Un imperio loco
Alberto Vieyra G. martes 16, Jul 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Históricamente, Estados Unidos se ha exhibido ante el mundo como un imperio loco en el que el diablo siempre anda suelto.
Ser un gobernante de la nación más poderosa del planeta es todavía más peligroso.
Los crímenes de Estado en Estados Unidos suman 4, aunque no faltan quienes aseguran que el mismísimo fundador del imperio norteamericano, George Washington, murió el 14 de diciembre de 1799 en el hospital envenenado, donde era tratado de laringitis crónica y otros trastornos.
Haré historia. Corría el 14 de abril de 1865, cuando el presidente republicano Abraham Lincoln murió a manos de un fanático en plena guerra civil entre el norte y el sur en Estados Unidos. James Garfield, otro republicano, quien apenas gobernó 7 meses en Estados Unidos, entre el 4 de marzo y el 19 de septiembre de 1881, sería liquidado por un resentido abogado Charles Guiteau, a quien le había prometido un trabajo en el gobierno y no le cumplió.
Para el 22 de noviembre de 1963 se recuerda la fecha del asesinato de John Fitzgerald Kennedy otro republicano asesinado en Texas por Lee Harvey Oswald, quien secretamente viajó a Cuba, luego hacia México y de nuestro país directo a cumplir su macabra misión en Texas. Sí, mal les ha ido a los republicanos en cuestiones macabras. En todos los casos, jamás se ha sabido quienes han sido los asesinos intelectuales porque son crímenes de Estado y el Estado nunca se investiga así mismo.
Otro de la dinastía Kennedy, Teed, que militaba en el partido demócrata sería asesinado el 5 de julio de 1968.
Desde entonces la violencia política y la muerte no se habían estampado en la clase política norteamericana, hasta que este sábado 13 de julio el mundo fue testigo de que en Norteamérica figura un imperio loco, una nación norteamericana dividida y enfrentada en dos, un imperio de canallas.
El mundo ha sido testigo de una nauseabunda radiografía que desdibuja en el liderazgo a Estados Unidos en el plano internacional. Donald Trump, que busca convertirse por segunda vez en presidente de EU, salvó el pellejo de puro milagro a manos de un francotirador, que fue abatido, pues la bala sólo le rozó una oreja.
Por un lado, veremos a ese anárquico y grosero Donald Trump enfrentar a la justicia norteamericana por decenas de delitos usando como estandarte la bandera del maquiavelismo, la mentira y el populismo de derecha que divide al pueblo norteamericano.
Por otro lado, vemos a un Joe Biden, quien busca reelegirse y a quien más seguido se le va a hebra o se le van las cabras porque cuando no confunde al mandamás de Ucrania, Zelenzki, con el dictador ruso Vladímir Putin, se le cruzan los cables en otros asuntos torales de Estados Unidos y para colmo, el partido demócrata está dividido y no sabe si va a cambiar de caballo a mitad del río o se va derechito al matadero político, sobre todo ahora que Donald Trump se convertirá en víctima buscando asegurar desde ahora las llaves de la Casa Blanca.
Pero también vemos a un imperio loco enfrentarse a un Frankenstein de las armas que vuelven a estar en el debate, pero se antoja que difícilmente los fabricantes de armas dejen de hacerlo porque el gobierno norteamericano y las naciones aliadas son los principales clientes de esos fabricantes republicanos.
En fin, el mundo ve la decadencia y la putrefacción de un imperio, cuya sociedad no sólo esta dividida, sino principalmente víctima de la confusión que no alcanza a ver hacia dónde va el país de las barras y las estrellas, el imperio loco.











