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Carlos Ramos Padilla lunes 16, Sep 2024Se comenta sólo con…
Carlos Ramos Padilla
El Presidente vuelve a organizar su fiesta/asamblea con motivo del Grito de Independencia y este lunes toma el Zócalo para congraciarse, en la fiesta cívica más importante, con gobiernos extranjeros autoritarios y represores.
Recuerdo una de sus grandes mentiras cuando en el primer año de su gobierno anticipó que no habría cena ni celebración en Palacio ni invitados especiales. Las cámaras enviaban imágenes del mandatario y su esposa dirigiéndose solos al balcón presidencial. Había órdenes de no enfocar a los invitados.
Al día siguiente fue el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien publicó una serie de fotografías del festín en el patio central de Palacio.
En esta ocasión, tanto el ceremonial como el desfile militar estarán abiertamente empañados por la exagerada violencia desatada en varias regiones del país.
Carreteras cerradas, vehículos incendiados, comercios cerrados, cancelación de las fiestas patrias, escuelas cerradas…, pero el Presidente, en su fiesta de cierre de sexenio, insiste que la gente está “feliz, feliz”.
Sinaloa está fuera de control, hay advertencias nacionales e internacionales para no acudir a la zona. Michoacán igual, también Chiapas, Veracruz y Tamaulipas.
Pero el Presidente dice que son pugnas entre dos grupos y que el asunto “ya se está atendiendo”. Y toma el tiempo de la nación para que su esposa se despida del pueblo bueno, siendo que no es funcionaria pública y usa indebidamente recursos públicos para su promoción.
Importa y mucho lo que están declarando los capos de capos en las prisiones de Estados Unidos, pero mientras eso sucede, los toques de queda en varias poblaciones mexicanas nos dejan observar como concluye este sexenio.
Pero el Presidente quiere, después de su mandato, controlar al Ejército, a la Secretaría de Hacienda, a la Secretaría de Gobernación, a 24 gobernadores, al Legislativo y a Morena, así que eso de que se va y se va es otro engaño más.
Las bombas están sembradas en el terreno de la señora Sheinbaum. Los problemas y crisis financiera del país son verdaderamente graves así como el gobierno abierto que han impuesto grupos criminales.
Pero Sheinbaum lo sabe y es complaciente con el Presidente. El país debería estar de luto y AMLO reconociendo que su sexenio falló, que el mintió y que su liderazgo queda reducido a sus personales fantasías.
Me cuestionaba un colega: “pero es muy popular”, sí claro, no hay objeción, pero también es popular el padrino que arroja monedas a los niños pobres en los bautizos y con eso no soluciona las carencias y pobreza de las familias.
Qué triste, en verdad, la situación en la que se encuentra la nación, pero el Presidente se empeña en confrontarnos con las potencias y acercarnos con los tiranos.
Sale al balcón presidencial y grita lo que le viene en gana, sin respetar a la República. Voltea para otro lado, no quiere contar los cadáveres diarios que se le amontonan en su conciencia.
Se autoconvence que se va tranquilo, pero millones de mexicanos, muchos millones, están en desacuerdo con sus trivialidades. Nada que festejar, en verdad, el ánimo no estira para seguir con la escenografía falsa del bienestar y la transformación.
En un acto de decoro y honestidad la bandera, nuestra bandera debería ondear a media asta.