Juventud criminal
Freddy Sánchez jueves 25, Jul 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Dios nos agarre confesados”, si diecisiete millones de jóvenes azuzados por su pobreza, se convierten en reclutas de la delincuencia organizada.
En un loable intento para evitarlo, el gobierno federal apresura el paso para que la juventud en condiciones de escasez de lo básico para subsistir familiarmente, logre incorporarse al mercado formal de los empleos.
Ese es el gran propósito del Programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, aunque los recursos disponibles son infinitamente menores a los requeridos para dar apoyo económico institucional a toda la juventud que lo necesita actualmente en México.
Frente a una demanda integrada por diecisiete millones de jóvenes, cerca de cuatrocientos mil apenas están afiliados al sistema de becas para facilitar la capacitación empresarial de los interesados.
Tres mil seiscientos pesos mensuales recibe cada chico o chica en pos de que antes de un año, debidamente preparados para un empleo formal, el gobierno deje de pagarles y lo haga la iniciativa privada.
Y así crecerá el número de jóvenes llamados a una actividad productiva lícita, en vez de ser empleados de las mafias del delito.
Por desgracia, el desarrollo de las gestiones institucionales en progreso, no permiten estar seguros de que la atracción de esos jóvenes hacia menesteres honestos, mediante el programa señalado logrará anticiparse a la seducción del hampa criminal evidentemente interesada en dar empleo a la juventud en actividades ilícitas.
La oferta es ese sentido, es ilimitada: falsificación en todas sus modalidades, desde ropa, discos y perfumería entre otros rubros, además de producción, trasporte y venta de sicotrópicos, fraudes y extorsiones de todas clases, por sólo mencionar unas cuantas actividades delictivas en plena realización a lo largo y ancho del país con ramificaciones en muchas partes del mundo. Porque el crimen organizado ha logrado tal crecimiento y expansión en nuestro país, que realmente se necesitará un desempeño gubernamental altamente eficiente y creativo para contrarrestar el avance de las mafias del delito, en actividades económicas generadoras de ganancias multimillonarias.
Razón ésta última, del reiterado fracaso oficial sexenio a sexenio, en al menos los últimos cuarenta años, puesto que con dinero a “manos llenas” los delincuentes compran complicidades e impunidad en distintos niveles de la administración pública.
Y aquellos policías, militares, legisladores y funcionarios de mayor nivel que “no se venden” quedan expuestos a ser victimados por el fuego inmisericorde de la metralla asesina de los amos y señores del crimen.
Una bestialidad y prepotencia que sigue latente en territorio nacional, a pesar de las mejores intenciones del nuevo gobierno para evitar que esto permanezca como antes e incluso empeore si las acciones públicas en ejecución y las que faltan en entrar en operación, no son suficientes para obligar a las organizaciones criminales a echarse para atrás.
Por lo mismo, entonces, la urgencia de que se logre impedir al máximo posible el reclutamiento delictivo de jóvenes en condiciones de pobreza y por ello, candidatos naturales a ser seducidos por el hampa con el atractivo del dinero fácil y abundante, aunque tal beneficio suela ser poco duradero.
Y es que a pesar de que los adolescentes que entran al círculo delincuencial, (por voluntad propia o forzadamente) no ignoran lo que les puede pasar, el sólo hecho de que de “la noche a la mañana” les sobre dinero para sus complacencias, los hace ignorar cualquier peligro y que, tarde o temprano tendrán que afrontarán las funestas consecuencias de dedicarse a delinquir.
El caso es que, pese a los esfuerzos oficiales y gastos formidables para combatir a las organizaciones delictivas, en los pasados seis sexenios, las actividades del crimen han venido en aumento, cosa que hasta ahora no ha cambiado en el sexenio que corre, lo que hace temer aún más el vertiginoso empoderamiento de una juventud criminal.











