¡Nomás eso falta!
Armando Ríos Ruiz miércoles 3, Feb 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Dicen que “la estupidez combinada con arrogancia y un enorme ego te llevará por un largo camino”. Pero de sinsabores y frustraciones. Lo anterior, por la postura adoptada últimamente por el diputado Gerardo Fernández Noroña, a quien los periodistas ya bautizaron como “Fernández la roña”, por lo excesivamente corriente, al punto de dar toques a metros de distancia.
Ha dado en pregonar que sin ninguna duda, será candidato a la Presidencia de la República en 2024 por la gracia del pueblo. Nomás eso falta a los mexicanos. Que un individuo con su pergeño se erija en el primer mandatario de este país o de lo que quede, cuando ya todo esté destruido, empobrecido, con hordas de criminales por doquier, que jamás respondieron al abrazo.
Tal vez se refiere a que desea terminar de pie, para asestar a México el tiro de gracia.
Ve en el trato cariñoso de unas tres o cuatro personas, a todos los habitantes del país. Es como aquél que ve a una dama sonreírle y cree que le coquetea. Con eso tiene para juzgar que lo quieren como presidente de la República. Eso es lo que deja de ver en una reciente entrevista.
Es como el político pueblerino que me dijo: “voy a buscar una diputación. La gente quiere que vuelva por mis fueros. Ya van dos que me dicen: ¿Por qué no te avientas? Tú has sido político toda tu vida y últimamente has estado quieto”. En dos comentarios observó un alud.
Eso hace entender que no tiene la mínima conciencia de quién es. Se juzga simpático y querido, cuando tirios y troyanos lo tildan de grosero inconsciente, capaz de mentarle la madre a una mujer sin el menor rubor o de ponerse a pelear con el sexo opuesto como si estuviera en los lavaderos más recónditos de las ciudades perdidas, frente a gañanes de su tamaño.
Está cierto de que será Presidente del país, cuando no logró ser presidente ni de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Eso no bastó para reflexionar en que la total ausencia de carisma no le permitiría caminar por las calles de México, sin que alguien le echara en cara sus repetidos desatinos, principalmente contra las mujeres.
Ha reunido buena cantidad de exhortos a fin de que dé disculpas a varias féminas, por sus constantes agresiones desde las tribunas populares, a lo que inclusive se ha resistido, como si se tratara de un personaje a quien se le pueden disculpar sus dislates, solo por tratarse de él, dotado de un ego gigantesco, cargado de pesadez y de aversión.
Desde luego, tiene derecho a aspirar a lo que sea. A lo que no lo tiene, es a ignorar lo que realmente representa. A pensar con toda seguridad que es el hombre que todos quisieran ver ungido con el aceite de Palacio Nacional. Que es el idóneo para hacerse con el máximo peldaño político en la próxima elección para ese fin. Que no hay otro más bonito que él.
Parece haber inspirado a Eduardo Galeano, en aquella frase que expuso, emulando al cuento de Blanca Nieves: “espejito, espejito, ¿quién es el más guapo del mundo…?”
En la entrevista dice que lo corrían de todos los trabajos. Nadie lo dudaría un instante. Pero logró uno a su medida, en donde puede hacer prácticamente lo que le viene en gana, porque puede acudir directamente a su derecho a expresarse y a injuriar a quien se le ponga enfrente. Preferentemente a las mujeres que, por serlo, muestran un gran recato para ponerse a su nivel.
¿Por qué mejor no se dedicó a la música? Le hubiera gustado. Dice. Pero la música implica un don de nacimiento. No cualquiera puede. Si lo tuviera, se hubiera expresado con una fuerza tal, que hoy no sería político. Hay quien asegura que de todas las bellas artes, es la que se manifiesta con más vigor.
Pero vivimos en México, en donde es posible que suceda cualquier cosa.