El mito de Gobernación
Ramón Zurita Sahagún jueves 18, Feb 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
De mantenerse Fernando Gómez Mont Urueta como secretario de Gobernación hasta el final del sexenio, esa dependencia refrendaría que dejó de ser, desde hace muchos años, la fábrica de presidentes de la República.
Gómez Mont, sin partido en que militar y lejana la posibilidad de que se aprueben las candidaturas independientes quedará marginado de la sucesión de su ex partido y no se vislumbra que resulte atractivo para ser adoptado como candidato por otro de los partidos con registro.
El mito de la Secretaría de Gobernación quedó atrás desde que José López Portillo y Pacheco fuera nominado candidato presidencial por el PRI y se encaminara a la Presidencia de la República por la vía del voto desde la Secretaría de Hacienda.
Mario Moya Palencia, entonces secretario de Gobernación y favorito para suceder a Luis Echeverría Álvarez, se quedó en el camino y desde entonces, los subsecuentes secretarios de Gobernación no han visto la suya y el mito de fábrica de presidenciales quedó en el recuerdo.
En el ínter de 1976 y 2006, la dependencia en cuestión produjo un candidato presidencial (Francisco Labastida Ochoa) que fue el primer priísta en perder una elección presidencial y otro aspirante (Santiago Creel Miranda) que partiendo como favorito no superó la etapa de las contienda interna de su partido (PAN).
Muchas frustraciones han ocurrido entre los distintos personajes que pasaron por la dependencia en los últimos 34 años, donde algunos personajes transitaron sin pena ni gloria, mientras que otros llegaron al límite de su incapacidad en el ejercicio de la política interna.
Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez dieron a la Secretaría de Gobernación esa fama de trampolín para los presidentes de la República, ya que consecutivamente, con la breve irrupción que desde la Secretaría del Trabajo hizo Adolfo López Mateos, los candidatos del PRI salían de esa secretaría.
Todavía Manuel Bartlett Díaz le devolvió algo del esplendor y de la fuerza que en el pasado tuvo la Secretaría de Gobernación y se convirtió en el último titular de esa dependencia que aguantó los seis años de un sexenio al frente de la misma.
Después de Bartlett Díaz el diluvio y al siguiente secretario de Gobernación (Fernando Gutiérrez Barrios) le acotaron las funciones de la dependencia dejándolo casi inerme para realizar su trabajo.
Patrocinio González Garrido llegó sin posibilidades de entrar a la contienda interna de su partido y corrió la misma suerte que su antecesor, ya que fue despedido de fea forma.
Jorge Carpizo McGregor se convirtió en el primer apartidista que asumía la titularidad del llamado Ministerio del Interior y pasó con más pena que gloria.
Esteban Moctezuma Barragán mostró su falta de pericia y capacidad para una tarea de gran envergadura y el cargo le quedó demasiado grande, por los que escasos siete meses después de asumirlo fue obligado a renunciar, bajo el pretexto de una enfermedad cardíaca.
Para ocupar el cargo fue traído el entonces gobernador del Estado de México, Emilio Chuayffet Chemor, quien tuvo la oportunidad a modo para regresarle el esplendor a Bucareli, pero su distanciamiento del presidente Ernesto Zedillo y su aislamiento dentro de las oficinas de Abraham González echaron por la borda la posibilidad.
Francisco Labastida Ochoa aprovechó su breve paso por la dependencia para obtener la candidatura presidencial priísta, aunque los tiempos eran otros y se perdió en una campaña presidencial obsoleta que provocó que el partido tricolor perdiera por primera ocasión la Presidencia de la República.
Diódoro Carrasco Altamirano fue el último priísta (aunque en la actualidad ya no lo es) en fungir como secretario de Gobernación, cubriendo la vacante dejada por Labastida Ochoa cuando fue proclamado candidato presidencial y tampoco hizo huesos viejos en la dependencia.
La llegada de los panistas a la Secretaría de Gobernación tampoco trajo consigo vientos nuevos a la dependencia, donde el paso de los militantes de este partido ha sido fugaz, por razones diversas.
Santiago Creel Miranda usó la dependencia como simple trampolín para enquistarse en la carrera presidencial de su partido, donde contaba con todo para convertirse en candidato presidencial y fue víctima de su propia torpeza, mostrada en el ejercicio de su gestión.
Carlos Abascal Carranza acarreó un poco de apertura en la vetusta y palaciega dependencia, permitiendo que su titular recuperara parte de sus funciones, aunque llegaba ya el final del sexenio.
El refrendo de los panistas en la Presidencia de la República tampoco permitió que el titular de la Secretaría de Gobernación fuese un personaje experimentado con amplio manejo político, ya que Francisco Ramírez Acuña fue rebasado una y otra vez por sus escasos interlocutores.
Juan Camilo Mouriño llegó rodeado de gran pompa, aunque su muerte terminó con una prometedora carrera y con la posibilidad de que Gobernación regresara al sitio que merece dentro de la administración pública federal.
Fernando Gómez Mont Urueta es el más reciente secretario de Gobernación que parece haber agotado sus recursos y que su decisión de renunciar al partido en que militó durante tantos años puede significar el anuncio de su relevo de la dependencia en la que descansan los asuntos internos del país.
*Inició la guerra sucia en contra del candidato de la alianza opositora en Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, con el envío de una serie de videos en los que se le endilgan una serie de calificativos que no reflejan la realidad del personaje.
Se reviven en ellos la plática que sostuvo con Carlos Ahumada, antes de los comicios de 2004, misma que Cué no ha negado jamás.
Y es que los priístas se encuentran agarrados del chongo por la inconformidad generada alrededor del procedimiento para la selección del candidato a gobernador.