La virtud de AMLO
Ramón Zurita Sahagún martes 11, Sep 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Parafraseando a Juan Pablo II en su despedida de México, Andrés Manuel López Obrador, se va, pero no se va.
Es decir, se va de los partidos de izquierda, pero lo hace con la certeza de que sus seguidores se irán con él, que lo seguirán, sin importar el camino que siga.
La ruta quedó trazada y el tabasqueño aprendió las lecciones del pasado y en esta ocasión mantiene su negativa a reconocer el triunfo del candidato presidencial que obtuvo el mayor número de votos, pero no recurrirá a bloqueos, plantones o al discurso agresivo que provocó que sus enemigos lo tacharan de violento.
Andrés Manuel comprendió que no podía seguir con la insignia del PRD, un partido con cuyos dirigentes nacionales mantiene diferencias amplias, pero tampoco con dos partidos que le han entregado todo (Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo), pero que sin él no representan nada.
La posibilidad de que AMLO forme su propia agrupación política resulta sumamente atractiva para sus seguidores, que suman decenas de miles, ya que está confirmado que los votos que recibe el PRD con él de candidato presidencial rebasan por mucho a los de los ciudadanos que votan por ese mismo partido en otro tipo de elecciones.
Como todas las convocatorias que hace el dos veces candidato presidencial, el Zócalo de la ciudad de México lució a reventar, pero hay que tomar en consideración que dicha plaza congrega a un máximo de 150 mil personas, sumamente apretujadas y contando los alrededores y que el candidato presidencial de las izquierdas recibió más de 15 millones de sufragios.
La clientela de AMLO está garantizada, por lo que un millón de votos que garantice el registro de su nuevo partido en las elecciones del 2015 no son realmente un reto difícil de superar.
Sin embargo, el adiós de AMLO de las filas perredistas no angustia a nadie, por el contrario, resulta un alivio para los detentores del membrete, ya que sentirán alivio el no seguir la línea trazada por el tabasqueño.
AMLO trazó su ruta desde hace tiempo y al grupo de “Los Chuchos” (que dominan los órganos internos del PRD) no les quedó más remedio que apechugar, si es que querían conseguir algo en los comicios federales del 1 de julio y lo lograron.
Sufrieron para ello, pero los poco más de cien diputados federales y sus veintitantos senadores, son una cifra respetable, que les permite negociar posiciones en el Congreso y fijar sus propias políticas. Por eso, el deslinde entre AMLO y el PRD se da en un tiempo precioso, en el que uno y los otros podrán medir las armas con que cuentan para aventurarse en el siguiente proceso electoral.
Lo del rompimiento entre el tabasqueño y los partidos de izquierda era un hecho palpable, debido a la poca identificación existente, especialmente con el PRD.
Ahora, la duda es si alguno de los otros organismos políticos (MC y PT) podrán cederle el registro a Morena o como dé en llamarse el nuevo partido que pretende crear López Obrador.
La pregunta surge en razón de que el Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) sostiene gran parte de su caudal de votos en la figura de AMLO, al igual que el PT y que este último se convirtió en refugio para que los seguidores de Andrés lograran candidaturas.
En 1989, luego de la desaparición del Frente Democrático Nacional que conformaron, entre otros, el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el Auténtico de la Revolución Mexicana, Mexicano de los Trabajadores, Popular Socialista y el Mexicano Socialista, fue el antiguo PCM, transformado en el PMS, el que cedió, finalmente el registro, para dar paso a lo que es el partido de izquierda más importante en la historia política de México.
Si antaño Cuauhtémoc Cárdenas se dio a la tarea de fundar el nuevo partido del que fue candidato presidencial dos veces más, además de ser el primer dirigente nacional de dicho organismo político, hasta convertirse en el gran gurú de dicho movimiento, no vemos el porqué AMLO no haga lo propio.
Las coincidencias entre uno y otro son muchas, aunque hay quienes los miden con varas distintas.
Su origen es el mismo, priístas durante sus inicios políticos, convertidos a la izquierda por motivos de ambiciones personales.
Cuauhtémoc quiso ser director de Pemex y luego candidato presidencial y renunció a su partido de procedencia, luego de ser senador, subsecretario y gobernador de Michoacán.
López Obrador decidió lo propio cuando no lo dejaron pasar a la alcaldía de Macuspana y observó la posibilidad de convertirse en candidato a gobernador por una opción nueva y con mucho respaldo que fue el FDN que respaldó a Cárdenas Solórzano en su primera intentona presidencial.
Dos veces pretendió ser gobernador de Tabasco AMLO, y en las dos fracasó, aunque su clientela electoral creció en forma rápida.
Más adelante compitió por la presidencia del PRD y ganó, siendo la ocasión en que el PRD avanzó considerablemente en posiciones políticas, ganando varios estados y poblaciones de importancia. De ahí surgió la posibilidad de competir por el gobierno del Distrito Federal y en su tercera intentona electoral pudo asumir el cargo.
Como Cárdenas, AMLO usó el gobierno del Distrito Federal como plataforma de despegue para situarse en la posibilidad de convertirse en candidato presidencial y lo logró.
Pero también como Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador se convirtió en cacique y figura histórica dentro de su partido y como él busco atemperar los exaltados ánimos de sus seguidores que mostraban enorme molestia, por lo que consideran un nuevo fraude electoral.
La convocatoria de AMLO muestra que en México soplan otros vientos, favorables para el avance democrático del país.