¿Hasta cuándo, la destrucción?
Armando Ríos Ruiz lunes 22, Feb 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La destrucción de México no tiene fecha de caducidad. Más bien se antoja pensar que la principal meta es acabar cuanto antes con él. Las acciones gubernamentales, los proyectos de gobierno están encaminados a hacer el mayor daño. Mucha gente, pero mucha, cree que a los que gobiernan no les importa ni la economía, ni la seguridad y en suma, ni la vida de los que habitamos este solar.
Se trabaja para desposeer a los nacidos aquí de lo que tienen. Se reparte el dinero que no es siquiera de quien lo reparte, en aras de combatir la pobreza, que por cierto se ha acentuado. Nadie saldrá de pobre con una dádiva que sólo alcanza para medio agonizar. Mientras, quehaceres vitales son aniquilados. Se sustituyen paulatinamente con los que no ofrecen ninguna esperanza de vida.
Se reparte porque obedece a los principios de una doctrina que habla de empobrecer a un pueblo para luego tenerlo comiendo de la dádiva, sin más esperanza que esperar la muerte. La misma pobreza impide que los gobernados se rebelen. La pobreza es el principal aliado para evitar inconformidades y que estas se traduzcan en la adquisición de armas para la liberación.
Lo que acaba de ocurrir con el gas, es algo que no estaba previsto, porque en este caso, la naturaleza se encargó de poner a prueba las capacidades de México en cierto renglón. Nevadas de gigantesca magnitud obligaron a Texas a suspender la venta de gas a nuestro país, lo mismo que a otros estados de la Unión Americana, en aras de aprovecharlo para consumo propio, en virtud de las condiciones que impone el meteoro.
El gas era vendido a México a razón de tres dólares por unidad de volumen y después de la histórica tormenta, los texanos elevaron a más de 200 dólares. Nuestras previsoras autoridades dijeron ¡no! ¡Quédense con su gas! Entonces sobrevinieron los apagones, primero en cuatro estados y luego en 22 más, para hacer un total de 26 entidades o lo que es lo mismo, en casi todo el país.
Pero entre los que mandan no hubo alarma. Como siempre, primero se echó la culpa a los gobiernos neoliberales. Luego se dijo que ya habían ¿licitado? La compra del producto “sin hablar de precio”, que se calcula mayor a los más de 200 dólares y que la semana pasada arribó a México por Altamira Tamaulipas.
La semana anterior arribaron al país 67 mil toneladas de gas natural provenientes de Texas para resarcir la crítica situación que provocó la falta de fluido. Mientras, se utilizó combustóleo y carbón. Es decir, que a falta del sustrato, se usó lo que hay, aunque sea lo peor en materia de contaminación y que por cierto, a causa de la insistencia del mandatario, tendremos que utilizar en lo sucesivo, aun cuando se trate de un elemento que provocará la muerte paulatina de todo lo que tenga vida, incluido el ser humano.
De acuerdo con algunas investigaciones, desde 2018, el Presidente López Obrador sabía que la escasez ocurriría en cualquier momento. Pero en lugar de prevenir un problema debido a que México no produce ni almacena gas en cantidad suficiente para abastecer la industria y otras entidades altamente consumidoras, se desatendió y se optó por los proyectos del sexenio, como la destrucción del Aeropuerto de Texcoco, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.
Se estima que la falta de gas en México, luego de las restricciones del suministro por parte de Texas, no será la primera emergencia de ese tipo que enfrente la economía nacional. La dependencia del combustible que se produce en el vecino país ha crecido y amenaza con crecer más. Igualmente, no siempre serán los factores climáticos los que en el futuro provoquen cortes del servicio eléctrico en este país carente de todo. Hasta de gobierno.
Mientras no se solucione el problema de manera local, dependeremos en este caso de Texas, como dependemos en otros rubros de diferentes países. Tal vez en situaciones como esta, sea permisible para nuestras autoridades, depender de la nación que inventó el neoliberalismo, que tanto pesa en el ánimo de nuestro Presidente. Que tanto critica diariamente y a todas horas del día.