Difícil batalla contra la industria de la “comida chatarra”
* Destacadas, Salud martes 26, Ago 2025- Compromiso con el negocio, no con la salud
- Buscan mecanismos alternativos para seguir presente en las escuelas

La amplia introducción de alimentos ultraprocesados en la dieta de infantes y adolescentes tiene graves consecuencias para su salud, advierten los expertos, no sólo por sus altos contenidos de azúcares, sales y grasas trans. Además, apuntan, son “adictivos”.
La adicción a la “comida chatarra” entre menores de edad dificulta la lucha del gobierno federal contra el consumo de estos productos en los alrededores de escuelas públicas y, muchas veces, en el interior de los propios planteles, coinciden expertos e investigadores de la nutrición infantil.
La industria de los ultraprocesados –productos modificados con sodio, azúcares y grasas saturadas– “no tiene un compromiso con la salud, sino con el negocio”. Por décadas, “lo que ha hecho es debilitar y oponerse a la aplicación de políticas públicas en beneficio de niñas, niños y adolescentes”, señalan.
Su participación en el diseño y aplicación de políticas orientadas a la salud alimentaria y el bienestar nutricional de la población representa, en realidad, un riesgo de conflicto de intereses, alertan al mismo tiempo, las organizaciones Mundial de la Salud y Panamericana de la Salud.
Incluso, los organismos de Naciones Unidas han recomendado establecer mecanismos de blindaje para que empresas del sector “no participen, financien, patrocinen o interfieran en el diseño y evaluación de políticas alimentarias”.
Ante la puesta en marcha en marzo pasado de los nuevos lineamientos que prohíben la venta y publicidad de los productos ultraprocesados en las escuelas; especialistas alertaron que dicha industria busca mecanismos alternativos para “seguir presente” en las escuelas.
El doctor Simón Barquera Cervera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud (CINS) del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), advierte que en México una de cada tres niñas, niños y adolescentes enfrentan sobrepeso y obesidad, lo que “en años recientes está muy vinculado al cambio de dieta” en ese sector de la población.
Industria poderosa y millonaria
“Nos enfrentamos a una industria poderosa y millonaria”, coinciden especialistas como Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor; Irais Tapia Quintero, experta en psicología conductual y el propio Barquera.
En el país, las 39 empresas más importantes del ramo, la mayoría multinacionales, se agrupan en el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico). Datos de ese organismo reportan que sus ganancias “alcanzaron, tan sólo en 2023, poco más de un billón y medio de pesos, lo que representa 4 por ciento del producto interno bruto (PIB)”.
Su presencia, afirma ConMéxico, llega al total de los hogares mexicanos, los cuales destinan 34 por ciento de su presupuesto familiar en la compra de sus marcas.
Productos adictivos
La adicción a la “comida chatarra” ocurre cuando los alimentos procesados y ricos en calorías activan los centros de recompensa del cerebro, de forma similar a sustancias como las drogas o el alcohol. Estos alimentos suelen estar repletos de azúcar, grasa y sal. Crean antojos intensos, lo que dificulta resistir su atractivo incluso cuando sabes que son perjudiciales.
Esta condición, a menudo denominada adicción a la comida poco saludable, puede provocar consumo excesivo, aumento de peso y deterioro de la salud mental. Para muchos, no se trata solo del sabor de estos alimentos, sino de cómo afectan al cerebro. Los antojos constantes pueden atrapar a las personas en un ciclo de excesos y angustia emocional.
¿Por qué la comida chatarra es adictiva?
La “comida chatarra” está diseñada para estimular el sistema de recompensa del cerebro. La combinación de azúcar y grasas libera dopamina, una sustancia química que produce bienestar, lo que provoca antojos. Los picos de dopamina provocan breves estallidos de placer, pero con el tiempo pueden afectar la capacidad del cerebro para regular los antojos. Por eso, resistir los antojos de comida rápida puede parecer casi imposible.
Además, este tipo de alimentos suele convertirse en un mecanismo de afrontamiento del estrés, la tristeza o el aburrimiento. Desafortunadamente, esta dependencia emocional puede agravar los efectos psicológicos de la “comida chatarra”, contribuyendo a problemas a largo plazo con el estado de ánimo y la autoestima.
Los efectos de la “comida chatarra” van más allá del aumento de peso y las deficiencias nutricionales; afectan la función cerebral de forma alarmante. Estos alimentos y la química cerebral tienen una relación directa.
Escuelas, campo de batalla
Una de las razones de la industria de los ultraprocesados por las cuales les interesa estar en las escuelas es precisamente por esta deformación de la palatilidad, proceso que inicia a muy temprana edad.
Acude a otros endulzantes como la alulosa –sustituto de azúcar– que en México no está dentro de la lista de edulcorantes, por eso los ultraprocesados que la usan no incluyen sellos de advertencia, pero son súper dulces.
Tapia Quintero señala que este proceso de aceptación de los productos ultraprocesados comienza desde el hogar, donde se fortalece no sólo la práctica conductual, sino cognitiva. “En casa te están instalando un software de creencias y esquemas de que si comes comida chatarra está bien, te pones contento”.
El poder de esta industria se debe, entre otros factores, a la aceptación y fuerte consumo por gran parte de la población, a la diversificación de sus productos, “pues hay para todos los gustos”, y a la constante participación y cabildeo de las empresas para seguir presentes en varios espacios, coinciden y enfatizan los especialistas.











