La “bipolaridad política” daña a México: Beltrones
Roberto Vizcaíno viernes 23, Nov 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- La actual dirigencia del PRD buscará en su congreso de diciembre iniciar una nueva etapa sin AMLO
- Graco Ramírez, por su parte, exige echar fuera del PRD de una vez por todas al fantasma del tabasqueño
- El primero de diciembre Peña Nieto y el tabasqueño se medirán en el Zócalo
Sin que hiciera falta mencionar a Andrés Manuel López Obrador, todos quienes escucharon ayer a Manlio Fabio Beltrones Rivera supieron que se refería a él, cuando dijo:
“A mí lo que me llama la atención, a veces, es una especie de ‘bipolaridad política’: por un lado hay grupos que se llaman “amorosos y civilizados”, y son los mismos que posteriormente son violentos e irreductibles.
“Creo que esa ‘bipolaridad política’ es lo que le hace daño al país… O se es “amoroso y político”, o se es “violento y anti político”, precisó.
Previamente el coordinador de los diputados del PRI en San Lázaro, había escuchado en tribuna decir a Ricardo Monreal, uno de los legisladores actuales más cercanos al tabasqueño, que desde su punto de vista no había hoy condiciones para la Ceremonia de la Transmisión de Poderes en la Cámara de Diputados.
A ello respondió Beltrones:
“Todos sabemos que estamos en una Cámara sumamente plural, donde se escuchan todas las voces… y se acata la decisión de las mayorías.
“Nosotros tenemos una obligación constitucional: llevar a cabo la ceremonia donde protestará el nuevo Presidente de la República, para “cumplir y hacer cumplir la Constitución”.
“Eso indica el acuerdo que ya fue firmado por la mayoría de las fuerzas políticas, que representan el 95 por ciento de la Cámara de Diputados”, explicó.
Interrogado respecto a si los priístas y él como coordinador tenían temor a caer en la ingobernabilidad durante el primero de diciembre, justamente durante la Ceremonia Solemne de la Transmisión de Poderes, Beltrones indicó:
“Confiamos exista civilidad, congruencia entre todos los grupos parlamentarios, en el cumplimiento de nuestra responsabilidad”.
¿Habría sede alterna en caso de toma de la tribuna o de algún otro acto?, se le insistió, a lo que dijo:
“Nosotros estamos más que confiados en que celebraremos una ceremonia, como es correcto, cumpliendo con nuestra obligación constitucional. Espero que todas estas actitudes y posiciones se resuelvan dentro de lo que le conviene al país. Y al país le conviene la civilidad y paz social. Es muy importante que nos alejemos de todos estos momentos en los cuales se violenta la vida política del país”.
DESTERRAR EL FANTASMA DE AMLO
Confrontados por las amenazas de los legisladores lopezobradoristas, quienes insisten en señalar que ellos no acatarán ningún acuerdo y que no descartan tomar la tribuna o realizar algunos otros actos durante la ceremonia de Toma de Posesión de Enrique Peña Nieto en el Palacio de San Lázaro, los perredistas que no simpatizan con el tabasqueño se quejaron de que existe una extendida percepción pública que los señala como violentos, conflictivos e irracionales.
Ayer mismo, durante una entrevista en televisión, el coordinador de los diputados del partido del sol azteca, el michoacano Silvano Aureoles, desechó que la mayoría de los diputados perredistas vayan a asaltar la tribuna o a realizar algún acto violento en el salón de plenos de San Lázaro cuando Enrique Peña Nieto rinda protesta.
A su vez, el recién llegado gobernador de Morelos, el perredista Graco Ramírez les pidió a sus compañeros de partido echar fuera de una buena vez y para siempre, “al fantasma de López Obrador” del PRD.
Consideró que es ya momento de que en el PRD se imponga un proyecto democrático, razonado, basado en argumentos, que coloque a la izquierda como una verdadera opción de gobierno.
El reto, indicó, es dejar atrás las protestas callejeras y los actos espectaculares pero vacíos e inútiles dentro del Congreso, para pasar a la exposición y el debate con argumentos sólidos.
Esta misma idea es la que movió a Marcelo Ebrard a proponer la creación de un “Gabinete de Sombra”, que le siga la pista y analice cada una de las políticas y acciones de la administración federal entrante, para darle respuesta pública a cada una de estas acciones y darse así la oportunidad real de llegar al poder.
EL CRECIMIENTO DE LA IZQUIERDA
Las estadísticas y los resultados electorales de los últimos 34 años, luego de la primera reforma política, la de 1997-98 propuesta por el entonces presidente José López Portillo y presentada e impulsada por su secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, indican claramente que el mayor crecimiento ha sido el de la izquierda.
De cero, los partidos o agrupaciones de la izquierda, han pasado a una votación respetable que ha llegado a sumar hasta los 15 millones de votos en el proceso presidencial de 2013.
De igual forma la izquierda mexicana es la que ha presionado los mayores cambios del sistema político, hasta crear un entramado institucional (IFE, TRIFE, Cofipe) que es admirado y respetado a nivel internacional, por más que sea cuestionado dentro de México.
Hoy nadie duda ni en México ni en el exterior que exista un sistema democrático debido a la existencia de un sistema sólido de partidos.
Estos son quizá los datos más duros que se expondrán a mediados de diciembre, cuando se realice el Congreso Nacional del PRD en el que se analizará definitivamente el rumbo que deberá tomar este partido luego de la salida de Andrés Manuel López Obrador y de su decisión de crear otro partido político que a los primeros que dañará, será a los perredistas.
Será dentro de este contexto, en que debutará Marcelo Ebrard como el virtual líder político del PRD quien pretende darle un giro al sol azteca para pasar de un conglomerado de corrientes o “tribus” –con toda la connotación peyorativa que eso tiene–, a un partido-frente.
Como López Obrador en su nueva trinchera, Ebrard buscará dirigir al PRD hacia su profesionalización y a consolidarlo como una fuerza política basada en argumentos realmente ideológicos y proyectos viables de izquierda.
LA PROVOCACIÓN
En todo esto contará sin duda lo que haga y decida Andrés Manuel López Obrador durante la concentración a que ha citado en el Zócalo el 1de diciembre, para protestar por la Toma de Posesión de Enrique Peña Nieto.
Ahí se encontrarán y medirán los dos personajes porque Peña Nieto ha decidido ir a dar su mensaje a la nación desde Palacio Nacional, ubicado justamente en el Zócalo capitalino.
Hasta ahí llegarán también por eso mismo la mayoría si no es que todos los 31 gobernadores del país; Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno saliente y el entrante del DF; el cuerpo diplomático acreditado; la jerarquía católica; las cúpulas empresariales y políticas; los representantes de los alcaldes y los congresos locales y los invitados especiales, es decir, una decena de presidentes y jefes de Estado, así como el príncipe de España.
Ni qué decir que ese encuentro estará resguardado por el Estado Mayor Presidencial y la Policía Federal Preventiva y que, de no ser controlados por su líder, los más duros y exaltados seguidores de López Obrador podrían desbordar la delgada línea que los separará en la Plaza de la Constitución.
Ojalá y prevalezca la prudencia.
Si no se guarda la sensatez, todo dependerá de quién inicie la provocación. Si es del lado de los contingentes del tabasqueño, López Obrador quedaría automáticamente descartado para cualquier otra promoción política. Sería condenado al repudio con la obvia etiqueta de violento.
Si es del otro lado, de las fuerzas militares y federales, Peña Nieto iniciaría su administración con la etiqueta de represor que ya no sería posible quitarse el resto de su vida.
Los riesgos son muchos y cada uno de ellos sabe lo que le va en ese juego de poder.