La vieja necia impunidad
¬ Juan Manuel Magaña lunes 4, Mar 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Independientemente de que la detención de Elba Esther fue del gusto popular, una buena parte de la opinión pública cree que a lo mejor dicho proceso es puro circo, maroma y teatro, para hacerle creer que se está haciendo justicia contra los corruptos y ladrones.
Una parte de esa opinión se apresuró en ver en la caída de la maestra el fin de la impunidad, pero con el pasar de los días esa idea se ha diluido.
Y se le exigen al poder más pruebas.
Es interesante al respecto la foto de la actitud de Emilio Gamboa, que como buen pastor de los senadores priístas, fue a reconfortar con un abrazo a la senadora Mónica Arreola, hija de Elba de Esther, tan pronto la vio reaparecer en el salón de sesiones. Públicamente quedaron en conversar luego en privado. Y el gesto de Gamboa fue emulado enseguida por los pastores de las fracciones panistas y perredistas.
La foto lo decía todo. Entre otras cosas importantes, los diputados y la única senadora del Panal tendrá que decidir sabiamente cuál es el destino que ahora quieren seguir. Y su decisión parece obvia, pues ser aliados u opositores tendrá sus buenas consecuencias.
Pero decíamos que para muchos una golondrina no hace verano. No sólo se duda de la naturaleza y el alcance verdaderos del caso Elba Esther, sino que hasta parece que un solo caso es muy poco, por no decir que nada contra la impunidad.
Ahí están lo más a la vista posible el líder petrolero Carlos Romero Deschamps, el ex líder priísta Humberto Moreira y para no ir más lejos Andrés Granier, ex gobernador de Tabasco que endeudó y vació las arcas de ese estado de una forma ostentosa.
Pero en estos casos no sólo se ve muy distante la posibilidad de un segundo golpe, sino que, así se diera y en todos esos casos a la vez, se estaría muy lejos de abarcar el colosal espectro de la impunidad en el país. Un asomo a esa vastedad está a la mano con el directorio de líderes sindicales que se hicieron a la sombra del PRI y que se han dado una vida de príncipes.
En su día, la caída de “La Quina” Joaquín Hernández Galicia, no hizo olas más allá de derribar también a su cómplice Chavita Barragán.
Es más, así como la cabeza del cacique Carlos Jonguitud fue inmediatamente repuesta con la de Elba Esther, así el sistema suplió a “La Quina” con Romero Deschamps, quien ya nos tiene acostumbrados a formar nuestro propio álbum con imágenes de sus yates, viajes, joyas y su último Ferrari.
Y eso que hasta ahora sólo hemos hablado de los de casa, los del PRI. Porque está el agujero negro de los dos sexenios del panismo con la evidente corrupción foxista y calderonista.
El propio dirigente panista Gustavo Madero lo acaba de definir muy bien: “en los últimos 12 años el PAN se desdibujó como institución y se contaminó de todo aquello que tanto criticó”. Es decir, digo yo, sus líderes de gobierno se volvieron bien corruptos. Y Madero lo puede decir así, con tanta tranquilidad, porque lo realmente triste es que aquí no se avizora castigo ni siquiera divino.
La entrada de una nota en un diario resumía muy bien lo ocurrido en 30 años: “Luego de que Manuel Camacho Solís acusara que fueron los gobiernos del PAN los que empoderaron a Elba Esther Gordillo, el senador Javier Corral reviró ayer al legislador. Yo estimo mucho a Manuel, es amigo, pero hay que tener un poquito de rubor: él la inventó; Salinas la empoderó y Fox y Calderón la reempoderaron”.