Obedecer al pueblo
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 26, Jun 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Cuando estaba en la cresta de la ola de la gran movilización social que desató, el subcomandante Marcos dijo una frase de fuerte efecto hipnótico en la comunidad: el buen gobierno, manda obedeciendo.
Y eso es justo lo que estamos viendo que trata de hacer la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, de cara a las impresionantes movilizaciones desatadas por las redes sociales en su país a lo largo de varias semanas.
Luego de reunirse con gobernadores, alcaldes y representantes de los manifestantes, la mandataria propuso realizar un referendo para convocar a una asamblea constituyente que eventualmente emprenda una reforma política al Estado brasileño.
Y no sólo eso. Decíamos que un aumento al precio del transporte público había sido la chispa que hizo estallar la inconformidad contra toda una serie de problemas que los cariocas se venían guardando callados.
Y por ahora, Dilma se ha comprometido a mejorar el transporte público en las grandes ciudades y sobre todo a reforzar el combate a la corrupción, además de contratar médicos extranjeros para paliar las carencias del servicio de salud.
Rousseff simplemente ha tomado el toro por lo cuernos, como decimos aquí, en momentos en que había cientos de miles de manifestantes en las calles de varias ciudades brasileñas.
El general Morelos llamaría a eso saber entender los sentimientos de una nación, sin importar si esa muchedumbre en las calles estaba organizada y contaba con una dirección o una cabeza.
El gobierno de la presidenta no hizo lo que los avestruces, ni apostó al desgaste de las movilizaciones, ni acudió al recurso de la represión, ni invocó teorías de conspiración.
Sencillamente, en momentos en que su propio destino político estaba en juego, Dilma estuvo dispuesta a escuchar a los manifestantes.
Ya se verá la profundidad de la reforma de Brasil planteada, pero por lo pronto puede decirse que el gobierno ha mostrado, no sólo a sus gobernados sino al mundo, que está dispuesto a gobernar a partir de la razón y no por medio de la fuerza.
Los representantes del Movimiento Pase Libre (MPL) -el pequeño movimiento que lo empezó todo-, reconocieron este estilo gubernamental al considerar la decisión de Rousseff de convocarlos al diálogo una ruptura de la tradición política.
Ojalá esa reforma toque el corazón del dragón de la corrupción que azota a los pueblos de buena parte del mundo.
Primero asombró Lula. Ahora lo hace Dilma. Pero es que es el pueblo de Brasil el que no deja de sorprender.