Balazos y abrazos
Alberto Vieyra G. viernes 6, May 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
A estudiantes y luchadores sociales, la Guardia Nacional los masacra a balazos y a las bandas criminales pareciera tratarlas con abrazos, como quedó al descubierto en Aguililla, Michoacán donde los cárteles mantenían sitiada esa población michoacana y la Guardia Nacional se mantenía solamente como el chinito “nomás milando”.
En su corta vida, la Guardia Nacional ha participado en unos 125 enfrentamientos a balazos los cuales han dejado 3 veces más muertos que heridos, pero los casos más escandalosos por el abuso de poder que arrastra esa corporación militar son el de Yésica Silva, agricultora de Delicias, Chihuahua tras participar en la toma de la presa La Boquilla y ahora, el crimen perpetrado contra el estudiante de la Universidad de Guanajuato, Ángel Yael Ignacio Rangel.
AMLO creó la Guardia Nacional con el cuento de que sería una corporación civil bajo un mando civil y no militar, pero su proyecto tiene que ver con la escandalosa creciente militarización del país, en la que como nunca los militares están metidos en aduanas, aeropuertos y todas las obras emblemáticas del actual gobierno, es decir que los militares protagonizan un cogobierno con AMLO.
¿Cómo está conformada la Guardia Nacional? Tome nota: De sus 101 mil 182 elementos, el 58 por ciento provienen de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena); el 26 por ciento de la extinta Policía Federal y el 16 por ciento de la Secretaría de Marina (Semar). En suma, más del 90 por ciento son militares, muchos de ellos adiestrados para matar y cometer violaciones a los derechos humanos e incluso, ahora esos militares metidos en asuntos político-electorales.
Sí, mire usted. Los militares no están capacitados para realizar labores policiacas, es decir investigar casos y detener a presuntos delincuentes. Los militares han sido adiestrados para ir a la guerra, es decir matar o morir. Ellos están capacitados para la defensa de la soberanía nacional y para taparle un poco el ojo al macho de que no son violadores de los derechos humanos, se les asignan tareas sociales como son participar en inundaciones, terremotos y otras contingencias que tienen el carácter de desastres naturales, pero el uso y abuso del Ejército mexicano y demás fuerzas armadas en tareas policiacas, les ha traído un desprestigio y desgaste popular como nunca pues las violaciones eran en el pasado y siguen siendo en el presente, a pesar de que López Obrador diga hasta el cansancio que el Estado ya no es violador de derechos humanos los casos de Yésica Silva y del joven estudiante Ángel, basten como muestra de esa clarísima violación de derechos humanos a cargo de militares. Hay un clamor popular porque los militares regresen a sus cuarteles y se concreten solamente a lo concretado, es decir a las tareas que les mandata la Carta Magna.
En la congeladora de la Suprema Corte de Justicia de la Nación están pendientes 10 recursos de inconstitucionalidad sin resolver contra la militarización de la seguridad pública y tal parece que la tremenda Corte no quiere echarse encima a un ponzoñoso alacrán, pues todo indica que esos recursos interpuestos por diputados, senadores y diversas organizaciones de la sociedad civil, serán dictaminados hasta que concluya el régimen de “los abrazos y no balazos”, por lo pronto lo que imperan en la nación azteca y está a simple vista son los balazos y no abrazos con una Guardia Nacional que pronto podría ser disuelta en virtud de que en la Cámara de Diputados no pasará la iniciativa de AMLO para que esa corporación, que ya goza de triste fama, forme parte de la Sedena.
¿Verdad que con balazos y abrazos la Guardia Nacional está cavando su tumba?