Los que morirían por su Presidente
Armando Ríos Ruiz miércoles 1, Dic 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Todos los mexicanos que quieran morir o, aunque sea contagiarse con la nueva cepa de virus denominado Ómicron, cuyo peligro es sólo comparable con el Ébola, de acuerdo con especialistas, están cordialmente invitados al Zócalo de la capital, a escuchar otro informe del Presidente de México, debido a que las mañaneras no han sido suficientes para aburrir demasiado. La ceremonia pre luctuosa iniciará a las 17:00 horas. ¡No faltes!
Así debería ser la invitación a la Plaza de la Constitución para el día primero de diciembre, “a pesar del dolor y la tristeza por la pandemia”, como dijo precisamente el mandatario, quien desea celebrar su día de toma de posición hace tres años y quien instó además a salir adelante y echarle ganas, así como a reunirnos. “Tenemos muchas ganas de vernos”. ¿Tenemos, kimosabi?”
¿A quién quiere ver? Todos los fines de semana visita estados en donde mucha gente lo recibe con recordatorios familiares y aun así dice que “tenemos muchas ganas de vernos”. Lo que quiere es confirmar que sus delirantes seguidores serán capaces de dejarlo todo y de acudir, aunque sea como acarreados, a exponer la vida sólo por vitorear a su ídolo.
Un consejo: en virtud de que muchos son traídos de la provincia, no conocen la capital y hay temor de que se pierdan y los organizadores son tan descuidados que dejan estacionadas las decenas de camiones encargados del acarreo a sólo unas cuantas cuadras de la plancha del Zócalo, les recomendamos que los dejen más lejos, con la advertencia de que el que se quedó se quedó. No hay forma de ocultarlos. ¡Pero por favor, más lejos! ¡Estorban la vialidad y la vista!
Desea constatar que muchos mexicanos estarán ahí con la baba en el pecho, y que, aunque ahora sean menos y nadie notará que faltan muchos, porque la explanada se reboza con 100 mil asistentes, cifra perfectamente estudiada por expertos, se verá que está llena. Desea con vehemencia satisfacer su ego, inflado como globo de Cantoya, para sentirse bien. Como una variante del espejo en el cuento de Blancanieves. Tal vez alguien le grite que es el mejor Presidente en nuestra historia. Eso no se lo puede perder.
Pero contrario a sus mismas convicciones, en esta ocasión, a lo dicho al principio de 2020, cuando allá por febrero o marzo aparecieron los primeros signos de peligro de contagio y atizó con que los mexicanos no nos contagiamos porque pertenecemos a una raza superior y bastaba un simple amuleto para anular todos los riesgos e incluso puso y ha puesto el ejemplo con su renuencia a usar el cubreboca, ahora lo recomienda en caso de que se junte mucha gente.
Eso ocurre aquí, mientras en otras latitudes se insiste, desde el descubrimiento de la nueva variante, la más peligrosa hasta hoy conocida, en observar cuidados extremos. Se restringen viajes que transporten el virus mortal y se está en alerta constante para cerrar las fronteras en cualquier momento. Esto pone en evidencia la diferencia entre ser responsable y ser irresponsable.
Después de echada al vuelo la alarma, el presidente Biden, se reunió con Anthony Fauci, su asesor para cuestiones de medicina y con el Equipo de Respuesta de la Casa Blanca, para tomar las previsiones pertinentes frente al virus. Mientras, aquí se invita a los mexicanos a una reunión masiva y por ello altamente peligrosa. Nuestras autoridades sanitarias están sólo para afirmar que nuestros muertos no son tantos, aunque le resten al número real.
En diversos países europeos y en Asia, los mandatarios correspondientes han tomado todas las medidas para contrarrestar los embates del enemigo invisible. Una de ellas, es evitar las aglomeraciones de personas.
El nuevo coronavirus ya llegó a América y no podemos olvidar por nada, que se extiende con una velocidad impresionante. Basta un contagiado para que en cuestión de segundos una multitud sea alcanzada y lo transporte a sus hogares y a puntos de reunión a donde acuda cada uno. Lo bueno es que hay hospitales de sobra que no cuentan con los mínimos requisitos para atender a los enfermos.