Los gigantes de la industria automotriz de EU le marcaron el alto a Donald Trump
Miguel Ángel Rivera, Opinión jueves 6, Mar 2025CLASE POLITICA Miguel Ángel Rivera
Es muy poco probable que los principales dirigentes de las tres grandes armadoras de automotores de los Estados Unidos, Ford, General Motors y Stellantis, se sumen a los contingentes que Morena y aliados se preparan para llevar el venidero domingo 9 al Zócalo capitalino, pero sin duda son los principales aliados del gobierno de la presidenta (con A) Claudia Sheinbaum Pardo para hacer frente a las amenazas de su presidente, Donald Trump, de imponer elevados aranceles a las exportaciones “mexicanas”.
Esos empresarios no necesitan sumarse a los coros de protesta, pues tienen mejores recursos para presionar a su propio gobierno y lograr que se eliminen los obstáculos que el magnate naranja intenta imponer al ingreso de autos y camionetas armadas en México porque supuestamente representan un comercio ventajoso contra la Unión Americana.
Esa decisión de respaldar la inconformidad mexicana (como también la del otro “socio” del que parecía todopoderoso tratado de libre comercio de América del Norte, Canadá) es gratuita. Por el contrario, ellos defienden sus intereses y, en los hechos, tienen mayor capacidad de presión sobre el gobierno del magnate naranja que las mencionadas dos naciones, ni solas ni juntas.
“Hablamos con los tres grandes concesionarios de automóviles” de Estados Unidos que ensamblan vehículos en México y Canadá y “vamos a dar una exención de un mes a cualquier automóvil que pase por el T-MEC” sin que pague el 25% de aranceles, señaló el presidente estadunidense Donald Trump, a través de un comunicado leído por su portavoz en la Casa Blanca.
La decisión de Trump retrasará hasta el próximo 2 de abril la imposición de aranceles del 25% sobre los automóviles que entren a EU procedentes de México y Canadá.
De acuerdo con sus mismas recomendaciones de nunca admitir que fue superado ni mucho menos derrotado, Trump presentó así, como una concesión personal, no como resultado de presiones, el obligado retroceso en su decisión de aplicar aranceles a esas exportaciones (importaciones en el caso de los Estados Unidos).
Las notas de diversos medios de los Estados Unidos y de otros rumbos reproducen la información en el sentido de que la tarde del reciente martes un grupo de ejecutivos que representan a los principales fabricantes de automóviles advirtió a Trump y su equipo que los aranceles del 25 por ciento a las importaciones de México y Canadá provocarán drásticas subidas de precios en todo el mundo, pero especialmente en los Estados Unidos.
“Todos los fabricantes de automóviles se verán afectados por estos aranceles a Canadá y México”, subrayó John Bozzella, quien preside la Alianza para la Innovación Automotriz que agrupa a todos los fabricantes clave de automóviles de EU, con excepción de Tesla de Elon Musk.
Como resultado, la mañana del ayer, miércoles, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo que el presidente Trump analizaba suavizar aranceles a productos fabricados en México y Canadá, pero no había claridad sobre qué productos serían.
De acuerdo con el funcionario, el gobierno evaluaba el Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá y si ciertos sectores habían cumplido con el acuerdo concretado durante el primer mandato del magnate republicano.
De acuerdo con lo anunciado por el gobierno de Trump, la aplicación de los aranceles se pospone durante un mes, pero se puede apostar que esa decisión se mantendrá definitivamente, pues se debe tener en cuenta que si las plantas armadoras de las llamadas “tres grandes” se trasladaron de sus sitios de origen en territorio de la Unión Americana a México y Canadá fue porque esto le representaba una ventaja sobre sus principales competidores mundiales, como Alemania, luego Japón y, en la actualidad, China.
Debido a esas ventajas competitivas, empresas armadoras de esas tres naciones, han trasladado algunas de sus armadoras a México y, aunque no son propiedad de mexicanos, el magnate Trump que trata de erigirse en emperador mundial, intenta limitar el ingreso de esos vehículos al mercado estadounidense. Además, supuestamente con el fin de recuperar plazas que han perdido los obreros estadounidenses por ese traslado de plantas productivas -el sector más mencionado es el automotriz, pero el mismo fenómeno se registra en otras áreas, aunque no tenga tanto impacto- pero se trata, aunque sea parcialmente, de una falacia.
Los propios especialistas de los Estados Unidos sostienen que su país ha perdido más puestos de trabajo por efecto de la automatización que por el traslado de plantas al extranjero, en este caso Canadá y México.
De acuerdo con el anuncio del equipo de Trump, el aplazamiento de los aranceles en el sector automotriz alcanza hasta el venidero 2 de abril, cuando el magnate naranja planea anunciar lo que él llama aranceles “recíprocos” para igualar los gravámenes y subsidios proporcionados por otros países.
Pero, como mencioné antes, sus “buenos deseos” se enfrentarán a los intereses de la industria automotriz de su nación, que ya tienen más de cien años y que, en tono de broma, el siglo pasado se decía que los Estados Unidos habían triunfado en las guerras mundiales gracias al liderazgo de tres “generales”: General Electric. General Foods y General Motors.
Mientras tanto, en México, el gobierno de la llamada Cuarta Transformación podrá envolverse en la bandera nacional y lanzar arengas de todo tipo, aunque en realidad no tiene la fuerza ni la capacidad para oponerse al arrollador magnate que pretende erigirse en el dictador mundial.
Para poder ofrecer una resistencia real se necesita tener una importante capacidad económica, asociada con un alto nivel de desarrollo tecnológico.
Como ejemplo de lo anterior se debe tomar como punto de referencia el anuncio de ayer del gobierno de China acerca de su decisión de responder con represalias a los aranceles de Trump.
En efecto, el Ministerio de Comercio de China anunció que 10 empresas estadounidenses más fueron añadidas a su lista de “entidades no fiables” y 15 a su lista de “control de exportaciones”.
Las empresas objetivo de las represalias chinas incluyen TCOM Limited Partnership, Stick Rudder Enterprises LLC, Teledyne Brown Engineering Inc., Huntington Ingalls Industries Inc., S3 AeroDefense, Cubic Corporation, TextOre, ACT1 Federal, Exovera y Planate Management Group. Además, otras 15 empresas estadounidenses fueron incluidas en la segunda lista, entre ellas: Leidos, Gibbs & Cox Inc., IP Video Market Info Inc., Sourcemap Inc., Skydio Inc., Rapid Flight LLC, Red Six Solutions, Shield AI Inc., HavocAI, Neros Technologies, Group W, Aerkomm Inc., General Atomics Aeronautical Systems Inc., General Dynamics Land Systems y AeroVironment.
A estas empresas se les prohibirá participar en actividades de importación y exportación relacionadas con China y realizar nuevas inversiones en el país asiático.
“La exportación de artículos de doble uso a estas 15 empresas también estará prohibida y todas las actividades de exportación relacionadas en curso deben detenerse de inmediato”, señala el comunicado.
De acuerdo con el anuncio del gobierno de China, estas represalias son “legales” y se aplican para proteger “la soberanía y la seguridad nacionales”.
El vocero del ministerio de Exteriores chino Lin Jian dijo en rueda de prensa este miércoles que Pekín “se opone firmemente” a la decisión estadounidense de usar el fentanilo como “excusa” para aplicar más gravámenes a las exportaciones chinas.
“Si EU realmente quiere resolver el problema del fentanilo, debe negociar con China en condiciones de igualdad, respeto y beneficio mutuo”, afirmó el vocero.
Cuando se le pidió precisar una declaración anterior de su embajada en Washington, en el sentido de que Pekín está “listo para cualquier tipo de guerra”, Lin Jian declaró que no había visto esas palabras, pero insistió en que China ya dejó clara su postura: “instamos a EU a abandonar sus tácticas de intimidación y volver al camino correcto del diálogo y la cooperación lo antes posible”.
Washington anunció esta semana aranceles del 20% sobre productos chinos, lo que llevó a Pekín a responder con gravámenes del 10% y el 15% a importaciones agropecuarias estadounidenses.
Ese sí es un pleito entre gigantes, aunque los EU se mantienen como la principal potencia militar y económica











