Cozumel, mundo fascinante donde coexisten sin riña la cultura maya y la modernidad, a nuestro alcance por Volaris
Turismo miércoles 20, Nov 2019De cinco estrellas
Victoria González Prado
II / III partes
Los mayas eran respetuosos con la Tierra, que les brindaba comida sagrada. Era importante dar las gracias a la naturaleza por lo que obtenían de ella, y le ofrecían a cambio rituales y bailes todavía usuales en algunas comunidades.
En este tour, además de saciar nuestra curiosidad, aprendimos mucho de la cultura maya. Supimos la importancia de usar la naturaleza para producir y transformar chicle, chocolate, tortilla, “ha sikil pak” (salsa antiquísima), cuerdas de fibra el henequén, y el amatecatl o arte plumario.
Antes de llegar al Pueblo del Maíz nos detuvimos ante un árbol chicozapote y vimos cómo se le extrae la resina que conocemos como chicle, lo que nos hizo recordar los siringales descritos por José Eustasio Rivera Salas en su “La vorágine”, y los campamentos chicleros en la selva del sureste. Nos invitaron a probarlo, no tiene forma cuadrada, no huele ni sabe a frutas o menta, está cortado en pequeños trozos como si fuera corcho y se disfruta sin sabor artificial.
Luego, en el templo a Ixchel, diosa de la fertilidad, nos recibieron con saludo de humeante copal para “limpiarnos” y entrar a ese mundo “purificados” y convertidos en hijos del maíz tatuándonos el rostro con pintura vegetal.
Hay velas y palapas hechas con paja diseminadas a la vera del sendero terroso que recorremos hasta llegar a un sitio donde aparece un hombre con atuendo negro, rostro teñido de azul y majestuoso penacho adornado con exquisitas plumas, y en medio un cráneo que parece mirarnos a todos. Danza con dedicatoria al dios del Maíz, jugando con fuego, mientras los tunkules (tambores de madera) retumban tan rápido o más que los latidos del corazón.
Concluido el ritual, visitamos las palapas, pero antes pedimos permiso a la Madre Tierra (Pachamama, le llaman las razas andinas) para ingerir cualquiera de los regalos que provee.
En la Hunal-ye, señor del maíz, preparamos tortillas hechas a mano, ahí te enseñan. Y luego, le untamos la deliciosa y tradicional salsa ha sikil pak —en maya significa agua, semilla y tomate—, hecha a base de tomate y pepita de calabaza tostada molida. Sólo necesitas algunos tomates asados, un poco de pepita molida, algo de cilantro y sal al gusto. Se licúa todo hasta obtener consistencia pastosa.
En la palapa Xunan kab —nombre maya de la abeja sin aguijón, Melipona beecheii —conocimos la importancia de esa abeja– en peligro de extinción. Produce miel muy especial, muy apreciada por sus cualidades terapéuticas y nutricionales. A estos insectos se les conoce también como “abejas de los mayas” porque ellos iniciaron su domesticación y las criaban en troncos llamados jobones, donde hacen sus colmenas.
Durante la Conquista, los mayas escribieron importantes documentos como el Ritual de los Bacabes, que reúne serie de encantamientos curativos cuyo análisis permitió conocer prácticas chamánicas mayas. Preparaban bebidas rituales o fermentadas hechas a base de miel, como el balché, al que añadían la corteza del árbol de mismo nombre.
En la palapa Ek Chuah, dios del cacao, nos enseñaron a elaborar chocolate. Descubrimos el sabor del cacao puro. Así, nos arrodillamos frente al metate y empezamos a moler el cacao; no es fácil, hay que saber mover las muñecas.
En la palapa Soskil —henequén en maya—, nos enseñaron paso a paso la extracción de las fibras del henequén y cómo se elaboran con ella productos que incluso se utilizan en el hogar.
En la última palapa dedicada al arte plumario nos enseñaron la importancia de utilizar las plumas de algunas aves para la elaboración de ofrendas y vestuario. Las plumas de los grandes atuendos son provenientes de las comunidades mayas que se encuentran en la isla y fueron adquiridas a lo largo de dos años. Los mayas las recolectaban cuando las aves migradoras mudan el plumaje antes de volver al sur o al norte, de donde llegan, lo que ha fomentado la conservación de especies y el cuidado del medio ambiente.
Y al final no podía faltar lo que nos define como mexicanos: el chile. Nos animamos a pasar del nivel uno de picor al nivel cuatro, muy picante,
Antes de salir del poblado hay pequeña tienda con productos elaborados por comunidades mayas: miel, mermeladas de diferentes sabores, algunas mezcladas con chiles, y artesanías.
Pueblo del Maíz abre de lunes a sábado de 9:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. Hay tours en inglés cada hora y tiene costo de 15 dólares por persona. No te lo pierdas (www.facebook.com/pueblodelmaiz).
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