Las Tres Piedras: El fuego del sur de Colombia que iluminó México
Espectáculos martes 4, Nov 2025- Finalizó su gira latinoamericana en nuestro país
- Desafían las tendencias con una fusión de rock experimental, raíces ancestrales y arte performático

Los integrantes de Las Tres Piedras —Juan David (batería), Juliana Chamorro (voz y sintetizadores) y Alex de la Cruz (bajo y guitarra.
Por Arturo Arellano
En tiempos donde lo instantáneo reemplaza a lo profundo, el grupo colombiano Las Tres Piedras desafía las tendencias con una propuesta que fusiona rock experimental, raíces ancestrales y arte performático. Durante su paso por México, Juan David, Juliana Chamorro y Alex de la Cruz compartieron cómo su música se convierte en una tulpa moderna: ese fuego sagrado donde confluyen identidad, territorio y transformación.
El trío originario de Pasto, Colombia, finalizó su gira latinoamericana en territorio mexicano con presentaciones que incluyeron la Feria del Arteñique en Toluca, McCarthy’s Roma y Nápoles, Bestia Records, y un cierre simbólico en el Festival de las Almas en Valle de Bravo el 1 de noviembre. Su propuesta musical rompe esquemas al prescindir de guitarras eléctricas y construir paisajes sonoros con bajo, batería y sintetizadores, mientras exploran géneros como post rock, metal y grunge. Más allá de la música, Las Tres Piedras es un ejercicio de memoria cultural que conecta el Pacífico, la Amazonía y la zona andina colombiana con audiencias que buscan experiencias artísticas genuinas y transformadoras.
En entrevista para DIARIO IMAGEN nos explicaron que Las Tres Piedras, es un nombre que no es casual sino profundamente simbólico. Como explica Alex, el nombre hace referencia a la tulpa, ese espacio ancestral de las comunidades indígenas y campesinas del sur de Colombia donde se levanta el fuego sobre tres piedras y se comparte alimento, palabra y sentido de comunidad.
“venimos en una gira que ya va tiempito desde el Ecuador, Colombia y ahorita finalizamos en México. La agrupación es una de rock, pero nos desenvolvemos en diferentes géneros, el post rock, el metal, el grunge. La propuesta es un poco innovadora porque no tenemos guitarras eléctricas, pues que es como uno de los de de las cosas identitarias del rock, pues en este caso nosotros lo hacemos con el bajo eléctrico y con los sintetizadores” explica Alex.
La ausencia de guitarras eléctricas, elemento icónico del rock, se convierte en la firma distintiva del grupo. Esta decisión no es meramente estética sino una redefinición del lenguaje rockero desde instrumentos que permiten explorar texturas más atmosféricas y experimentales “también la parte atmosférica, la voz va desde las líricas, voces suaves hasta los guturales, los screams. Por eso digamos que la gente que nos escucha no sabe catalogarnos dentro de qué subgénero del rock estamos” continúa Alex, reconociendo que su propuesta desafía las categorías tradicionales.
El grupo integra performance, teatro y visuales en sus presentaciones, construyendo experiencias multisensoriales que trascienden el concierto convencional “digamos que tratamos de explorar diferentes ámbitos del arte entre la parte performática, el teatro, las visuales. Con un objetivo que tenemos muy claro y que es compartir también un poco lo que es nuestro territorio, el sur de Colombia, la ciudad de Pasto de donde venimos, un territorio que está cubierto de tus montañas, de volcanes, de diferentes regiones entre el Pacífico, Amazonía y la zona andina” detalla Juliana.
Autenticidad como resistencia
En una actualidad en la que estamos saturados de música que es más para los pies que para la cabeza o para el corazón, Juliana nos habla sobre los desafíos de proponer música que exige escucha activa en tiempos de consumo acelerado “es una propuesta distinta, no nos premeditamos, digamos a a querer algo de la gente, sino simplemente que sientan la música y esta puede ser una reacción, tanto buena como mala, digamos en el sentido de decir que te guste o no te guste, pero de todas formas eso nos llena mucho porque es algo distinto, algo fuera de la cotidianidad, hace como un rayón en la cotidianidad y eso está bien para nosotros”.
La vocalista reconoce la dificultad de ser escuchado en medio del ruido digital “es difícil porque pues hay tantas propuestas, que a veces la gente no se da la oportunidad de escucharlas. Más de de que si son buenas o malas, es que la gente no se da la oportunidad de escucharlas y de ahondar un poquito más como en eso, ¿no? Porque hay muchísimo talento en todas partes y es difícil dejarse ver, es como que una lucha de quién te escucha”.
Pero es precisamente en esa dificultad donde encuentran su fortaleza. Juliana continúa “entre gustos también uno no puede decidir qué cosa te gusta o no. Por eso tratamos de ser
absolutamente fieles a nosotros mismos con la música que hacemos, somos nosotros, somos nuestro territorio, somos de lo que hablamos, somos nuestro ser en este presente y también toda esa carga cultural que tenemos detrás de la cual también hemos investigado, estudiado y de donde somos” dice Alex.
Tres voces, una sola fogata
Cada integrante aporta desde su formación y sensibilidad particular. Juliana detalla “yo sé que Alex es como más de la gestión, más administrativo, como esas cosas le gustan mucho y la música, desde eso hace sus propuestas, desde sus propios gustos. Igualmente, Juan es profesor de música y desde su perspectiva, como que todo su sentir y todas sus experiencias las pone también ahí. Yo que he hecho teatro, he hecho circo y bueno, me gustan también las artes visuales y el diseño gráfico, estoy por ahí haciendo audiovisuales gráficos, todo esto. Entonces todo eso cada uno le pone como un pedacito de sí, hace que también haya una mezcla rara, buena, diferente”, es decir, que esta diversidad de miradas se convierte en metodología creativa.
El territorio canta a través de los cuerpos
Alex profundiza en cómo su origen geográfico y cultural se manifiesta orgánicamente en su música, sin forzamientos ni folklorismos calculados ·no es como una intención de decir, queremos hablar de nuestro territorio, sino que nuestras composiciones y los sentires nos lo hacen. Por ejemplo, vamos a tocar rock, pero inconscientemente salen los sonidos de nuestros territorios, o sea, los tambores, toda la parte melódica que siempre está dentro de nosotros, en algún momento dijimos, qué interesante, no es una propuesta digamos netamente rockera, sino que tiene un sentir más propio”.
Esta conciencia los llevó a profundizar en las raíces de sus movimientos escénicos “Empezamos a investigar más, el performance se desenvuelve dentro del baile, pero luego ya empezamos a investigar y nos damos cuenta que en nuestras comunidades el zapateo es el que llama a la tierra y el que llama a la a la fertilidad de la tierra, entonces da un significado, un sentir y una intención diferente” explica Alex.
Para Las Tres Piedras, un final es siempre un comienzo, de modo que este cierre de gira “para nosotros es muy motivante, creo que va a ser como también el fin y el inicio de algo, el devenir de las cosas. Nada es el fin ni el principio, sino que todo está en constante fluir”. reflexiona Juan David.
Las Tres Piedras representa algo más que una banda de rock experimental. Son un proyecto de resistencia cultural en tiempos de homogeneización, un recordatorio de que la autenticidad no es estrategia de mercado sino compromiso existencial. Su música no busca complacer algoritmos ni acumular reproducciones virales; busca encender fuegos donde la gente pueda reunirse a compartir, dialogar y transformarse.
En su paso por México, especialmente durante las fechas del Día de Muertos, el grupo colombiano encontró espejos insospechados. Descubrieron que la muerte puede ser celebración, que los símbolos mutan de significado según la cultura que los habita, y que América Latina comparte raíces profundas más allá de fronteras políticas.












