Cita en Washington
Augusto Corro viernes 25, Feb 2011Punto por Punto
Augusto Corro
- Una simple plática de vecinos
- Drogadicción sin control en EU
- “El Piolín” y las autoridades judiciales
El próximo 3 de marzo se reunirán en Washington Felipe Calderón Hinojosa y Barack Obama. Los temas de la agenda serán: seguridad y migración. El primero con sus incisos respectivos: crimen organizado, trasiego de drogas, lavado de dinero, Plan Mérida, policías estadounidenses en México y contrabando de armas, y en el segundo: pláticas sobre los indocumentados mexicanos en EU y las olas de migrantes de otros países que pasan por nuestro territorio con destino a “La Tierra Prometida”.
El incremento en el número de muertos, más de 36 mil, en la guerra del gobierno de México contra el crimen organizado seguramente preocupa al gobierno estadunidense; sin embargo, la doble moral de este todo lo complica y provoca incertidumbre. Como decía alguien por ahí, EU pone las narices y México los cadáveres: la droga circula sin mayor problema entre los norteamericanos, mientras que las organizaciones criminales mexicanas luchan, encarnizadamente por las mejores rutas y plazas.
En otras reuniones de Calderón Hinojosa y Barack Obama se trataron los temas de siempre, sin que México logre beneficios reales. La actuación del gobierno estadunidense, desde siempre, se concreta a exigir resultados positivos de la guerra de las autoridades mexicanas contra el crimen organizado. Se convierte, de esa manera, en un árbitro exigente y abusivo que se concreta a mirar los toros desde la barrera. De lo anterior se desprende que la entrevista será otra simple plática de vecinos que plantearán sus problemas otrora domésticos, hoy de una dimensión incalculable.
Lo que se pondrá sobre la mesa estará plenamente relacionado con la seguridad. La frontera norte se volvió incontrolable para las autoridades mexicanas. La guerra entre los cárteles amenaza con traspasar la frontera, si no es que ya lo hizo. Ciudades ubicadas geográficamente cerca de México resienten los daños en su economía y seguridad. El éxodo de mexicanos hacia EU, debido al terror que sembraron las organizaciones criminales, creció como la espuma. Pueblos y campos son abandonados por temor a ser víctimas de la delincuencia.
A la fecha, se ve la impotencia de las autoridades mexicanas para lograr la paz y la tranquilidad en ciudades azotadas por la ola de violencia y sangre. Estados como Tamaulipas, Nuevo León y Chihuahua siguen sumidos en la lucha que diariamente cobra vidas de representantes de las fuerzas públicas, de sicarios, de jóvenes, mujeres y niños. Parece que los crímenes contra los seres humanos se convirtieron en actividades cotidianas. Como que la sociedad empieza a acostumbrarse a saber del número exagerado de personas sacrificadas por delincuentes sanguinarios.
Claro que el gobierno de Barack Obama debe empeñarse en combatir a los cárteles que amenazan a la sociedad estadunidense, pero lo debe hacer en su propio territorio, donde se inicia el contrabando de armas que llega a México para fortalecer el poder de fuego de la delincuencia organizada. En este renglón, México ya fracasó al demandar, en otras ocasiones, un mayor control de rifles de asalto, lanzagranadas, granadas explosivas, pistolas, balas, etc., porque las leyes norteamericanas permiten la venta y cualquier persona puede conseguir el equipo suficiente para armarse e ir a la guerra. Los propios legisladores de EU son los principales defensores de la venta de armas, porque así lo señalan sus leyes y no tienen ningún interés en cambiarlas.
De los miles de millones de dólares que produce el tráfico de drogas nadie sabe nada: el renglón del lavado de dinero es un tabú. A ver quién es el valiente que se mete a investigar la riqueza de los prestanombres del narco. Y del asunto del Plan Mérida, esa limosna que EU da a México para combatir al crimen organizado, es posible que se hable de la colaboración de ambas naciones específicamente por los policías estadounidenses que se encuentran en México.
A raíz de la desafortunada muerte de Jaime Zapata, un agente de Inmigración y Aduanas, ocurrida en las carreteras de San Luis Potosí, surgió una polémica en la que se plantearon preguntas para saber de qué tamaño es la injerencia o intervención de EU en los asuntos de México, porque los pretextos para lograrlo son múltiples y van desde lo real a lo ficticio: asesinatos y terrorismo: la funcionaria Janet Napolitano ya ve una posible unión entre Al Qaeda y “Los Zetas”. Motivo suficiente para justificar su política imperialista. No olvidar Irak.
De los otros asuntos, como la migración, no les llevará mucho tiempo analizarlo. En ese terreno todo seguirá igual. Será demagogia pura cualquier promesa para mejorar las condiciones de los indocumentados mexicanos en aquellas tierras norteñas. Y de los migrantes que llegan a México con destino a EU, el gobierno de este país no debe preocuparse, autoridades mexicanas y bandas de secuestradores se han encargado de hacer el trabajo sucio.
En fin, la reunión de Calderón Hinojosa y Obama será amable, tersa y suave. El gobierno mexicano se empeñó en aclarar y detener al asesino del policía Jaime Zapata. En cuanto se detuvo al sicario y a su pandilla, inmediatamente se le comunicó a Washington. El camino hacia la entrevista de los funcionarios es llano, sin piedras que pudieran provocar un tropezón. Todo irá sobre ruedas porque nada se resolverá.
Por cierto, quienes se encuentran en problemas, eso se supone, son las autoridades judiciales. Resulta que el presunto asesino Julián Zapata Espinoza “El Piolín”, acusado de asesinar al agente estadounidense, Jaime Zapata, estuvo preso en San Luis Potosí, allá por diciembre del 2009, y el juez le permitió seguir su juicio en libertad.
En aquella ocasión, “El Piolín” fue detenido por el Ejército mexicano y puesto a disposición de las autoridades. El jefe “Zeta” tenía en su poder armas de uso exclusivo de los militares, uniformes con camuflaje e insignias falsas de corporaciones federales. Seguro que “El Piolín” no necesitaba ese equipo para asistir a una fiesta de disfraces. ¿Alguien se molestará en investigar al juez que permitió al multicitado delincuente andar libre como cualquier hijo de vecino? ¿Ocurrió lo mismo con aquellos jueces que mandaron a la calle a un asesino confeso?