¿Y Humberto Moreira?… “a buen resguardo”
Roberto Vizcaíno jueves 16, Feb 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Moreira Valdés, en 10 meses, ganó 5 elecciones; Michoacán, entre otras
- Se habría ido a Cuba para protegerse de las posibles acciones judiciales de Calderón
- El ascenso de Vallejo a la gubernatura es una derrota insuperable para el Presidente
Nadie lo mencionó ayer en Morelia.
El gobernador entrante, el priísta Fausto Vallejo, expresó su reconocimiento público a unos 50 personajes que asistieron a su ascenso al poder, menos a quien desde el CEN del PRI coordinó toda su campaña, que derivó en su triunfo.
Sin duda, hoy el ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, sabe con toda certeza que la vida es profundamente ingrata, injusta.
Vallejo no es el único que sufre olvido respecto de Moreira. Prácticamente, toda la cúpula priísta no quiere ni oír ni hablar de él.
En los hechos, el silencio alrededor del aguerrido ex dirigente es un acto cómplice del priísmo hacia el panista Felipe Calderón y los dirigentes blanquiazules, que se han ensañado en su persecución.
Un asedio judicial y mediático que se da, pese a que la Secretaría de Hacienda ha revelado hace menos de un mes al Congreso de la Unión, que la deuda pública del gobierno de Felipe Calderón aumentó en estos cinco años de 1 billón 200 mil millones de pesos a 4 billones 800 mil millones de pesos.
Un endeudamiento que ha surgido, pese a que la administración de Calderón ha sido beneficiada con enormes ingresos por la venta de petróleo y por una aprobación sin precedente de presupuestos multimillonarios, que en muchas de las veces ha terminado en cuantiosos subejercicios, ya sea por falta de proyecto o por incapacidad para ejecutarlos.
Un endeudamiento frente al cual, los 32 mil millones de pesos de los créditos conseguidos por Humberto Moreira en su gestión como gobernador de Coahuila, no significan ni el 0.07 por ciento.
En este contexto, el cerco de silencio respecto de Humberto Moreira es doblemente cómplice entre quienes alguna vez lo aplaudieron y aprobaron como líder de su partido.
Pero, ¿dónde está Moreira?, ¿Por qué no da la cara?, ¿Por qué calla?
Prácticamente, desde que renunció a fines de noviembre a la dirigencia del PRI, nadie ha vuelto a saber de él.
Se dijo un tiempo que se había ido de vacaciones con su familia a algún lugar de Estados Unidos. Otros dijeron que más lejos.
Pero sus verdaderamente cercanos saben que está en Cuba, “a buen resguardo” de las perversiones del presidente Felipe Calderón, quien le tiene armado un expediente en la PGR que podría convertirse en una aprehensión en cualquier momento de estar en México, a pesar de que todos saben que las denuncias en su contra no tienen sustento jurídico.
Se trata de hacerle daño a él y a su partido, y de paso a Enrique Peña Nieto, quien lo apoyó y sostuvo contra viento y marea durante meses, a pesar del cañoneo mediático lanzado en su contra.
El viaje de Moreira a Cuba fue convenido, afirman, entre él y el precandidato presidencial. Fue una consecuencia de su acuerdo anterior que lo llevó a dimitir en el PRI.
Este acuerdo recibió -al parecer- la aprobación de los hermanos Castro, con quien Humberto se asegura, tiene buenas relaciones,
Como gobernador, Moreira estuvo cerca de los Castro y Cuba, al traer a médicos y oftalmólogos que recorrieron zonas pobres de Coahuila e hicieron miles de operaciones.
De igual manera trajo, como Lázaro Cárdenas, desde la gubernatura de Michoacán, a otros técnicos y maestros cubanos, quienes actuaron como asesores dentro de grupos y asociaciones en Coahuila para el desarrollo de pequeñas empresas y la aplicación de nuevas técnicas y tecnologías en el aprovechamiento, la elaboración y mejoramiento de productos, sobre todo rurales.
Hoy, Humberto Moreira podría estar cosechando esa cercanía con los cubanos.
Y Calderón estaría lamentándose no tenerlo aquí para hacer otra de las suyas. Sería una delicia para el panista ordenar la detención del ex dirigente priísta, aunque fuese sólo durante unas cuantas horas, días.
El chiste sería ingresarlo en algún penal bajo cargos de fraude por lo de la deuda coahuilense y luego sumarle delitos hasta porque sabe bailar y hacer chistoretes.
La idea de su viaje a Cuba es que pueda mantenerse lejos, no sólo de los tentáculos de Calderón, sino de los medios. Por eso, dicen, existe el acuerdo de que no salga ni a la calle, menos a ninguna playa caribeña y muchísimo menos que hable por teléfono o responda a ningún cuestionamiento.
“Está a buen resguardo…”, afirma mi amigo que es amigo de él.
Y señala que lo estará hasta que se cumpla la otra parte del acuerdo, inscribirlo en la lista de senadores plurinominales del PRI, que se dará a conocer y registrará en marzo próximo.
Mientras tanto, a Calderón no le queda más que sobarse, meterse al clóset y gritarle mentadas, sobre todo, porque gracias a Humberto Moreira, su hermana Luisa María Calderón perdió.
EL HAZMERREÍR
Sin duda, el hazmerreir de la clase política mexicana, y no pocos mexicanos de calle, fue ayer precisamente Felipe Calderón.
Lo fue por muchas razones, pero especialmente por la llegada del priísta Fausto Vallejo a la gubernatura de Michoacán.
Lo hizo, pese a que Calderón usó todo lo que pudo y gastó lo que nadie se imagina en apoyar la candidatura de su hermana, a quien el priísta al final superó por quizá unos 60 mil votos.
Y Fausto llegó, a pesar de que el panista desde y con todo el poder y recursos de Los Pinos, no pudo hacer que el Trife anulara la elección.
En este contexto de una derrota total, Calderón envió en su representación a esta toma de posesión nada más y nada menos que a su secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, con lo cual avaló lo que antes repudiaba.
Por supuesto, el funcionario se abstuvo de hacer comentario o declaración alguna sobre las advertencias y denuncias del dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, respecto de que el presidente Felipe Calderón podría estar preparando la anulación del proceso electoral presidencial y al Congreso de julio próximo.
Tampoco se le pudo preguntar siquiera, debido al fuerte cordón de seguridad que lo rodeó y que impidió acercársele, sobre la validación del triunfo de Fausto Vallejo a la gubernatura de Michoacán, luego que el PAN interpuso una petición de anulación ante el Trife, por una supuesta intervención del narcotráfico en el proceso michoacano.
Además de Peña Nieto, quien estuvo acompañado por el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell y la secretaria general, Cristina Díaz, como invitados especiales asistieron el coordinador de los senadores del PRI, el ex gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones; el coordinador de los diputados del tricolor, Francisco Rojas y el presidente de la Cámara de Diputados, el perredista Guadalupe Acosta Naranjo.
Entre los ex gobernadores del estado estuvieron los perredistas Cuauhtémoc Cárdenas y Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy, así como los priístas y ex priístas Víctor Tinoco Rubí, Servando Chávez, Carlos Torres Manzo, Genovevo Figueroa y Ausencio Chávez.
Llegaron además los gobernadores Eruviel Ávila, del Estado de México; Carlos Lozano, de Aguascalientes; Mario Anguiano, de Colima; Roberto Sandoval, de Nayarit; Fernando Eutimio Bernés, de Campeche; Roberto Borge, de Quintana Roo; Fernando Toranzo, de San Luis Potosí; Miguel Alonso Reyes, de Zacatecas; Javier Duarte, de Veracruz y César Duarte, de Chihuahua.
Entre los ex gobernadores estuvieron Ulises Ruiz, de Oaxaca; Melquiades Morales, de Puebla; José Reyes Baeza, de Chihuahua; Natividad González Parás, de Nuevo León; Manuel Cavazos, de Tamaulipas; Fernando Moreno Peña, de Colima y Guillermo Cossío Vidaurri, de Jalisco.
En fin, el acto político más importante por la calidad de los asistentes de los últimos tiempos, pero sin duda una demostración de unidad frente a los embates de Felipe Calderón.
¿O por qué habrían de asistir todos ellos si no era para repudiar lo que el Presidente de la República había hecho e intentado hacer en este estado y desde Michoacán?












