Buenos vecinos
Armando Ríos Ruiz viernes 23, Oct 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Ciertamente, el gobierno de Estados Unidos no tenía que avisar al de México sobre la detención en su territorio, del general Salvador Cienfuegos. Los protocolos de buena vecindad dicen que sí, pero los vecinos del norte jamás han pedido el consentimiento de nuestros gobernantes ni de ningún otro país, no para aprehender a un presunto infractor de la ley en su espacio, sino para hacerlo donde les plazca.
Lo dijo bien el Presidente: “no tenían por qué preguntarle a México cómo actuar dentro de su territorio”. Cuando quisieron, como en 1989, fueron a Panamá y capturaron al presidente Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico. Lo llevaron al país del norte y lo sentenciaron a 40 años de prisión. Por buena conducta lo dejaron en libertad 20 años después.
Antes, AMLO había fustigado a la DEA y a otras agencias norteamericanas por realizar en México investigaciones clandestinas. Pero acostumbran no pedir permiso. En la década de los 80 del siglo pasado, Enrique Camarena realizaba investigaciones en México, de los cárteles que operaban en Jalisco.
Apareció muerto y se culpó a Rafael Caro Quintero, por quien fueron a Costa Rica, en 1985 para encarcelarlo en el Reclusorio Norte. Después escapó y hasta hoy no se sabe de su paradero, aunque se insiste en que se encuentra en Sinaloa, en donde a veces ha sido visto despreocupado.
Dijo que los miembros de las diferentes corporaciones gringas “se paseaban en México como en su casa”. ¿Ya dejaron de hacerlo o dejarán de hacerlo? Apostamos a que no encontrarán ningún impedimento ni ahora ni mañana. Menos hoy, que hay obediencia cumplida y ciega al gobierno de Trump. Pero hay que decir lo contrario, fingir coraje y dar la apariencia de que eso está mal y machacar que gracias a la 4T, esas conductas llegaron a su fin.
Antes, durante la segunda década del siglo pasado, 10 mil soldados al mando del general John J. Pershing cruzaron la frontera que divide a la Unión Americana con México, en busca de Pancho Villa, porque 11 meses antes, el general revolucionario había invadido Columbus y causado destrozos, saqueos y víctimas. En esta acción, llamada Expedición Punitiva, los villistas los derrotaron siempre.
Tres años antes, en 1914, el ejército norteamericano invadió México por Veracruz, para impedir el arribo de un cargamento de armas, que ayudaría al Ejército mexicano durante la presidencia de Venustiano Carranza. El acapulqueño José Azueta hizo gala de un valor inusitado cuando, prácticamente solo, contuvo el avance de las fuerzas invasoras con una ametralladora.
Cayó herido de muerte. Pero tal fue el valor demostrado, que el comandante del Ejército enemigo ordenó que fuera asistido para salvarlo. Agonizante, el joven teniente gritó con todo el coraje contenido: “de los invasores no quiero ni la vida”.
Pero antes, en 1846, el Congreso norteamericano autorizó la intervención de sus fuerzas contra México, para defender los nuevos territorios arrebatados a nuestra patria, como Texas, la Alta California y otros, incorporados a las tierras del norte, colonizadas por puñados de europeos que arribaron a las ricas zonas en donde el oro era abundante. Ya se hablaba también de la riqueza petrolera.
Recientemente, ¿desde cuándo no han estado en nuestro suelo las agencias investigadoras de Estados Unidos? Hace relativamente poco, durante el gobierno de Felipe Calderón, la Policía Federal, al mando de Genaro García Luna, balaceó un automóvil cerca de Tres Marías, que transportaba a dos miembros de la CIA y a un elemento de la Secretaría de Marina.
Salvaron la vida gracias a que el vehículo tenía un blindaje nivel 7, el más alto. Luis Cárdenas Palomino, segundo en el mando y actualmente prófugo, buscado por policías mexicanos, dijo que no era intento de homicidio ni emboscada, sino una investigación. ¡Excelente forma de indagar!
Izquierda Socialista, una publicación que se decía marxista, dijo que “Estos acontecimientos ratifican la intromisión imperialista en México y por otro lado la enorme infiltración del narcotráfico en el aparato estatal”. Hay mucho más.