Broma presidencial
Alberto Vieyra G. martes 7, Jul 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Les pagan por atacarme”. Con esa broma acusatoria, Andrés Manuel López Obrador podría ser demandado penalmente por algunos columnistas de la prensa nacional o bien, por diversas agrupaciones periodísticas que, sin deberla, ni temerla, fueron blanco de la neurosis que aqueja al Presidente de la República, calificando a la prensa en general como “una prensa vendida o alquilada”.
“Antes, había columnistas que recibían hasta un millón de pesos, hoy reciben solamente la mitad”; porque “el atacar es para ellos una empresa lucrativa, ¿cuánto les dan para atacarme? Ganan por eso. Entonces, deberían de cooperar en algo. Que sigan atacando, pero de lo que les pagan, porque es prensa vendida o alquilada, que ayuden en algo aportando unos 50 mil pesos a mi gobierno”, dijo entre serio y en broma el viernes López Obrador en la mañanera, con lo que profundiza su confrontación con la prensa y los periodistas que lo critican por sus erráticas acciones de gobierno que han motivado que el país se convierta en un barco a la deriva sin brújula, ni capitán.
¿Quién nos paga a los periodistas pensantes, libres e independientes para que ataquemos a AMLO? ¿Podría probarlo?… Porque acuérdese usted que el que acusa tiene que probar, porque de otro modo estará siendo exhibido como un vil calumniador.
Lo que AMLO tiene que meterse en la cabeza es que, si se le critica es porque su pobreza intelectual y política no le permiten darles buenos resultados a 30 millones de mexicanos que por él votaron y depositaron en él toda su confianza y esperanza y han sido defraudadas. Pero AMLO confunde la magnesia con la anestesia o las bolas de billar con las perlas de éter.
Pero ¿cuál es el fondo de la bromita “mamila” de AMLO, o qué quiso decir cuando está midiendo a todos los periodistas de México con el mismo rasero de la corrupción?
En primer lugar, lo que hace AMLO es recurrir a una estrategia haciéndose pasar ante el pueblo pobre como una víctima, cuando en realidad es un victimario que ha venido no sólo a confrontar y dividir a los mexicanos, sino a echar a pelear al gremio periodístico con sus feroces propagandistas en redes sociales, encabezados por el odioso rudo, John M. Ackerman y Epigmenio Ibarra, como cabezas de un ejército de casi 17 mil propagandistas a sueldo que tiene AMLO diseminados en toda la república para monitorear a todos los medios de comunicación y periodistas críticos para exhibirlos públicamente como sus enemigos o enemigos comunes de la república. ¡Qué absurda, temeraria y demencial forma de golpear a la prensa y dividir a los mexicanos!
¿Qué aportemos 50 mil pesos a las arcas de la nación o a su chequera personal para poder criticarlo? ¿De qué sirven los artículos sexto y séptimo constitucional que consagran la libertad de expresión? ¿No le parece a usted que estamos ante una extorsión del Presidente de la República o se trata, como en las mafias criminales de pagar un derecho de piso por criticar a su gobierno? ¿Será que el Presidente quiere otorgarnos una licencia para poder criticar como si se tratase de una dictadura?
Presidente no necesitamos de licencias dictatoriales, la Constitución General de la República nos da ese derecho de criticar con base en análisis serios y no con ataques basados en el odio, como lo hacen en su gobierno desde Palacio Nacional. Por lo visto, AMLO no entiende el fundamento de la crítica, que es una aportación de gran aprendizaje para cualquier gobernante que tenga sano juicio, que no esté enfermo de poder, que se guíe por los principios de la ciencia política y que no se guíe por las tesis maquiavélicas del nazismo hitleriano del populismo para dividir y confrontar. AMLO debería estar agradecido con quienes lo criticamos y porque gracias a la prensa y a cientos de periodistas, él cobra hoy como Presidente de la República. Que si le quedó grande la silla presidencial. Eso es otro cantar, del que no tenemos la culpa los comunicadores de México.