¿Justos por pecadores?
Armando Ríos Ruiz miércoles 20, Jul 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
A raíz de la reciente recaptura de Rafael Caro Quintero, por quien el gobierno de Estados Unidos ofreció 20 millones de dólares que ahora deberá pagar a la perra que dicen, la logró, demandan una verdadera cacería de 17 capos más de la droga mexicana, debido a la exhibida protección, reconocimiento y garantías en todo momento al gremio, que la 4T aporta para su seguridad
A tal grado ha llegado esta conducta, que muchos mexicanos elucubran en el sentido de que el olfato del animal no es más que una invención y que en realidad, el mismo gobierno lo entregó, quizá como parte de una exigencia hecha en la oficina oval por el Presidente de Estados Unidos a su visitante. Es mera imaginación acompañada también de mucha suspicacia.
Pero los vecinos se quedarán con las ganas de que gente del pueblo o siquiera un mexicano cualquiera, se atreva a dar la mínima pista de uno sólo de los capos que aparecen en la lista. En los lugares que operan, suelen hacer grandes favores a los habitantes y por esa razón se entabla un agradecimiento que apaga la más sutil codicia. Además, los correligionarios se encargan de investigar para dar con los soplones y las venganzas no se hacen esperar.
Hace años propuse a don Renato Sales Gasque, procurador de Justicia del Distrito Federal, promover o volver a imponer la pena de muerte para los autores de determinados delitos y me dijo que no era posible por razones como que el Estado podría equivocarse al juzgar y condenar a un inocente. Porque creaba émulos, como ocurrió en la Unión Americana cuando metían a la silla eléctrica a un delincuente.
Otros malhechores acudían a presenciar la ejecución y ante la valentía demostrada por el sentenciado, experimentaban una admiración que los empujaba a imitarlos. Otra razón que esgrimía consistía en que estaba demostrado que este castigo no disminuía el crimen. Discutimos cada punto, cada quien con sus razones y cada quien se quedó con sus razones.
En el caso de Caro Quintero, el gobierno de Estados Unidos lo quiere para enjuiciarlo e imponerle el castigo que considere adecuado, por la muerte de Enrique Camarena, agente de la DEA que investigaba todo lo relacionado con negocios de las drogas, durante muchos años. Como decía don Renato, ¿no se equivocará la autoridad al juzgarlo por esos hechos, por cierto, muy cuestionados?
¿Realmente se trata de un chivo expiatorio, como muchos investigadores lo dijeron? ¿Es la víctima idónea que hace casi 40 años, resultaba ideal para que otros quedaran impunes? En aquella época se habló del caso en este sentido y ahora, con la recaptura, el mismo personaje declaró que diría la verdad, llegado el momento.
Sin embargo, las autoridades del norte no han dejado un espacio para sentenciarlo desde ahora, por un crimen que quedó en entredicho. Ni siquiera existe la menor posibilidad de realizar una investigación, menos cuando ha pasado demasiado tiempo y seguramente no hay posibilidades, a estas alturas, de volver a encontrar pistas seguras. Obviamente, el tiempo las ha borrado.
Enrique Camarena, agente encubierto de la DEA, fue secuestrado después de una visita a las oficinas del consulado de Estados Unidos en Guadalajara, por cinco sujetos que lo metieron en la cajuela de un automóvil. Días después fue localizado sin vida y con visibles huellas de tortura.
Con Caro Quintero detenido, encerrado en un reclusorio, comenzaron a menudear las teorías de propios y extraños. Aquí muchos policías sentían que no cuadraban algunas líneas en cuanto a la culpabilidad de Caro. Ex agentes de la agencia norteamericana coincidieron, al decir que Camarena se había convertido en doble agente y que inclusive participaba en negocios de la droga y que esta fue la verdadera razón por la que fue asesinado y se fraguó la idea de inculpar a un capo que, por alguna razón, fue seleccionado para cargarle el gran pecado.
Se habló inclusive de un cónclave en el que participaron jefes policíacos, altos militares y funcionarios del gobierno de mucho peso. Se conoció que celebraron una reunión en un lugar de Guadalajara, en donde se determinó, asimismo, sentenciarlo antes de haber sido capturado y sometido a juicio por la autoridad competente. Hoy, los 20 millones de dólares ofrecidos por su captura fueron desdeñados por quienes sabían de sus andanzas.
Ahora también se tasó una oferta de 95 millones de dólares por otros capos, que seguramente no harán ninguna mella en la conciencia de nadie.












