¿Yarrington es la “bomba” contra Peña Nieto?
Roberto Vizcaíno jueves 24, May 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El ex gobernador afirmó en su twitter que él está libre y tranquilo sin denuncia en su contra
- El PRI se vacunó e inició la exclusión de Yarrington por la vía legal y jurídica
- Josefina Vázquez Mota inició ayer mismo otra campaña sucia con base en este asunto
Todo hace suponer que la acusación del gobierno norteamericano contra el ex gobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington por supuestos vínculos con el narcotráfico, es la “bomba” que durante los últimos meses se ha venido pregonando en diversas instancias dentro de la administración de Felipe Calderón.
Mucho se ha hablado a lo largo de este medio año de que la PGR actuaría contra un gobernador o ex gobernador priísta. Pero no había habido nada.
Hoy resulta que quienes hacen el anuncio son los norteamericanos.
No es tampoco la primera vez que el gobierno norteamericano actúa como palero judicial de las administraciones panistas. Ahí está el caso de Zhenli Ye Gon, el empresario chino hoy sospechosamente libre bajo fianza en Washington, luego que se le incautaron 200 millones de dólares en efectivo cuya procedencia no pudo acreditar.
Lo que dijo en su defensa es que ese dinero se lo cuidaba al ex secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien se hizo el occiso y aseguró no saber nada.
Versiones extraoficiales señalaron entonces que ese dinero era parte de una aportación hecha por Joaquín El Chapo Guzmán a la campaña del panista Felipe Calderón a cambio de protección durante su sexenio. Especialistas como Eduardo Buscaglia, han dejado en claro que el cártel de Guzmán ha sido aparente y convenientemente el menos afectado en la cruenta y larga guerra de Calderón contra el crimen organizado. Tan se le ha dejado fuera de las acciones policiales a ese grupo, que no han sido pocos los que le han preguntado al propio Calderón o a sus colaboradores como Genaro García Luna, si en realidad existe ese trato entre el régimen actual y el cártel de El Chapo.
Hoy de nuevo el gobierno estadounidense opera adecuadamente el caso de Yarrington con una historia donde hay testigos protegidos que dicen ser testigos directos de pagos al ex gobernador y de su asociación con narcos.
Hay también una serie de propiedades en Texas y quizá otros estados de la Unión Americana, que se supone fueron adquiridas con esos recursos.
En fin, una trama de esas que suele armar la DEA y en la que se dice ha participado la PGR.
Las suspicacias comienzan cuando se ve que, a pesar de que Yarington entregó el gobierno de Tamaulipas hace 7 años, sea hasta hoy, precisamente en mayo de este 2012, a 40 días de la elección presidencial del 1 de julio próximo, cuando den a conocer el caso.
Las suspicacias aumentan cuando se sabe que este caso lo denuncian las autoridades de Estados Unidos.
¿Por qué las suspicacias? Bueno, yo sólo le preguntaría a usted de si este caso tendría el mismo impacto mediático y de credibilidad entre la población si lo hubiera anunciado la PGR.
Luego del michoacanazo, de la loca aprehensión de Jorge Hank Rhon, del encarcelamiento de Greg Sánchez a quien luego tuvieron que soltar porque simplemente no le encontraron nada, y de otros tantos casos como el denunciado en la película “Presunto culpable” ya nadie cree en esa instancia judicial.
De ahí que para que el caso tenga credibilidad, hayan sido las autoridades norteamericanas las encargadas de darlo a conocer. ¿O a poco usted sí les cree?
LA VACUNA
Siempre a las vivas en estos últimos tiempos, los priístas con Enrique Peña Nieto y Pedro Joaquín Coldwell al frente, decidieron vacunarse.
Y para comenzar ayer mismo enviaron el expediente del militante Tomás Yarrington a la Comisión de Justicia Partidaria que se encargará de analizarlo y, en su caso, suspenderle sus derechos.
La jugada es limpia en estos tiempos de dominio de tribunales. Ya no se puede dictar una expulsión de facto, sino que se tiene que soportar legal y jurídicamente cualquier exclusión, no vaya a ser que esta decisión se impugne y luego el militante echado fuera sea reinstalado por el Trife en sus derechos partidarios.
Políticamente la respuesta la dio de frente el propio candidato presidencial Enrique Peña Nieto, quien en conferencia de prensa luego de salir de un encuentro con organizaciones que representan a discapacitados, no se anduvo por las ramas:
1) Recordó a los periodistas que el asunto de la investigación a Tomás Yarrington no era nueva, sino más bien un asunto viejo:
2) Que él y su partido, el PRI, no meten las manos ni defienden a nadie y que si Yarrington o cualquier otro militante es acusado de algo, cada uno debe responder por sus hechos.
3) Que este, como todos los casos, debe ajustarse a la ley, no vaya a ser que en el camino le inventen un delito sin que lo haya.
4) Y que quien resulte inculpado, tiene que dar explicación pública.
En este caso, por la vía del twitter, el propio Yarrington afirmó ayer que él está en libertad y tranquilo porque hasta ese momento no enfrentaba ningún cargo criminal en Estados Unidos.
Su abogado, Joel Androphy, aseguró por su parte que el ex gobernador no cometió ningún delito y que tampoco es dueño de las propiedades que se afirma adquirió con dinero del narco.
Indicó que su cliente no tiene ninguna conexión con esas propiedades y señaló que todo eso surge de imputaciones hechas por criminales que, bajo la figura de testigos protegidos, lo quieren involucrar para justificarse ante sus captores.
Mientras eso ocurría, ayer mismo el gobierno de Estados Unidos negó que las acusaciones de lavado de dinero que enfrenta Yarington en cortes federales en el estado de Texas por el uso de dinero ilícito, sean parte de una intervención en la elección en México.
“Estos son cargos de lavado de dinero contra un ciudadano extranjero que es residente en Texas por actividades en Texas y como tal es un tema para las cortes”, indicó Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado de EU.
“No es algo que voy a discutir aquí, pero categóricamente rechazo cualquier acusación de interferencia en la política mexicana”, agregó.
Sin embargo como el dicho del pato, de si grazna y camina y aletea como pato, ¿Qué es?, Pues pato.
Así este asunto cae evidentemente en un acuerdo de los gobiernos de México y de Estados Unidos.
Por lo pronto el anuncio del posible juicio contra Yarrington, ya fue retomado por la candidata presidencial panista Josefina Vázquez Mota, quien le aseguró ayer a Joaquín López Dóriga que en la elección del 1 de julio, los mexicanos decidirán entre un México de complicidad con el crimen organizado y el autoritarismo, o un México de libertad y honestidad.
Evidentemente que el primer país lo representa Enriqe Peña Nieto y el segundo ella.
Luego, en una videoconferencia a través de twitter, la panista recobró el tema y en un periódico en el que se consigna las dos demandas que presentó el gobierno de Estados Unidos para decomisar propiedades que se supone son del ex gobernador priísta de Tamaulipas, Tomás Yarrington.
“Hoy la decisión es muy importante, es el México con el que tú y yo vamos a vivir gran parte de nuestra vida, el México éste que les acabo de mostrar, de complicidad con el crimen organizado, el México de esa corrupción y de ese autoritarismo o un México de libertad y un México de ciudadanía y también de honestidad”, indicó.
Así que todo señala a que el caso de Estados Unidos contra Yarrington es la “bomba” de la que hablaron los panistas durante todos los meses anteriores.
Hoy sólo cabe preguntar, estar atento, para saber si este asunto sí le va a restar preferencias electorales al priísta Enrique Peña Nieto y se las va a aportar a la panista Josefina Vázquez Mota, quien anda en la pelea por el segundo lugar de la contienda con Andrés Manuel López Obrador.
Faltan apenas 37 días para el día de la elección presidencial. ¿Será suficiente ese tiempo para revertir los entre 15 y 25 puntos que le saca Peña Nieto a Vázquez Mota?
¿Y que tal si esos puntos que pudiera perder el priísta con el uso mediático y electoral del caso Yarrington se los lleva AMLO? Entonces estaríamos viendo que se confirma el dicho de que nadie sabe para quién trabaja.