Mala fama
Alberto Vieyra G. jueves 18, Mar 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Al postular a candidatos con mala fama pública que se han visto envueltos en nauseabundos escándalos políticos por asuntos de inmoralidad, los partidos políticos ultrajan la dignidad de los mexicanos.
Esas lacras sociales, los partidos creen ciegamente que el pueblo de México merece basura que han conjuntado en sus filas aceptando auténticos mercenarios del poder que lucran con nuestros dineros públicos yendo de un partido político al otro, así lleven cola larga o corta que les pisen. Son politicastros que no saben de ciencia política, no tienen sensibilidad humana, desconocen la ética y por moral, entienden que se trata de un árbol que da moras.
¿Ejemplos de lastres políticos con mala fama? Ufff… no cabrían en un libro pachón, pero bastan unos cuantos ejemplos para demostrar que el problema mayúsculo de México son los partidos políticos y su inmoralidad.
¿Qué nos dicen nombres como un Francisco Javier García Cabeza de Vaca, ese panista que como empresario y politicastro se ha hecho de muchas mulas, como Pedro, sin que demuestre si su riqueza proviene de alguna herencia, del narco o de trinquetes inmorales políticos? ¿Y qué me dice usted, de ese inmoral sexópata, Félix Salgado Macedonio, quien a pesar de que sobre él pesan cuando menos 5 denuncias por abusos sexuales contra mujeres, su compadre, AMLO, lo mantiene por esas extrañas artes del poder como candidato al gobierno de Guerrero? Por cierto, ambos politicastros se dicen ser ahora víctimas. ¡Pobrecitos!
Ah, pero AMLO ahora está convertido en sociólogo, psicólogo o estudioso del carácter y comienza a hablar de inmoralidades políticas. ¿Su compadre, Félix Salgado Macedonio no es acaso una vil inmoralidad política que debería avergonzar al partido Morena o al Presidente de la República que lo sostienen con singular cinismo en el poder como un impresentable candidato, mediante el engaño a los electores de Guerrero y como un podrido ejemplo de basura política a nivel nacional?
Vale la pena puntualizar lo que debe entenderse por moralidad. Moralidad, es el conjunto de normas que supone actuar u observar conductas que atenten contra los valores y creencias de la sociedad. Así, actos inmorales deshonestos serían mentir, robar, engañar, estafar, traicionar, ser desleal, etcétera.
En este momento, pululan por todo México muchos politicastros con asegunes de inmoralidad y están urgidos de que votemos por ellos en las próximas elecciones del 6 de junio. Se presentan como sabios que traen recetas mágicas para resolver los problemas torales del país. Ofrecen bajarnos las estrellas y el cosmo completo en un solo día, pero ¡ojo, mucho ojo!, si les otorgamos nuestra suprema voluntad a cambio de una torta, una matraca, una gorra o cualquier otra garra, corremos el riesgo de que ultrajen nuestra dignidad porque ya estando en el poder y con fuero constitucional, nos robarán, nos engañarán y mienten como un populista AMLO que ha proferido casi 29 mil mentiras y lo peor es que la ignorancia de un pueblo se la sigue creyendo. No cabe duda, estamos mal los mexicanos. Los inmorales politicastros ya están maleados y no los vamos a cambiar de la noche a la mañana. Pero ellos no están mal, lo que está mal es el producto de la nación, usted y yo por elegirlos y pues como dicen los rancheros allá en mi tierra: “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”.
Pues sí, AMLO ahora nos habla de inmoralidad o de cuestiones morales, cuando sabemos que históricamente ha sido un mentiroso, engañabobos y vulgar deshonesto que arenga al pueblo a mandar “al diablo las instituciones”. Al dar a conocer que seguramente pactó con Carlos Romero Deschamps para que renunciara como trabajador de Pemex, donde trabajaba desde los 14 años. Dijo AMLO: “Eso lo hace por voluntad propia y también por un exhorto que le hicimos -es decir no por voluntad propia-, de que, aunque fuese legal, que así estuviese acordado en las condiciones laborales, considerábamos que era inmoral”.
¿Sabrá AMLO con que se come ese asunto de la moral?, porque él se dice ejemplo único de Jesucristo, pero la cuestión es que no hace lo que hacía Jesucristo, es decir Jesucristo no decía mentiras. La cuestión es que la inmoralidad retrata a muchos politicastros de triste fama como deshonestos hasta la pared de enfrente.