En Montpellier, una de las ciudades más atractivas de Francia, coexisten la historia antigua y la modernidad, sin mezclarse
Turismo lunes 23, Sep 2019De cinco estrellas
Victoria González Prado y Alberto Gil
Primera de dos partes
Montpellier, Francia.- Seguramente no imaginas viajar en invierno a ningún sitio y mucho menos si la temperatura no es favorable. Sin embargo, en invierno visité esta ciudad del sur francés y quedé fascinada.
Es pequeña, resaltan construcciones antiguas que te llevan al pasado y de repente tropiezas con la apabullante modernidad.
La aventura comenzó desde que nos subimos en Madrid a un vagón de Rail Europe que nos trajo en cinco horas 40 minutos a la renovada estación Montpellier Saint Roch, en el centro de esta ciudad mediterránea.
Lo primero que ves al salir de ella son coloridos tranvías que recorren distintos puntos de la ciudad y parece que te dan la bienvenida. Aquí es habitual moverse a pie, en bicicleta y en tranvía.
Las dos primeras líneas de tranvías que aportan toque ecológico a la urbe fueron diseñadas por Garouste y Bonetti.
En la línea 1 las golondrinas anuncian la primavera, símbolo de la renovación del transporte; en la 2, flores coloridas reflejan la belleza del verano en el paisaje mediterráneo.
En las dos líneas siguientes los vehículos fueron diseñados por Christian Lacroix, ícono del mundo de la moda y habitante del sur.
Pulpos, peces, estrellas de mar y monstruos marinos son los elementos con que vistió a la Línea 3. En la 4, un tranvía envuelto en color oro circula en el Grand Coeur de Montpellier, adornado con antiguos dibujos arquitectónicos que reflejan el sol de Languedoc e incitan al viaje.
A decir de Patrick Roper, director de Gares&Connexions, empresa que administra las estaciones ferroviarias en Francia, la estación Montpellier Saint Roch es “más abierta, luminosa, accesible y práctica” que como fue construida en 1844.
Quienes conocieron la original dicen que había perdido funcionalidad. La actual es más amplia, pues ocupa cuatro mil 600 metros cuadrados, de los cuales más de mil son de espacios comerciales, el doble de los de la antigua.
Se prevé que reciba 365 trenes diarios en 2020.
Tiene la característica de que conserva buena temperatura en invierno y es fresca en verano, luz suave filtrada a través de tupida vegetación y tiene varias fuentes de agua relajantes.
A pesar del clima adverso para quienes no estamos acostumbrados al frío, Montpellier se convirtió desde el primer momento en cálida y acogedora ciudad en la que todos sonríen, y sus habitantes buscan la forma de ayudarte si se te ocurre preguntar algo en español y no te entienden.
La mayoría también habla inglés y no falta quien te sorprenda hablando español.
En Montepellier abundan jóvenes estudiantes, pues es ciudad universitaria, vibrante, y te recibe como si fueras uno más de sus habitantes.
Es mediterránea y capital de la antigua región francesa del Languedoc-Rousillon (hoy Occitania), es milenaria, cultural y se vive intensamente en sus calles. No hay frío que detenga el ir y venir de las personas, muchas de cualquier lugar del mundo que conviven y comparten con los habitantes.
Llegamos a Montpellier gracias al apoyo de Atout France en México y recorrimos sus calles caminando todo el día de un lugar a otro, observando palacios del siglo XVII, XVIII y XIX, muestras de Street Art (arte de la calle) en calles y callejones.
Tropezamos con callejuelas medievales donde encuentras artesanías o boutiques de firmas importantes. Tienes que ver La Place de la Comédie, donde abundan los cafés y terrazas, siempre llena de gente.
Se le conoce como “el huevo” por su forma ovalada. Cuenta la leyenda que desde su creación es lugar donde sus habitantes se dedican a la conquista amorosa.
Aquí está el emblema de Montpellier: la fuente de Las Tres Gracias, hijas de Zeus (Aglae, Eufrosina y Thalie), del escultor Étienne dʼAntoine. Data de 1773 y dicen suministraba agua en caso de incendio. Las tres gracias personifican belleza, alegría y abundancia, respectivamente.
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