Juventud acumulada
¬ Salvador Estrada martes 26, Feb 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
La vejez empieza a los 60 años, dice la ONU, pero algunos países señalan los 65 para considerarlos ancianos o viejitos, palabra que se considera despectiva, por lo cual en México se creó, para ayudarlos, el Instituto Nacional Para Adultos Mayores.
A los adultos mayores se les llama también “juventud acumulada” y otros los mencionan como ”experiencia acumulada” eufemismos que se utilizan para no ofenderlos.
En México viven 13 millones de adultos mayores, que pasan de los 60 años, que es casi el diez por ciento de la población nacional que es de más de 131 millones.
Cada cinco años aumenta el número de “los hombres y mujeres experimentadas” por lo cual “el Estado no está preparado para el envejecimiento nacional”, declaró el ombudsman Luis Raúl González Pérez.
El titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos dijo también que los ancianos no son objeto de caridad y que son discriminados y carecen de servicios médicos eficientes.
González Pérez indicó que son insuficientes los pagos económicos que se les da a través del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, que por sus siglas se le conoce como el INAPAM.
Demandó que el Estado ratifique la Convención Interamericana sobre los Derechos de las Personas Mayores.
Dijo que las políticas públicas para los ancianos son meros programas asistenciales.
Y llegar a la ancianidad, con el pelo cano, no te hace digno de ser respetado porque la juventud los llama “rucos” y no son atentos ni educados, ni con sus propios abuelos.
Los chavos no consideran que un día llegarán a cumplir 60 y se sienten que son los dueños de la verdad, que les vale un comino el pasado que ellos son el hoy junto con su música electrónica y los DJ, y los grandes conciertos y su contacto en las redes y …no hay más.
Los abuelos quieren ser activos, sentirse útiles, y muchos, pese a su edad, están en buenas condiciones para trabajar y ahora son ”cerillos” en los supermercados.
Sin embargo, hay abuelos olvidados de sus propios familiares. Los envían a los asilos y ahí los dejan. No los visitan y los de la ”tercera edad” se la pasan añorando a sus familiares, con la esperanza que pronto acudan al asilo para convivir con ellos .Y la tristeza les pega, mañana, tarde y noche.
El gobierno capitalino debe organizar un programa para llevar a los ancianos de los asilos “una variedad artística “ que los divierta cada domingo y les dé alegría a su corazón. Y también que les den la receta del Papa Francisco : su dosis de cariño-terapia.