Como anillo al dedo
¬ Edgar Gómez Flores martes 7, Abr 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
“Nos vino esto (la pandemia) como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”. Una expresión desafortunada, emitida en esta semana por el Presidente de México, para los casi 70 muertos y más de 1,900 contagiados por la ahora pesadilla del siglo XXI, el Covid-19. Esta frase se une a varias que ha emitido durante su mandato. Trata de hacer que las malas cifras y los malos eventos se transformen en positivos, para el beneficio del modelo de país que ha imaginado. La caída de .1% en el Producto Interno Bruto del país, en 2019, lo ve con buenos ojos porque ahora se está generando bienestar con una mejor repartición de la riqueza. Las cifras de muertes violentas el año anterior (más de 35,000), aun cuando se encuentran en el pico, deben verse con buenos ojos, porque esta “transformación” ha empezado a reducir la tasa de crecimiento. Así, podemos contar frase tras frase emitidas en estos quince meses. Sin tapujos el Presidente dice lo que piensa y cómo actúa o cómo va a actuar.
Algunos ingenuos todavía quieren pensar que la Cuarta Transformación mexicana tiene límites y contrapesos. Sin embargo, hasta hoy el Presidente tiene una idea clara de a dónde llegar y quizás tenga razón, la pandemia es el empujoncito que necesitaba para concretar su obra. La pandemia tiene un horizonte claro de lo que puede pasar, tanto en México como en una buena parte del mundo. Veremos un desempleo rotundo, una caída del PIB que puede oscilar entre el 4 y -10% y una remodelación del orden social; con empresas quebradas y con un país echado hacia adelante con sus programas sociales. Por lo que no es difícil identificar qué quiso decir Andrés Manuel con su analogía de que la epidemia le cayó como anillo al dedo.
En su obsesión por buscar la igualdad; pero en un contexto de una economía destrozada, tanto por la pandemia como por decisiones de gobierno, la Cuarta Transformación se dispone a reducir los salarios de la clase media (en consecuencia, a esta nueva etapa), a quebrar a ciertos empresarios, a expropiar ciertas industrias y a recuperar recursos económicos, públicos y privados, que no estén relacionados con sus programas sociales. Así México será más igual, aún en la pobreza. Sin embargo, tampoco esa igualdad será sostenible, ya que se ha improvisado en este gobierno una base económica; con el desarrollo de proyectos que quedarán suspendidos por su falta de sustento socio ambiental y económico. Además, del impulso de energías convencionales y por el ende el desdén a las energías renovables.
Andrés Manuel López Obrador se ve en su hábitat natural. Se siente confortable hablándoles a los pobres y, después de la crisis de esta pandemia, habrá más. Su lenguaje será entendido por más personas y más mexicanos necesitarán de un gobierno y, por estos próximos cuatro años, él es el gobierno. Le gusta ser necesario y si se puede ser indispensable. Su cristianismo y su tropicalización del socialismo le dan el ímpetu para seguir con su proyecto de nación: “primero los pobres”. Ahora, como lo soñó, se vuelven indispensables los satisfactores primarios; la comida, la salud, la convivencia social y la protección de las mujeres a sus ancianos. Ve con una sonrisa de oreja a oreja como la clase media (la cual desdeña) pierde su rutina y su comodidad. Se saborea la imposición inmediata de lo que él planeo para todo un sexenio. Trató de decirnos que su gobierno pasaría de una austeridad republicana a una pobreza franciscana. Pero esto incluyó también a la población y con un foco en esta clase social.
Esta frase lapidaria y fuera de toda sensibilidad social nos dice todo sobre su expectativa de país. Ahora nos toca a nosotros revisar, desde el confinamiento, el plan que tendremos, al salir de nuestras casas, o a nuestros centros de trabajo o empresas, en unas semanas o quizás en unos meses. El individualismo ya quedó atrás, es tiempo de generar un verdadero bien común; pero organizado desde la sociedad. Seguir esperando las acciones de gobiernos que solo buscan controlar sus fobias o impulsar sus ambiciones nos llevará a un lugar que quizás nos confine más que estar dentro de nuestras casas, esperando la siguiente instrucción. Hoy más que nunca debemos estar unidos a través de una ideología nueva que nos ayude adaptarnos a un mundo nuevo. Caso contrario, quedaremos atrapados en pleno siglo XXI en modelos sociales del siglo XX, propuestos en el siglo XIX.