Llegar como el mejor, salir como el peor
José Antonio López Sosa martes 3, Abr 2018Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Justo eso le sucedió a Miguel Ángel Mancera luego de su gestión como jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Llegó triunfador por la coalición de las izquierdas en 2012, su ventaja sobre los demás fue de dimensiones nunca antes vistas en una elección capitalina, llegó creyéndose lo que nunca fue y se marchó dejando a su partido, al PRD, al borde del colapso.
Tal vez el problema es que Mancera creyó que esa ventaja con la que ganó la elección, la obtuvo solo por él mismo, cuando fue el reflejo de tres administraciones perredistas cuya aceptación en la ciudadanía, se vio reflejada en las urnas: la de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.
No hay otra explicación para ese resultado, sumándole además, los pésimos candidatos que presentaron tanto el PAN como el PRI en aquel momento.
Mancera sintió que llegó como el más capaz, el mejor calificado y el más aceptado.
Comenzamos a padecer los capitalinos sus yerros y limitaciones políticas. En tres años participó de forma directa en la cisma de lo que siempre dijo, no era su partido, el PRD.
Para la elección intermedia, Morena ganó delegaciones y diputaciones, siendo el peor resultado perredista de su historia en la Ciudad de México. No obstante, él se veía ya como candidato presidencial.
La crisis comenzó cuando los números no le alcanzaron para ser candidato, no cuando hundió a la Ciudad de México. Su semblante cambió y no tuvo más que aceptar la oferta de Alejandra Barrales y Ricardo Anaya, para ser legislador por la vía plurinominal.
Mancera salió como el peor, no sólo con relación a la ciudadanía, sino consigo mismo, no logró alcanzar ese sueño que veía muy fácil desde que asumió la jefatura de gobierno.
Este es un ejemplo digno de análisis político y social, de cómo un gobernante se rodea de incondicionales que le aplauden las 24 horas del día, de cómo un político se aleja de sus gobernados, pierde el piso y al final, se queda sin su aspiración.
Cuando escuché el espot del PRD apoyando a Ricardo Anaya e identifiqué la voz de Mancera diciendo: yo estoy con Anaya, todo esto se vino a mi mente.
Pero hay peores en ese frente, está el caso de Jorge Romero, por ejemplo, que merece una columna aparte.