Buen mando policial
Freddy Sánchez viernes 8, Sep 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Lo dicho por el presidente Peña Nieto sobre los avances tecnológicos de la delincuencia organizada, no sólo es una verdad irrefutable, sino un lamentable reconocimiento institucional sobre el rezago para combatir con eficiencia el delito en nuestro país.
Y es que como se dice coloquialmente, no se puede “ir a la guerra sin fusil”.
Cosa que ha venido sucediendo en nuestro país, si consideramos que mientras las mafias se equipan con lo más avanzado de la tecnología utilizando una buena parte de sus ganancias ilícitas para adquirir lo mejor de lo mejor en armamento, aparatos electrónicos de comunicación, vehículos y demás aditamentos que les permitan ir “un paso adelante” de las autoridades, en las dependencias de seguridad se carece de lo indispensable.
Los policías en la mayoría de los municipios del país no tienen buenas armas (sólo auténticos vejestorios muchas veces inservibles), carecen de equipos tecnológicos eficaces para el apoyo de sus actividades de vigilancia y prevención del delito, no reciben un capacitación adecuada y permanente, además que en un sinnúmero de situaciones de riesgo desconocen qué hacer para salvaguardar su vida y la de los ciudadanos y ni siquiera están bien alimentados.
El presidente Enrique Peña Nieto al exhortar al Congreso para aprobar un mando único policial y desechar la idea del mando mixto, dio a conocer otro dato funesto de lo que sucede en los cuerpos de policía, al revelar que en el 70 por ciento de las corporaciones en el país (particularmente las municipales), sus elementos tienen un nivel escolar ínfimo.
Eso explicaría por qué un alto porcentaje de los policías ni siquiera saben escribir y por ello cuando dan cuenta de un hecho delictivo, obviamente, poco o nada sirve para la realización de investigaciones.
Claro que tampoco los egresados de las universidades, que la nueva moda implementada en las corporaciones de policía para la incorporación de nuevos elementos, se puede considerar como un factor altamente positivo en la lucha contra las organizaciones delictivas.
Y es que lo que ha faltado es introducir en los programas de capacitación, las materias de conocimiento, que en realidad favorezcan una adecuada preparación de quienes asumen una labor policiaca y para eso, naturalmente, no bastan conocimientos universitarios, cuando no se tiene una condición innata para el ejercicio de actividades relacionadas con el combate a la delincuencia.
Porque hay que decirlo claramente: a los mafiosos jamás se les podrá someter si no se tienen las agallas para poner en riesgo la propia vida en la compleja empresa de hacer frente a individuos dispuestos a matar o a ser eliminados en una confrontación física con representantes de la ley.
En ese contexto, cierto puede ser que un mando único policial pudiera ser más efectivo en la batalla contra las organizaciones criminales, en especial si se diera un paso definitivo para ponerse al parejo de los avances tecnológicos de los grupos delictivos con sofisticados equipamientos para sus empresas delincuenciales, pero tal cosa no sucederá en tanto la capacitación de los policías no mejore, ni se incluya en el proyecto institucional la adopción de nuevas las técnicas y prácticas policiacas.
Entre otros objetivos para modificar criterios y métodos de operación, a efecto de que quede claro qué deben hacer los policías en defensa de la sociedad y de sus propias vidas en la lucha contra las mafias del delito, lo que evidentemente no se podría garantizar con la implantación de un mando único de la policía si en contraposición se siguiera careciendo de un buen mando policial.