Voto reflexivo
Freddy Sánchez jueves 16, May 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Entre los electores que, es de imaginarse, acudirán puntualmente a las urnas hay dos clases con una predisposición en apariencia similar: votar por impulso.
Y de no equivocarse dicha suposición, en ambos casos la decisión de por cuáles opciones electorales inclinarse podría haberse tomado muchos meses atrás.
Se trata naturalmente de los convencidos de respaldar a la 4T y los que están en el lado opuesto.
Dos grupos de electores que difícilmente modificarán su deseo de votar para que triunfe la representación electoral que a su juicio no puede haber una mejor opción para el país.
Algunos críticos de estos votantes suelen afirmar que el voto de estos electores es un voto por impulso y no sujeto a una prudente reflexión con respecto a cualidades y defectos probables de los candidatos a elegir para que asuman los cargos de elección popular en disputa. En el ánimo de dichos interesados en votar lo que supuestamente influye en su decisión es que a unos aspirantes electorales los consideran “los buenos” y a otros “los malos”.
Y por tal motivo su voto lo recibirán quienes previamente cuenten con su aprobación y no así quienes a su juicio de ninguna manera merecen su apoyo electoral.
Porque en eso de elegir a unos y rechazar a otros contendientes se antoja más que inconmovible la voluntad de una gran parte del electorado.
Los electores mencionados, según cálculos preliminares de las elecciones a realizarse el 2 de junio dejan fuera de esta categoría a los que se consideran votantes que si no han decidido por qué candidatos y partidos políticos votar, la razón es simple: no están convencidos.
O sea que en su afán de no cometer un error al elegir podrían seguir evaluando lo que ha sucedido en el país con el arribo de la Cuarta Transformación en sustitución de lo que se considera la representación de la tecnocracia desplazada por nuevas políticas de gobierno.
En ese sentido existen opiniones que rechazan un desarraigo total de la forma de gobernar en asuntos de macroeconomía, conservándose algunas prácticas que permiten mantener en calma a los mercados, pero es más que evidente lo nuevo que vino a eliminar distintas actividades y el modo de realizarlas. Así que los votantes que no actúan por impulso al adoptar sus preferencias quizás se plantearán ciertas preguntas como la de cuánto ha habido en el sexenio de Andrés Manuel en cuestión de avances y retrocesos con respecto al bienestar, la igualdad y la justicia que demandan y lo que han recibido los habitantes de México.
Y otra cosa, lógicamente, si lo realizado se ha hecho para el bien de todos o beneficiando a unos y perjudicando a otros.
En ese sentido también se debe considerar lo que con el gobierno federal en turno se logró hacer en el combate a la corrupción y la delincuencia organizada y sobre todo si en realidad se puede percibir que las cosas mejoraron, se mantienen como en el pasado o de plano sus efectos son peores.
En ese tenor es de creer que los votantes que aprecian la importancia de su voto en circunstancias como las que está pasando nuestro país, en vez de apresurarse a decidir a quienes aprobar para los futuros puestos electorales aparentemente optaron por la cautela para recurrir a un voto reflexivo.