Cooperativas turísticas en el Caribe Mexicano, estudio de ALBA SUD
Mauricio Conde Olivares, Opinión lunes 13, Oct 2025HORA 14. Mauricio Conde Olivares
Hablemos de la importancia de las cooperativas turísticas en esta región del Caribe Mexicano. Resulta que éstas operan desde la lógica campesina maya, donde el turismo complementa a otras actividades tradicionales. Esto permite que sea funcional para los miembros del grupo, pero también enfrenta la apropiación de su trabajo por parte de un creciente sector privado.
En el contexto de la región del Traspaís de Cancún-Riviera Maya, el turismo alternativo se ha tornado en una actividad regida por la alta competencia entre empresas sociales y empresas privadas, el acaparamiento de espacios en cercanía con los flujos del turismo, así como la masificación y la elitización de espacios rurales (Lemas y García de Fuentes, 2025).
Ante este contexto, los grupos de campesinas y campesinos que integran estas empresas operan desde una lógica de pluriactividad campesina en los que el turismo se inserta en un esquema que complementa a otras actividades productivas como la milpa, apicultura, la forestería, entre otras. Éstas permiten que los servicios turísticos operen de manera funcional para estos grupos desde sus contextos geográficos específicos y en vinculación con las formas tradicionales de organización y distribución del trabajo, señala un estudio de ALBA SUD realizado por Manuel Francisco Lemas.
En la región del Traspaís, así como en el resto del territorio rural de la Península de Yucatán, el campesinado basa sus modos de vida en la milpa maya, un complejo sistema pluriactivo que organizan la vida cotidiana de las comunidades rurales e integra actividades tradicionales, como la producción de alimentos en parcelas de maíz, frijol y calabaza, hortalizas en solares de traspatio, ganadería y apicultura. También se integran la elaboración de artesanías, trabajos de albañilería o como jornaleros agrícolas, y otras formas de venta de fuerza de trabajo, además de trabajo no remunerado en actividades colectivas. Otro rasgo importante de la lógica de la milpa maya es la organización y distribución de las tareas, donde la familia extendida se convierte en el núcleo básico de trabajo, entre quienes asumen roles de acuerdo con sus capacidades e intereses (Terán y Rassmussen, 2009).
De acuerdo con Lemas et al. (2024), el turismo, bajo formas de la economía social en el territorio rural, incorpora este funcionamiento como base para el trabajo. En las cooperativas turísticas la mayoría de sus integrantes comparten vínculos familiares. De esta forma, sus integrantes son en parte miembros de una misma familia extendida en la que se integran hasta tres generaciones. Esto compone un grupo cohesionado en el que además se transmiten conocimientos entre miembros y se cubren responsabilidades de acuerdo con las capacidades que cada quien puede aportar desde sus intereses y sus habilidades.
En la distribución de tareas, los roles de género tradicionales y la jerarquía generacional siguen teniendo un peso importante. Algunas de las tareas, como la atención de los clientes y las actividades de guías comunitarios, son realizadas por los integrantes más jóvenes. Mientras que otras, como el mantenimiento de las instalaciones, son desempeñadas por los más viejos con mayor conocimiento de éstas. Entre las mujeres mayores del grupo se reparten tareas de cocina y limpieza y, por su parte, las más jóvenes desempeñan labores administrativas. En el turismo destacan mujeres que asumen roles de liderazgo.
Otro de los aspectos importantes en este ámbito es el trabajo no remunerado, o fajina, como es llamado regionalmente. Este consiste en realizar diversas tareas de manera colectiva, sin recibir un pago económico o retribución en especie; si no, que implica el cumplimiento de labores que el grupo considera como obligatorio para todos sus integrantes, como el acondicionamiento de áreas comunes, jardinería, o mantenimiento, los cuales parten de una reciprocidad entre los miembros del grupo y el sentido de pertenencia en la empresa.
La toma de decisiones en los aspectos organizativos y administrativos de las cooperativas turísticas se hace desde la asamblea, mecanismo que por sí mismo es parte de los postulados establecidos en la economía social, pero que también ha formado parte de la vida cotidiana y colectiva de las comunidades campesinas mayas de la península yucateca en la organización ejidal. En las cooperativas turísticas todos los miembros participan aportando desde su experiencia personal aspectos que sumen a la operación de la empresa; a diferencia de la asamblea ejidal que funge como espacio en el que únicamente participan los socios ejidatarios para organizar y deliberar el uso de la tierra, los recursos y la organización de las labores colectivas.
Entre las empresas sociales del turismo alternativo de la región, un aspecto importante relacionado a la lógica campesina-maya es la integración del grupo de trabajo a partir de los vínculos de parentesco que comparten sus miembros. Nuestro censo de empresas nos mostró que en su totalidad las cooperativas turísticas parten de estos lazos como forma de organización básica, ya sea como núcleo de trabajo o cómo mecanismo para incorporar a otros trabajadores (Lemas, 2025).
En este sentido, las cooperativas se integran bajo un núcleo compuesto por la familia extendida entre quienes se organizan y se distribuyen las diferentes actividades de la empresa. En otros casos, el grupo que integra el comité administrativo se compone por diferentes socios y socias habitantes de la misma comunidad, quienes no siempre comparten lazos de parentesco, pero integran a miembros de sus familias como trabajadores de las cooperativas. Los vínculos de parentesco, como mecanismo trasladado de la lógica campesina, integra un grupo con una cohesión sólida para el proyecto, otorga un sentido de pertenencia y refuerza los valores de reciprocidad entre los miembros.
Cabe mencionar que este esquema no es privativo de las cooperativas. La misma lógica también está presente en algunas empresas micro y pequeñas empresas familiares privadas quienes operan y administran las empresas.
La pluriactividad campesina también orienta la creación de la oferta de las cooperativas. En el traspaís, las empresas turísticas tienen una fuerte vinculación con las actividades tradicionales del territorio rural, y, de este modo, la agricultura milpera, la apicultura, y actividades artesanales como la extracción de resina de chicle, tintes textiles o elaboración de bordados, entre otros, son parte de la diversidad de actividades con las que estas empresas complementan su oferta. Éstas no surgen de una propuesta externa, como parte de una tendencia de experiencias culturales en el turismo, sino que forman parte de las actividades cotidianas que los grupos de campesinos mayas desempeñan como parte de su subsistencia.
No obstante, cabe señalar que este tipo de actividades también son recreadas por algunas empresas privadas que operan donde se comercializa con la identidad maya como atractivo, que en ocasiones contrata gente local para impartir los talleres o mostrar la forma en que se elaboran estas actividades a los turistas. Esto desdibuja la línea entre el despojo tangible del turismo, donde no solo se acaparan espacios y recursos naturales, sino también la vida cotidiana y formas de vida locales.
Otro de los aspectos relacionados con la lógica campesina maya es la tenencia de la tierra. En el traspaís, las cooperativas operan bajo tres esquemas de acceso a los terrenos. En primer lugar, la propiedad ejidal, en la que a su vez se pueden distinguir dos mecanismos: la donación de terrenos al grupo que integra la cooperativa como parte de los acuerdos entre los ejidatarios y la empresa, así como de los vínculos comunitarios que preceden a las partes; y el usufructo, un contrato establecido por una temporalidad de uso y el pago de un porcentaje de las ganancias generadas por el turismo (30 años y 10% en general) por parte de la cooperativa al ejido. En segundo lugar, otro de los esquemas es la concesión, arreglo que se da entre autoridades gubernamentales y las cooperativas en el marco de la operación en áreas naturales protegidas. Por último, y en tercer lugar, la propiedad privada, la cual se caracteriza por la aportación voluntaria del terreno de alguno de los miembros de la empresa.
Aunque parezca contradictorio a los valores de la economía social, esta práctica antecede de los procesos de parcelación y privatización de terrenos ejidales desde la década de los 90’s. No obstante, el uso de la propiedad privada recolectiviza la tierra a partir del trabajo de la cooperativa orientado por la reciprocidad y los lazos que cohesionan el grupo.
El turismo ha funcionado como uno de los principales dispositivos con los que se materializa la conversión de terrenos agrícolas hacia el turismo, y que anteriormente estaban administrados por el grupo de ejidatarios. En su transición al turismo se puede observar cómo la propiedad colectiva de la tierra se reduce al pasar su administración del ejido hacia las cooperativas, así como el surgimiento de otros esquemas tales como la propiedad privada en el turismo emprendido por grupos de la economía social.
En el contexto turístico, las cooperativas ocupan un lugar importante como complemento para el turismo de masas que incursiona desde el litoral del mar Caribe. Las empresas sociales son el sector precursor, estableciendo una oferta con base en la naturaleza y cultura de la región. Su funcionalidad con base en esquemas de trabajo tradicionales confronta la incursión del sector privado en el turismo alternativo que busca rentabilidad mediante la apropiación del territorio, el acaparamiento de espacios y la recreación de prácticas tradicionales. Esto crea tensiones y ha llevado a las cooperativas a una competencia asimétrica frente a un sector mayormente capitalizado y con una lógica regida por la acumulación de capital, a diferencia de las empresas sociales orientadas a la mejora de las condiciones de vida, la reciprocidad y la redistribución de los beneficios del turismo como actividad complementaria.
La importancia de la pluriactividad reside en la capacidad que tienen los grupos locales para incorporar una forma de trabajo que mantiene funcionales a las cooperativas y puede apropiarse del turismo desde la economía social en un contexto histórico-geográfico específico, como respuesta a la desventaja y a la fuerte competencia que impone el turismo en la región. Las experiencias son variadas, cada empresa tiene sus matices en la manera que el turismo es incorporado a la pluriactividad campesina. Asimismo, esta forma de operar brinda a las empresas una ventaja ante la vulnerabilidad del turismo, ya que, ante la temporalidad de esta actividad y eventos como huracanes, inseguridad, y crisis sanitarias; este sector ha podido amortiguar la falta de trabajo mediante la complementariedad de actividades que integran el esquema de actividades de la lógica campesina maya.
Ante la ambivalencia del turismo, el gran capital aprovecha la capacidad de las empresas campesinas de funcionar y soportar las eventualidades de la actividad, utilizando su trabajo como una extensión de su oferta, sin invertir o asumir los costos de operación. Así, es importante discutir, si las cooperativas turísticas son funcionales a partir de la pluriactividad campesina como esquema de trabajo, ¿de qué manera estas formas operativas pueden integrar un sector más sólido ante la vulnerabilidad del turismo? ¿Puede el turismo pensado desde la pluriactividad campesina representar una propuesta de turismo anticapitalista? Y en ese sentido, ¿cuáles son las prácticas con las que los grupos campesinos pueden estructurar una respuesta que desvincule el turismo alternativo de las prácticas de acumulación impuestas en la región?
La operación de las cooperativas turísticas nos muestra la flexibilidad con la que la economía social puede funcionar en distintos contextos. Además, su incorporación a la pluriactividad campesina gestiona el turismo mediante una lógica endógena de la población, basada en la complementariedad en las actividades productivas. Sin embargo, estas formas de trabajo están atrapadas por las dinámicas masivas de hiperconsumo del turismo a gran escala, por lo que no solo basta la organización del trabajo como respuesta. Es necesario también mirar hacia otros mercados, vínculos entre actores y formas de pensar el turismo desde las lógicas emancipatorias y anticapitalistas, donde esta actividad no sea disruptiva con los modos de vida locales; empero, lo anterior será motivo de otro análisis en posterior entrega de HORA 14.
X: @mauconde











