AMLO, a un año
Armando Ríos Ruiz lunes 2, Dic 2019Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
El mensaje de Andrés Manuel López Obrador, a un año de haber asumido la Presidencia de la República y la Cuarta Transformación, estuvo indudablemente dirigido a sus seguidores; a quienes admiten sin discusión lo que dice y hace; a quienes sostienen que es el mejor mandatario que ha llegado a la Primera Magistratura de México.
Obviamente, habló de los logros obtenidos desde diciembre del año pasado a la fecha e insistió en el combate a la corrupción, uno de los principales símbolos distintivos de su gobierno. De la creación de la Guardia Nacional, de iniciativas enviadas por él al Congreso, que hablan de la ayuda a adultos mayores y a becas para estudiantes, entre otros temas.
De una nueva Constitución que se refiere a las demandas hechas por el mismo pueblo, reformada durante este tiempo para ponerla a los pies de la ciudadanía. Del robo de combustible, reducido, según sus propias palabras, a 94 por ciento, de lo que difieren los mismos trabajadores petroleros, quienes afirman que el primer mandatario no conoce el verdadero “huachicoleo”: el que se hace en el mar y que no tiene comparación, por lo excesivamente cuantioso, con el que se hace en tierra.
Se habló de las remesas que envían los mexicanos que trabajan en Estados Unidos, como si fuera un logro del actual gobierno.
De apoyos al campo, cuando la negativa de ayuda causó un bloqueo a la Cámara de Diputados, debido a la decisión de reducir el presupuesto en ese rubro, para el año que ser avecina.
Habló del apoyo a periodistas, cuando durante lo que va del sexenio, muchos han sido despedidos de sus medios, tildados de mentirosos y hasta satanizados, porque se han atrevido a lanzar críticas bien fundamentadas, bien investigadas y con el sello del atrevimiento, porque su contenido se ha dado a conocer, además de que convierten a quien las hace en amigo del enemigo, en “fifí”, en conservador y en neoliberal.
Momentos después de su intervención, un comunicador fue precisamente agredido y llamado “chayotero” por un coro nutrido de seguidores del primer mandatario, calificativo que hace un año no era conocido y que ahora se aumenta de manera automática, cuando cualquier persona menciona la palabra periodista. Como ocurría hace algunos años con un comercial para un brandy. La gente decía “presidente” y de inmediato, los interlocutores le añadían “obviamente”.
Pero el resto de la población seguramente hubiera querido escuchar sobre un cambio en la táctica de combatir al crimen enseñoreado, lo mismo en el interior de la República que en la Ciudad de México; que amplía significativamente su poderío sin ninguna preocupación, sin ningún impedimento; más bien con la tolerancia de los que deberían combatirlo.
Deseábamos escuchar que los asesinos de la familia LeBarón fueron detenidos. Que se conoce perfectamente su identidad y que pertenecen a tal o cual bando. Que el crimen obedeció a cierto motivo o que simplemente se trató de una cacería para entrenar el “tiro al blanco” y a la quema de seres humanos como práctica, para cuando se topen con el enemigo.
Que a Ovidio, el hijo del “Chapo”, se le dejó libre porque efectivamente, retenerlo significaba poner en riesgo la vida de inocentes, pero debido a que el operativo estuvo pésimamente planeado y no se realizó de noche o de madrugada, como se estila en esos casos, para evitar víctimas de desprevenidos..
Quisimos escuchar que ya no habrá más muertes por falta de medicinas y que el cáncer de miles de enfermos se combatirá oportunamente, como prioridad para preservar vidas.
Quisimos escuchar tantas cosas…