El detalle de la banca
¬ Juan Manuel Magaña jueves 25, Abr 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Hay detalles que a veces dicen demasiado de la seria situación en que se ha dejado al país. Y cuando esos detalles se suman el resultado es aun más asombroso.
Por ejemplo: la reforma educativa se hizo por la razón esencial de que el Estado tiene la necesidad de recuperar la rectoría en la enseñanza.
El pequeño detalle fue que había que encarcelar a Elba Esther, pues el estorbo para la recuperación de ese trozo de Estado que una sucesión de presidentes en turno le fueron cediendo.
Si ese pedazo se junta con que a la Secretaría del Trabajo la dejaron desmantelada, ya es más grande el pedazo por reconstruir.
Y si a eso se suma que hay que rehacer una policía, junto con buena parte del aparato de justicia, y que hay que recuperar bastante territorio aun en manos de los narcos, y que hay que ir a lugares pobres donde el Estado nunca se ha parado, y que hay que volver a meter a miles al programa Oportunidades porque alguien el año pasado los sacó, entonces hablamos de un problema bastante grandecito.
Y es el caso que la reforma financiera que antier no se pudo presentar y tiene como uno de sus grandes fines otro pequeño detalle: recuperar la rectoría del Estado en la banca. Según el paquete de reforma financiera elaborado por el gobierno, lo que tenemos es un sistema bancario concentrado en cinco firmas, que utiliza los recursos que capta del público principalmente para realizar inversiones en instrumentos financieros antes que para financiar la actividad económica.
En ese sistema la banca de desarrollo no tiene, según se dice, un mandato alineado con el objetivo de fomentar el crédito productivo.
En el sistema bancario en México, agrega, cinco instituciones –Bancomer, Banamex, Banorte-Ixe, Santander y HSBC– concentran 74 por ciento del otorgamiento de créditos, lo cual limita el acceso y cobertura. El Estado quiere ahora ejercer la rectoría que perdió del sistema bancario mexicano para aumentar la oferta y reducir el costo del crédito a las pequeñas y medianas empresas.
Y para ello propone un mecanismo de evaluación de los bancos y otorgar facultades a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para que imponga medidas para canalizar mayores recursos al financiamiento.
Uno al enterarse de estas cosas no puede menos que echar una mirada a un pasado en el que los sucesivos presidentes nos dijeron que íbamos en el rumbo correcto, primero con una banca nacionalizada, luego devuelta a manos inexpertas que la saquearon y quebraron para que el dinero público la rescatara con el fin último de ser entregada a firmas extranjeras que hacen lo que quieren, según describe el paquete de reformas actual.
Seguimos en la idea del principio: otra vez se necesita reconstruir otro pedacito de Estado porque los señores de los gobiernos anteriores quién sabe a qué estaban jugando y miren nada más el desbarajuste que nos dejaron, sin que haya habido un responsable. La inquietud que da semejante acumulación de pendientes es la de que si de veras las cosas en este país tienen solución. Simplemente la reforma financiera trae una gama de cambios que para qué le cuento: agilizar los tiempos para que el deudor pierda el bien que dejó en prenda en caso de incumplir el pago de la deuda; abrir la posibilidad de que empresas medianas coticen en la Bolsa Mexicana de Valores; establecer un mecanismo claro de quiebra bancaria; reforzar los mecanismos de combate al lavado de dinero, y un largo etcétera, etcétera, etcétera…