Unidos por la misma tendencia
Armando Ríos Ruiz viernes 29, Jul 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El fenómeno político aparecido en América Latina durante los últimos años, que ha llevado al poder a personajes con claras tendencias populistas, pero más que nada dictatoriales; convertidos en visibles ejemplos de retroceso y destrucción, con una estela de historia negativa a lo largo de sus vidas, ha resultado inexplicable para muchos expertos en el tema.
Las elecciones del pasado 29 de mayo y 19 de junio en dos rondas, que llevaron a la presidencia de Colombia a un ex miembro del M-19, instrumento de guerrilla urbana, al economista Gustavo Petro, o el comandante Andrés y Aureliano, éste último sobrenombre en memoria del personaje de la novela Cien Años de Soledad, despertaron alertas en todos los países vecinos como crónica de una equivocación anunciada, para aludir otro título de Gabriel García Márquez.
Desde que Petro amenazó con llegar a la presidencia, después de ganar la primera vuelta, aparecieron en muchos países de América Latina, de México, inclusive, advertencias de lo que podría ocurrir en aquel país del sur del continente, si la ciudadanía decidía llevarlo al triunfo. Hubo sordera o simplemente ignorancia. Como en nuestro país, el grueso de la gente no se informa.
Voces conocedoras, inteligentes, se empeñaron en convencer del gran error. No fueron escuchadas. Ahora habrán de experimentar en carne propia lo que es tener a un gobernante que ya ha comenzado a manejarse como si fuera dueño del inmenso territorio que gobierna y no un hombre común, en quien el pueblo depositó su confianza para que los representara como el mejor hombre que tiene entre otras obligaciones, velar por su bienestar.
Hoy han aparecido signos de alarma en su propio país, que sólo reflejan la razón que asistía desde antes de su llegada a personas que lo conocían bien por seguir sus pasos, como al ex presidente Andrés Pastrana, quien desde principios del año anticipo que Gustavo Petro era el Caballo de Troya del narcotráfico.
La historia es repetitiva, de acuerdo con el pensador italiano Vico. Así también pensaban Federico Nietzche y Oswald Spengler, en sus respectivas obras, La Teoría del Eterno Retorno y La Decadencia de Occidente. Lo que ocurre en la nación sudamericana que cobijó al libertador Simón Bolívar, semeja un reflejo que viaja desde México, a través de Los Andes y de vuelta, para hermanar a personajes que parecen incubados en el mismo vientre.
Pero también hay un dicho popular que pasó de los árabes asentados en España a este país y de la península a México: “nadie escarmienta en cabeza ajena”. Los colombianos tendrán que soportar tal vez cuatro años de vigencia presidencial o más, si las semejanzas con otros mandatarios del mismo continente son tan fuertes y si deciden conservar otros cuatro años al mismo ejemplar.
Petro no ha ocultado un milímetro, su intención de otorgar perdón a las organizaciones criminales, que han recibido con verdadero beneplácito la noticia y que han prometido inclusive, portarse bien. Pero ¿alguien acostumbrado a ganar cantidades inmensa de dinero o los que aspiran a ganarlas, se conformarán así de fácil? ¡Es claro que no! Los expertos afirman lo mismo.
Petro argumentó que “el perdón social no es impunidad, es justicia reparativa. El perdón social no es encubrimiento, es un proceso de verdad histórica. El perdón social no lo ordena el presidente, sino la sociedad”. Mucho más fino, pero el mismo contenido tendencioso que en México.
“Esto puede resultar en un fortalecimiento del narcotráfico y en un deterioro de la seguridad”, dijo el abogado, socioeconomista y analista político Rafael Nieto, viceministro del Interior y de Justicia de 2003 y 2004, en el primero de los dos gobiernos de Álvaro Uribe y presidente de Colombia de 2002 a 2010”.
Difícil explicar conductas de personas que ven el precipicio y no se detienen. Difícil como despejar por qué, una vez en el poder y ante las acciones destructoras de esos mandatarios, persiste un delirio en un espacio social por defenderlos y por consentir la destrucción. México es el gran ejemplo.