hecho famosa entre la juventud gracias a sus llamativos, pero asesinos colores y brillo, que son el gancho que crea inmensas filas que engrosan las arcas de la trasnacional en las bolsas de valores.
Pero ¿qué nos dice la “unicorniomanía”?
Pues, en primer lugar, que los jóvenes de hoy son vulnerables a los embates del esclavismo consumista urdido por el capitalismo salvaje sin reparar en los estragos que provocará en la salud de millones y millones de mexicanos y de otras latitudes del mundo.
Refleja también, el desamor paterno y materno, la imperiosa necesidad de autodestruirse, tomando ingenuamente un veneno letal. Exacerba la necesidad de sentirse tomado en cuenta.
La fama del “unicorn frappuccino” ha invadido las calles y las redes sociales, los periódicos, la radio, y la “unicorniomanía” está hasta en la sopa. ¿Qué vacíos estamos! Qué superfluos!
Starbucks le dio al clavo. Claro, hizo previamente un estudio mercadológico en el que no faltó la sociología de la banalidad que vive el hombre actual. Cayeron redonditos en las redes del imperio capitalista del mal.
Son los mismos esclavos del consumismo los que le hacen el caldo gordo y la publicidad a esa trasnacional, pues la publicidad más penetrante va de boca en boca y mientras unos no atinan si se trata de un postre, un hijo de un boing de mango y una tix-tix de moras, o de una asesina bebida con alto contenido calórico, lo cierto es que grandes excedentes de calorías quedarán en el cuerpo de millones de mexicanos que en un futuro próximo padecerán de obesidad, ceguera, impotencia sexual, diabetes, hipertensión, colitis, gastritis y un larguísimo etcétera, pues una asesina bebida de esa naturaleza equivale a 8 tazas de brócoli, 107 fresas, 62 almendras, 350 g de bistec, 7 tortillas, 4 elotes con harta grasa, 3 rebanadas de pizza, una hamburguesa big mac, etc.
Pregunto a los jóvenes inmersos en la “unicorniomanía”, ¿Qué prefieren, seguirse autodestruyendo con bebidas asesinas, antes que comer como manda Dios?