La renuncia por lo menos…
Augusto Corro martes 30, Ago 2011Punto por punto
Augusto Corro
El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, debe renunciar al cargo. Su ineptitud está más que comprobada. Desde que llegó al poder, los neoleoneses empezaron a padecer los estragos de la violencia extrema. El llamado tejido social se encuentra pulverizado. No saber, o no querer, enfrentar a los cárteles de la droga ha provocado el miedo y el terror en aquella entidad.
El ejemplo más claro ocurrió con la muerte de 52 personas en el incendio del Casino Royale. La conciencia del mandatario estatal no registrará esas manifestaciones de luto y de duelo por la tragedia en el centro de apuestas. Su visión e interpretación de los hechos le aconsejan paciencia y actitudes cínicas, en estos días de turbulencia, porque todo pasará y las aguas volverán a su cauce y el continuará al frente del gobierno (desgobierno).
En las primeras manifestaciones de los regiomontanos, se apreció el descontento de la sociedad contra las autoridades locales, estatales y federales. Los regios, como se les llama coloquialmente, se reunieron frente a palacio de gobierno, para pedir la renuncia de Rodrigo Medina y de otros funcionarios, debido a la creciente ola de violencia.
Plantearon sus demandas elementales: “protección y mayor seguridad en las calles”. Petición sencilla, pero que las autoridades no han podido llevar a cabo por su ineptitud y los resultados los tenemos a la vista: son catastróficos.
Todos los hechos sangrientos registrados en Nuevo León, el estado fallido al que se llegó por la ineptitud del gobernador, no son suficientes para que Rodrigo Medina dimita al cargo. Queda claro que son otros los intereses que lo mantienen en esa simulación de gobernante.
Otro político con un mínimo de honestidad, con un compromiso en bien de la ciudadanía, hubiera renunciado hace tiempo. Pero la realidad es otra, ante la falta de leyes que obliguen a la rendición de cuentas, los funcionarios se hacen los sordos y los ciegos para enriquecerse desde las esferas del poder donde se encuentran. La política como negocio es lo importante.
Sin embargo, alguien debe decirle a Rodrigo Medina que no pudo con el paquete, que ya tuvo la oportunidad de jugar con los intereses de los neoleoneses y que falló. Que su paso por el gobierno estatal será recordado como el más sangriento en los últimos años, y que en síntesis, debe renunciar.
Desde luego el miedo y el terror que padece la población no serán suficientes para que alguien como el gobernador, un sujeto sin escrúpulos, presente su renuncia. Los políticos ya perdieron la vergüenza. El ejemplo lo tuvimos en la tragedia de la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora. El hecho sirvió para el reacomodo, sin rubor alguno, de las fuerzas políticas en la entidad. De los responsables de la muerte de decenas de niños nada se sabe.
PERDIERON LA VERGÜENZA
Y ya que hablamos de los políticos que perdieron la vergüenza, Vicente Fox sigue empeñado en recuperar el poder político que ya ejerció, por cierto, con mala fortuna.
A raíz del terrorismo desatado en Monterrey, el guanajuatense, oportunista como él solo, propuso a Felipe Calderón que pacte una tregua con el crimen organizado y revise la posibilidad de decretar una ley de amnistía para frenar la violencia.
Fue más allá. Pidió al gobierno federal hacer un alto a la estrategia de combate al crimen organizado “que -dijo- no funciona”, y revisar otras posibilidades, como la integración de un grupo internacional de expertos en temas de seguridad que puedan proponer otras vías de atención a la problemática. Volvió al tema trillado de la legalización de las drogas.
Reafirmó su posición crítica al gobierno de Calderón, con las siguientes declaraciones: “He tomado la decisión de convertirme en una voz que convoca a México entero a un camino de paz, armonía, no violencia”. Desde luego, se trató de un discurso afortunado que se encuentra lleno de oportunismo político, propio de la manera de actuar y pensar (¿?) del guanajuatense.
Todo mundo sabe que en el Partido Acción Nacional (PAN) las cosas están de cabeza y que la lucha por la sucesión presidencial se encuentra al rojo vivo. Calderón no dejó un solo momento de intervenir en su partido y canceló cualquier oportunidad para que Fox continuara con un mínimo de influencia en aquellos que dirigen los destinos de los azules.
Tan es así, que dos de sus protegidos padecen el rechazo de la cúpula panista dirigente: Manuel Espino, flamante ex líder del PAN, fue echado de manera vergonzosa de esa organización política. Santiago Creel, incondicional de Fox y precandidato a la Presidencia de la República, es ninguneado por la jerarquía azul, encabezada por Calderón.
Que le quedaba al ex presidente Fox, pues aparecer como abanderado de las causas perdidas en las filas panistas y con un poco de suerte, convertirse en líder de los incautos que lo siguen, para impugnar la política de Calderón, a pesar de que se comprobó que como funcionario público fue, simplemente, una nulidad.
Se encuentra presente en la opinión pública que al inicio del gobierno de Fox, “El Chapo” Guzmán, uno de los hombres más fuertes del narcotráfico, se fugó de la cárcel de Puente Grande, Jalisco. En el excelente libro “Los señores del narco”, la brillante periodista Anabel Hernández habla ampliamente del asunto. Además, Fox y Creel promovieron la apertura de casinos durante su sexenio. A unas cuantas horas de finalizar su mandato, Creel, secretario de Gobernación, autorizó y repartió licencias para el funcionamiento de decenas de centros de juego.
¿Y el pacto y la amnistía con los delincuentes que propone Fox?
Calderón rechazó la propuesta. Preguntó: ¿Qué es eso de dar amnistía a delincuentes y negociar con el crimen organizado?.
Al ser entrevistado sobre el tema, Calderón contestó: “Pues mira, la verdad imagínate que en este momento a los criminales que lanzaron la gasolina ahí en este lugar de la manera más cobarde, ruín, les demos amnistía y los dejo libres, ¿pues qué, qué, qué es eso? No sé cuál sean las ideas o fundamentos de eso, yo creo que para amnistía y para tregua con los criminales ya tuvimos demasiados años y ahorita estamos pagando las consecuencias de haberlos dejado crecer en todo el país”.
¿Así o más claro?