Agresión peligrosa al Ejército
Francisco Reynoso jueves 25, Ago 2022Triple Erre
Francisco Reynoso
- Jesús Murillo, un chivo expiatorio para los leones
Con el Ejército, vale más que López Obrador se ande con mucho cuidado.
Difícilmente, el general secretario de la Defensa Nacional, Luis CresencIo Sandoval, su Estado Mayor y la pléyade de generales en retiro, pero muy activos en la vida del Ejército mexicano, aceptarán el papel de villanos en el caso de Ayotzinapa.
Y Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, en una mañanera, con López Obrador como testigo mudo, le dejó caer la tranca al Ejército mexicano.
Altos mandos y tropas fueron negligentes, omisos y en algunos aspectos cómplices.
¡Tengan para que aprendan!
Existen versiones de que el general secretario Sandoval brincó de la silla indignado. Y como estaba en su oficina, mandó a la tiznada a gritos a Encinas y compañía.
López Obrador le ha dado poder político y riqueza al Ejército; dinero a manos llenas a los generales activos y en receso. Con todo y eso, no aceptarán calladamente que se coloque al Ejército en el papel de asesino de estudiantes, como en 1968.
Así que López Obrador debe medirle el agua a los camotes. Con la Iglesia católica se puso muy sabroso. Calificó de hipócritas a curas y obispos. Y los convocó a que imiten al papa Francisco para que no los manipule el imperialismo con el que están muy arreglados.
Con los militares es otro cantar. Debe andarse muy derechito y cuadrarse ante los que tienen el poder.
Inmorales, Encinas y Gertz
Arturo Nahle García es un político de larga trayectoria y experiencia. Es abogado y en Zacatecas es presidente del Tribunal Superior de Justicia. Es hermano de Rocío Nahle, secretaria de Energía.
Y es amigo, compadre y colaborador de muchos años de Jesús Murillo Karam.
A juicio de Arturo Nahle, detrás de la acusación de desaparición forzada contra Murillo Karam y de su aprehensión el lunes pasado, están dos funcionarios mediocres, sin credibilidad ni moralidad: Alejandro Encinas y Alejandro Gertz Manero.
¿Por qué acusan a Murillo de construir una verdad histórica mentirosa?
Desde la óptica de Nahle para justificar al gobierno de López Obrador ante los padres de los 43 estudiantes desaparecidos. Al inicio del sexenio se les prometió encontrar la verdad; una verdad que les gustara y los dejara satisfechos. Y como no se ha podido construir esa nueva verdad, se echan encima del ex procurador de la República que presentó la “verdad histórica” y que nunca le gustó a los padres de los estudiantes. Ni a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Nahle García sostiene que acusar de desaparición forzada a Murillo Karam es de risa. Es francamente ridículo.
Y si el Poder Judicial de la Federación tiene autonomía y rectitud, el miércoles próximo Murillo regresará a su casa, exonerado de los cargos que se le imputan.
El artículo 166 del Código Penal consigna que una persona mayor de 70 años —Murillo tiene 74— y con enfermedades crónicas deberá enfrentar los procesos en prisión domiciliaria.
Murillo no se acogerá a ese precepto; saldrá exonerada, insiste Nahle García.
Un chivo para los leones
¿Por qué se acusa a Jesús Murillo de desaparición forzada y de construir una verdad histórica mentirosa?
Por la simple razón de que nunca se encontrará vivos a los 43 normalistas de Ayotzinapa —a 40 porque la muerte de tres de ellos ya está comprobada científicamente—. Ni tampoco se podrá cumplir el compromiso que hizo López Obrador con los padres de los estudiantes de encontrar a estos y a los culpables de su desaparición.
La verdad histórica que presentó Murillo Karam está construida con las declaraciones de 57 normalistas de Ayotzinapa que sobrevivieron aquella noche trágica de 2014 en Iguala, Guerrero; con las declaraciones de policías de Cocula, de empleados de la línea de camiones a la que los normalistas les secuestraron cinco unidades; de testigos presenciales de los hechos y de 142 detenidos de la organización Guerreros Unidos que confesaron que los normalistas fueron asesinados, quemados en el tiradero de Cocula y sus cenizas esparcidas en el río San Juan.
Toda ese gente, con sus testimonios y con las investigaciones, peritajes y videos de cámaras se construyó la verdad histórica que ahora dicen inventó Murillo Karam.
Queda claro que con lo que hace el gobierno de López Obrador se pretende proteger a quienes fueron los criminales que secuestraron y ultimaron a los normalistas.
Se les quiere proteger porque, como todos los criminales, ahora dicen que sus testimonios fueron arrancados con torturas.
Pero suponiendo que así haya sido, no se acreditan los cargos a Murillo Karam porque, como procurador de la República —el caso Ayotzinapa lo tuvo menos de dos años y Gertz Manero lo ha tenido cuatro años— no ordenó el secuestro de los estudiantes y menos que los mataran e incineraran.
Así pues, el gobierno de López Obrador quiere un chivo expiatorio. Pero no cualquier chivo. Quiere un chivo grande para echárselo a los leones —los padres de los normalistas desaparecidos— para que sacien su sed de venganza y mañana no endurezcan sus gritos, reclamos e injurias contra López Obrador.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos