El legado que se avizora
Armando Ríos Ruiz lunes 27, Sep 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Quienes a estas alturas abrigaban esperanza de ver a su presidente López enarbolar las banderas de la razón, del trabajo creador. De forjar ilusiones y plasmarlas en la lucha real por llevar a México a la cima. De ver a un hombre luchar para bien de la gente. Sin mentiras. Con hechos que no se pierdan en la ligereza de las palabras que no tienen más que aire, ya pueden sentarse a llorar.
Eso no ocurrirá mientras el que manda sea el mismo. Alguien dijo una verdad de Perogrullo: que quienes confían ciegamente en él y son capaces de defenderlo a costa de su propia vida. Quienes no tienen empacho en aseverar que es el mejor Presidente en la historia mexicana. Quienes levantan la voz para mentar la madre de los críticos de su hombre, no escuchan noticias. No leen periódicos. Sólo oyen el noticiero matutino que se divulga desde Palacio Nacional, en voz del Ejecutivo.
Me dijo que así había observado a un primo hermano y a otros familiares. Lo mismo a algunos amigos, entre los cuales los hay que tienen una carrera universitaria y por ello se dicen cultos, aunque, de hecho, no lo son. Cualquiera sabe que un hombre que sufre disminuciones mentales puede, efectivamente, lograr un título profesional y aprender un idioma diferente al suyo. Falso, que sólo quien logra estos avances posea una mente brillante o siquiera normal.
Está demostrado que cualquiera, con mentes que apenas alcanzan el 80% de coeficiente intelectual, han estudiado con éxito una carrera. El asunto es que en la vida profesional difícilmente logran encontrar acomodo y por lo mismo, sobrevivir. Varios lo hemos observado. Hemos visto individuos así. Que van a la escuela y obtienen el título. Después viene la realidad.
Lo anterior resulta a cuento, porque la semana pasada, el mandatario mexicano desabrigó de toda esperanza a seguidores y adversarios, como suele decir, cuando declaró que la detención de líderes del crimen organizado y narcotráfico no resuelve el problema de la violencia en el país. Lo que quiere decir, una vez más, que no moverá un dedo a favor de la seguridad.
Quiere decir que el país entero continuará en manos de los que cada día ofrecen menos dudas de ser sus protegidos, como todo mundo ha comenzado a decirle, entre políticos, periodistas, comerciantes, empresarios y entre personajes de otras latitudes, que observan a México transformado en un país a merced de la delincuencia, sin que su Presidente se preocupe un ápice por salvarlo de la misma, de acuerdo con lo que dice nuestra Carta Magna y con su actuar y sus declaraciones, cada día con mayor cinismo.
Durante una evaluación del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, repitió lo de siempre: “que su gobierno busca atacar las causas de fondo al brindar apoyos sociales para alejar a la juventud de las filas de las organizaciones delictivas. Preguntó en Xochimilco: ¿Ustedes creen que sólo deteniendo a capos se va a resolver el problema?
Ahora tenemos respuesta de por qué a sólo tres años de este gobierno, han muerto más de 100 mil personas a manos de los criminales de la droga. Más que durante los gobiernos de Calderón y Peña Nieto. Ahora es posible vislumbrar, que al finalizar este sexenio tendremos un México mudado seguramente en el cementerio más grande del mundo y con un mando alterno al político.
El cinismo ha llegado a tales linderos, que no han sido suficientes los señalamientos desde la tribuna de la Cámara de Senadores, en donde se le ha marcado de servir, cada día más abiertamente a las causas de los criminales, en un cotidiano darles la razón; de felicitarlos por su trabajo en las pasadas elecciones y reconocerlos como personas que merecen el respeto de sus semejantes. Aunque éstos respondan siempre con violencia de muerte.
Ese es, desgraciadamente, el legado que se avizora frente a ojos que se niegan a ver. Que niegan la realidad y se entregan al aplauso por creer las palabras huecas que responden preguntas diseñadas para respuestas largas y sin sentido. Ese parece nuestro destino, apoyado por algunos millones de ciegos y sordos.