Militancia y justicia al mejor postor
Luis Ángel García lunes 9, Sep 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La renuencia del gobierno federal y su franquicia que opera como partido a escuchar otras voces y reconocer los yerros de la aberrante reforma judicial ha exhibido la militancia de quienes debieran guardar imparcialidad en sus sentencias. Tres ministras de la Suprema Corte, autollamadas ministras del pueblo han manifestado no solo su simpatía por la 4T, sino que abiertamente reconocen su filiación partidista. Ello hace entendible por qué su irrestricto apoyo a los proyectos legislativos del todavía inquilino de Palacio Nacional y la negativa a apoyar las resoluciones del Máximo Tribunal sobre la inconstitucionalidad de sus leyes. En manos de esa triada, la justicia —representada por la diosa griega Temis, cuya balanza significa igualdad y equilibrio ante la ley y la espada la sanción firme y correcta contra el delito—, es lo más lejano a la restitución de los derechos del ciudadano y mucho menos fijan límites a los abusos del poder.
La reforma judicial no busca mejorar la administración de la justicia ni hacerla más pronta y expedita para beneficiar al pueblo o acabar con la corrupción de algunos juzgadores, es un simple acto de venganza personal del Ejecutivo que no pudo doblegar a los ministros de la SCJN como lo hizo con el abyecto Congreso federal. Le importa poco si magistrados o jueces son deshonestos, cuentan con un rezago impresionante o aplican la ley a conveniencia. Él va por castigar a los insurrectos, a los que no obedecieron la consigna de someterse a los designios de una presidencia imperial, objetivo supremo del proyecto político de la 4T. El propósito era desaparecer la división de poderes de una República democrática e instaurar un régimen autoritario sin contrapesos constitucionales; pretendió hacerlo por las buenas, mientras tuvo a un lacayo a sus órdenes con el impresentable Arturo Zaldívar —quien en su tesis en la Libre de Derecho reconocía al amparo como freno a las inconstitucionalidades—, pero con la togada Norma Piña no pudo ni con la designación de sus esbirros.
Por ello instrumentó el “plan C”, el cual, sí abarca la defenestración de todo el Poder Judicial, la desaparición de la carrera judicial, la nulidad del amparo frente a los abusos de la autoridad o los actos contrarios a la Constitución fraguados por el gobierno. Con jueces mediocres se otorgará la justicia al mejor postor.
Un capricho personal, un ejercicio absolutista del poder unipersonal es el espíritu de la reforma judicial. Sabemos que los abogados de la Presidencia son burócratas de medio pelo, legos en lo constitucional y en otras ramas del Derecho, por lo que era de esperarse que la aberrante iniciativa presidencial fuera sumisamente aprobada por los diputados; pero es preocupante que en ningún nivel de gobierno se quisieran escuchar las voces de los doctos, los analistas, los juristas, los litigantes, los universitarios, los mismos trabajadores del Poder Judicial o los impartidores de justicia. ¡El Estado soy yo! Y se cumple mi voluntad. Quiero un Poder Judicial a mis órdenes que no quiera sancionar mis leyes, aunque contravengan a la Carta Magna; es más quiero una nueva Ley Suprema donde el ciudadano no pueda defenderse de los actos de autoridad. Por eso habrá ignotos ministros impuestos, no por ignorante voto popular, sino por militancia o lealtad. De prosperar el atentado contra el Estado de Derecho se habrá dado un golpe mortal a nuestra imperfecta democracia y pasaremos a ser un Estado autoritario y muy cercano al totalitario. Los senadores de oposición —salvo algún traidor sin escrúpulos—, podrán dar vigencia a la mítica leyenda prusiana del juzgador que frenó el abuso de poder del emperador Federico “El Grande” contra un campesino, lo que valió la frase: “Todavía hay jueces en Berlín”, aquí podremos decir, todavía hay jueces en México.